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Russian Doll - Segunda temporada: ¿Igual de buena una segunda vez? [Reseña con SPOILERS]
Volvemos a sorprendernos con viajes paralelos a través del espacio y del tiempo.
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Volvemos a perdernos en el universo. Tras el éxito de la primera temporada de Russian Doll, Netflix anunció el estreno de la segunda inmediatamente, pero debido a circunstancias externas como el brote del COVID-19, la producción de la serie se tuvo que posponer. Ahora, recién estrenada en el 2022, llega con alta anticipación de parte de la audiencia.
Russian Doll es una serie de Netflix escrita por Natasha Lyonne (quien a la vez también interpreta el personaje principal), que trata sobre una mujer, Nadia, que debido a extraños sucesos, queda atrapada en un bucle temporal. En el día de su 36eavo cumpleaños, acaba repitiendo sucesos antiguos y futuros, sin saber exactamente por qué. Dispuesta a buscar respuestas, acaba encontrándose con Alan (Charlie Barnett), un hombre atrapado en las mismas circunstancias que ella, viajando por el tiempo sin tener idea de cómo llegó a hacerlo.
Esta segunda temporada los reúne de nuevo, pero con nuevos detalles: ahora Nadia puede viajar en el cuerpo de su familia; llegando a poseer a su madre y a su abuela en diferentes etapas de sus vidas (su madre, embarazada de ella misma, en el Nueva York de los 80; su abuela en Hungría tras la ocupación Nazi).
A través de sus ojos, Nadia consigue comprender más a fondo las decisiones que ambas mujeres tomaron en su juventud; las cuales formaron los pasos que ella tomaría en su vida más adelante. Mientras tanto, Alan se encuentra en un dilema parecido al viajar a Berlín en los años 60; y ver en el cuerpo de su abuela eventos que no puede cambiar, aunque desearía enormemente.
Más allá de la trama de viajes interdimensionales, lo más destacable de la serie es el personaje principal. Lyonne aportó tanto en el guion y la creación del personaje. que Nadia brilla en cada escena que protagoniza. Es tan espontánea, tanto la interpretación como el diálogo, que el personaje simplemente cobra vida, y nos encanta con su carisma. La acompañamos en cualquier desafío que se proponga, no importa que tan descabellado sea. Alan, a cambio, es más reservado, pero como el deuteragonista, es un buen contraste frente a Nadia. Su serenidad es un buen balance contra la improvisación de ella; y aunque no tienen muchas escenas juntos esta temporada, la amistad relajada entre ellos, fruto de la comprensión de ambos frente a sus parecidas circunstancias, es agradable de presenciar.
EL otro elemento destacable esta temporada es la narrativa contada a partir del viaje en el tiempo. Al albergar el cuerpo de sus familiares, Nadia parece que instintivamente arregla los errores que cometieron las otras mujeres años atrás. Errores que dañaron el crecimiento de su familia décadas. Parece hasta una fantasía de la serie; pues, ya que la audiencia podría encontrarse tomando las mismas decisiones, si estuvieran en la piel de Nadia.
“Que tal si solo...” “Si él hubiera hecho esto, nada de esto habría pasado...” Corregir los errores del pasado para evitar las desgracias del futuro. Arreglar lazos familiares rotos. Es una fantasía tentadora, pero la palabra clave aquí es fantasía; para nosotros son solo puras conjeturas, y hasta Nadia es testigo de que, por más poder que tengamos, no podemos cambiar el pasado. Algunas cosas tuvieron que pasar para llegar a donde estamos.
¿Es lo que queremos? No siempre, pero nunca podremos estar cien por cien seguros de que en otras circunstancias podríamos haber acabado en una alternativa mejor. Tal vez nuestras vidas incluso habrían acabado mucho peor de lo que ahora son. La serie lo llama esto “el efecto Coney Island”, refiriendo a esa posibilidad de que la vida podría haber cambiado de no haber sido por cierto evento, pero siempre será una pregunta sin respuesta.
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Aunque también no todo es de oro para esta nueva entrada de la serie. Para aquellos que recién llegan a disfrutar de esta serie en su segunda temporada, habrá bastantes elementos de la trama que la sentirán confusa más que emocionante. Muchos detalles del viaje en el tiempo son fáciles de perder entre el diálogo casual de los personajes, y la serie prefiere a veces optar por el misterio más que aclarar las dudas de la audiencia.
Otro elemento que se sentirá algo débil será el ritmo, que a veces se siente pasar con la velocidad de una bala. Aunque aporte una sensación de urgencia a las escenas tensas, otros elementos sufren de esto. Personajes nuevos o desarrollos del elenco secundario quedan olvidados, descartados una vez que hayan servido su aporte a la trama principal. Si hubiera habido menos prisa en el tiempo, o personajes menores, tal vez este detalle no habría sobresalido tanto.
Aun así, Russian Doll todavía carga con las sorpresas y detalles personales que hicieron de la primera temporada todo un deleite. Si la audiencia está lista para más viajes en el tiempo y drama interpersonal, no acabará defraudada.
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