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‘Marriage Story’, la historia basada en las crisis de amor de Noah Baumbach y Scarlett Johansson
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Desgarradora en medio de la cotidianidad. Esa sería una manera simple de describir ‘Marriage Story’, la película de Noah Baumbach recientemente estrenada en Netflix y que ha protagonizado una sorprendente avalancha de críticas positivas. Sin embargo, hay muchas maneras de asumir la trama cuando esta trascurre por nuestros ojos.
¿Una historia de amor? ¿la de un divorcio? ¿una guerra en medio de un matrimonio? las posibilidades de entenderla varían según nuestros estados de ánimo o bajo el frente que elijamos tomar mientras la vemos, pues muchos podrían sentirse identificados con Charlie (Adam Driver) o con Nicole (Scarlett Johansson), incluso con los abogados que- despiadados como ningunos- toman parte en este relato.
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Historia de un divorcio
Pero no hay idea que tenga su origen de la nada y es quizás una historia real la que haya brindado el material necesario para la construcción de los papeles que encarnaron de manera excepcional Driver y Johansson.
Hablamos del sonado divorcio que protagonizó Baumbach de su entonces esposa y madre de su primer hijo, Jennifer Jason Leigh, en 2010, y que habría aportado los elementos para contar- parcialmente- lo que ocurre cuando acaba el amor romántico en el seno familiar y se transforma en un sentimiento con más aristas y experiencias que incluyen la crianza de un hijo y el continuar con el pesado lastre en el que suele convertirse levantarse de una ruptura, eso, claro, según los ojos que lo miren.
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Ya Baumbach había comentado brevemente en la revista Vogue que ‘Marriage Story’ tomaba no solo parte de su vida sino la de Scarlett Johansson, quien también salía de un divorcio del periodista francés Romain Dauriac, de la de Driver, que tenía la misma edad que el niño de la película cuando sus padres se divorciaron. También se inspira en historias similares que había tenido de primera mano y a las que le sumó entrevistas a abogados y conciliadores en procesos de divorcio que le aportaron la parte fea a la trama.
“Por primera vez en mi carrera, me sentí algo afectado por lo que estaba sucediendo, lo que estaban haciendo los actores. Usualmente mantienes cierta distancia como director”, comentó Baumbach en otro momento a Forbes.
Es posible que las historias como esta tengan un sentido real que aporta credibilidad por ello es inevitable para el espectador no verse proyectado en este espejo en el que se convierte ‘Marriage Story’ para las relaciones humanas que no cuenta la historia del bueno o el malo, o que quien tiene o no la razón en el difícil campo de batalla en el que se convierte un divorcio.
Sin necesidad de estar casado, los sentimientos trascienden la pantalla y, solo por citar un pequeño ejemplo, escuchar a Adam Driver cantando ‘Being Alive’ (‘Estar vivo’, en español) nos recuerda que somos humanos y que al igual que Baumbach tenemos derecho a hacer catarsis con nuestras vivencias y quizás, con un poco de suerte, enmendar algunos errores- como el pasador atado al final del filme- para evitar tropezar nuevamente con lo desagradable que puede ofrecernos la vida.
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