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“Crónicas Marcianas” para escapar de la Tierra
Leer en cuarentena puede llegar a ser un ejercicio doloroso para muchos, incluidos los propios escritores. El libro, cualquiera, aparece para amortiguar nuestra necesidad por escapar de esta realidad, una excepcional situación que definitivamente cambiará muchos de nuestros hábitos.
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Por Kevin Morán
Leer en cuarentena puede llegar a ser un ejercicio doloroso para muchos, incluidos los propios escritores. El libro, cualquiera, aparece para amortiguar nuestra necesidad por escapar de esta realidad, una excepcional situación que definitivamente cambiará muchos de nuestros hábitos.
Pese a que hay diversos tipos de entretenimiento para sobrellevar este confinamiento, el libro sigue siendo nuestro mejor aliado. En mi caso, “Crónicas Marcianas”, del ya centenario Ray Bradbury (1920-2012), me ayuda a escapar de la pandemia en la Tierra.
Hasta este 30 de abril, en el mundo se han reportado más de 3.1 millones de casos y 229,972 muertes por las complicaciones que causa el coronavirus, de acuerdo con el mapa que proporciona el diario estadounidense The New York Times. En Perú se han reportado 36 976 casos confirmados y 1051 fallecidos, según informó este jueves el Ministerio de Salud.
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Puedo decir con tranquilidad que he pasado los últimos días de cuarentena en Marte. Es mejor salir de este planeta mientras se pueda, o eso diría si los viajes interplanetarios estuvieran disponibles. Empecé a leer la obra pensando en encontrar un poco de calma marciana, pero me hallé en campos extraños y relatos que desnudan nuestra condición humana.
Colonizar Marte significa trasladar todo lo que venimos arrastrando como especie, y si algo podemos reconocer en nosotros mismos con facilidad, es lo tenebrosos que podemos ser. Aún así, Bradbury nos asombra con la humanidad como materia prima en escenarios enormes que nuestra imaginación no podrá llenar por completo, al punto de lograr que experimentemos una extraña sensación de tristeza.
“¿Qué ha hecho este hombre de Illinois, me pregunto, al cerrar las páginas de su libro, para que episodios de la conquista de otro planeta me llenen de terror y de soledad? ¿Cómo pueden tocarme estas fantasías; y de una manera tan íntima?”, se pregunta Jorge Luis Borges en el prólogo del libro, que, en mi opinión, debería volverse una lectura obligatoria en las escuelas secundarias.
El aire enrarecido, el sol tostando la piel y la tierra de desconocidas pero aparentemente milagrosas propiedades, hacían posible que los humanos vivieran y olvidaran el pasado en sus viejos continentes.
Bradbury nos advierte que las civilizaciones no están exentas de poder ser diezmadas por alguna clase de virus. Al parecer, nadie a muchos años luz de distancia está a salvo de la extinción. Al menos en este planeta, nos resistiremos con todas nuestras fuerzas. Sino, después, ¿quién contará la historia del universo?
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