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Belleza sostenible: Mascarillas de fibra vegetal, ideadas por una peruana, se abren paso en Europa
El proyecto Herbier de la diseñadora industrial Paula Cermeño León fue presentado en la semana del diseño en Milán 2023 bajo el tema ‘Legado emergente’.
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Con gramíneas y fibras de cáñamo (cannabis sativa), en colaboración con un laboratorio y una artista, la diseñadora industrial Paula Cermeño desarrolló una línea de parches para el cuidado del rostro durante su estancia en una residencia artística en Suiza, proyecto que la llevó a presentarse en la semana del diseño en Milán de este año.
En 2019, Paula se encontraba en La Becque, una residencia artística ubicada en la ciudad de La Tour-de-Peilz, Suiza, llevando a cabo un proyecto sobre plantas locales. Las recolectaba porque le parecía interesante que varias de ellas hubieran crecido por su cuenta, es decir, sin ser plantadas o cuidadas por alguien.
“Son de esas que crecen y parecen hierba mala, pero en realidad son las que más se utilizan. Las hierbas que parecen más invasivas suelen tener muy buenas propiedades medicinales, por eso hice un herbario, como un archivo de plantas”, nos cuenta.
Al botánico italiano Luca Ghini se le atribuye el primer herbario en 1544. Según la Sociedad de Ciencias Aranzadi de España, como quiso conservar una colección de plantas y enviarlas por correo, secó sus hojas. Más de cuatro siglos después, Paula recurre a esta técnica de secado para relacionar las plantas con su especialidad: el diseño industrial.
Es así que decidió contactarse con un laboratorio cosmético en Suiza, donde conocía una artista experta en vegetales llamada Viviane Fontaine, quien hacía papel y otros materiales con las fibras. Y en ese laboratorio nació un proyecto que casi cuatro años después llegaría a exhibirse al lado de grandes diseñadores del mundo: las mascarillas -o parches faciales- sostenibles.
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“Yo había visto que la mascarilla cosmética es muy práctica y fácil de usar, se aplica rápido. A los 10 minutos, tienes una piel más suave y todo, pero también una pequeña pila de desechos que normalmente no son reciclables ni compostables y los tienes que botar a la basura”, detalla Paula, señalando que junto con su equipo lanzaron ese año (2019) un primer tiraje de 50 unidades.
Las mascarillas suelen ser de láminas de distintos materiales, como hidrogel, biocelulosa, colágeno, entre otros. Su creciente popularidad se debe a que mejoran el aspecto de la piel del rostro, la hidratan y desinflaman, así como reducen las ojeras y las líneas de expresión, según la reconocida revista Elle.
En nuestro país, el rubro belleza en conjunto se ha expandido luego de la pandemia: en 2022, el sector cosmético tuvo ventas por más de 8 mil millones de soles, de los cuales el 10% correspondió al tratamiento facial, de acuerdo con el Gremio de Cosmética e Higiene Personal (Copecoh) de la Cámara de Comercio de Lima (CCL).
Para este año, la revista Forbes Perú pronosticó el pasado marzo un crecimiento conjunto del sector de 6.2% respecto al 2022.
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Pero durante la pandemia, no fueron pocos los proyectos que quedaron ‘en pausa’, entre ellos, el de Paula, quien luego de ese primer tiraje, regresó a Perú.
Sin embargo, con la progresiva apertura de fronteras y las restricciones, la diseñadora regresó a Suiza para seguir trabajando con sus plantas, a tal punto que actualmente se encuentra radicando allí. En 2022, decidió retomar la línea de mascarillas, pero esta vez replanteando el packaging (el diseño del empaque).
Y es que los parches del ‘Herbier proyect’ son secos: “Contienen los ingredientes activos, pero están secos, queríamos que estén así para que el packaging sea lo más simple posible. Si quieres hacer unos (parches) que contengan líquido, el empaque se vuelve complicado, tienen que tener capas, ser de plástico y estar sellados”, explica la también catedrática .
En esa línea, Paula recuerda que cuando habló por primera vez con el laboratorio cosmético le mostraron sus productos naturales en potes o botellas de plástico, como suelen presentarse los envases tradicionales.
“Hasta qué punto tiene sentido cuando extraes una planta, pero la embalas con tantas cosas para que se conserve el ingrediente activo y llegue puro a la cara, la mejor calidad posible. Estás poniendo valor a la planta, pero al mismo tiempo estás usando hilos productivos que quizás no favorecen esa biodiversidad”, comenta la profesional.
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Así, el nuevo packaging de los parches suizos no solo fue sencillo y asimismo reciclable, sino que representó un concepto de sostenibilidad cada vez más presente en el mundo: “satisfacer las necesidades presentes sin comprometer las futuras”, como lo define la ONU.
Circularidad
La famosa ‘bioarquitecta’ y profesora del Instituto de Tecnología de Massachusett (MIT), Neri Oxman, llama Material Ecology (ecología de materiales) a innovar a través del uso de materiales basados en la naturaleza. Se trata de aprovecharlos al máximo, pues cada organismo contiene materiales que alimentan el ciclo de vida de otro. Al tener todo una función y valor, no hay desperdicios.
En esa línea, el término circularidad (relacionado a la economía circular) hace referencia a una cuestión parecida. Paula Cermeño entiende el término como la forma en que vive y muere el producto, y cómo puede “volver a vivir”. En el caso de sus parches, fueron hechos por “residuos” de plantas que ya iban a ser compostados, pero, gracias a la sugerencia de la artista Viviane Fontaine, pudieron darle un uso.
“Vimos que en el laboratorio extraían ingredientes de las plantas y todavía quedaban fibras, pero ellos las desechaban. O sea, igual la compostaban, pero no les servían. Entonces, la artista y yo las llevamos al taller y ahí empezamos a experimentar”, cuenta Cermeño.
Así, el producto resultó de una combinación de gramíneas, abundantes en el paisaje suizo, y fibras de cáñamo, conocido también como cannabis sativa. El resultado final fue unos parches secos de dos tipos: uno para las zonas grasa del rostro (zona T) y otro para los ojos cansados (ojeras).
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Diseño y uso
La forma de los parches responde a que su equipo creativo buscaba también un diseño atractivo
“Las rayitas ayudan a contener el líquido. A la hora de humedecerlas, se pueden curvar acomodándose a la forma del rostro. Pero también se idearon para presentar un producto que sea visualmente impactante. A veces sucede que los productos sostenibles no son tan bonitos con respecto a sus contrapartes, juegan con restricciones, el plástico, lo sintético, te puede dar todos los colores”, detalla Paula.
Y si bien admite que pudieron usar, por ejemplo, algodón para dar color blanco a su producto, no quisieron realizar demasiados procesos por mera estética, por lo que optaron por el color natural. La textura final, eso de las ‘rayitas’, sirvió para que se viera también como un producto terminado.
Según las instrucciones de uso, el parche debe humedecerse en agua por completo y se debe esperar hasta que libere una sustancia gelatinosa. Con eso, ya se puede aplicar en el rostro durante 15 minutos. Cuando el tiempo concluye, el parche utilizado es biodegradable y compostable.
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Para la satisfacción del equipo, los parches fueron postulados en una convocatoria de Casa Suiza (House of Switzerland) para participar en la Semana del Diseño Milán 2023 bajo el lema ‘Legado emergente’, categoría a la cual este skin-care sostenible encajaba perfecto.
Si bien no era la primera vez que Paula se presentaba en Milán, si considera que fue una oportunidad para lucir y demostrar que se pueden hacer cosas interesantes con los materiales locales.
En 2017, exhibió una colección de vendas de primeros auxilios hechas con hojas de plátano. Servían para quemaduras leves y se diseñaron para varias zonas del cuerpo, como el brazo, la muñeca y los dedos. Lo curioso es que este producto llegó a Milán, pero fue planteado cuando ella también estuvo en Suiza: “Fue gracioso porque yo estaba trabajando con una planta que no existía en Suiza, no crece, después de esa experiencia, trabajo con las plantas y los conocimientos del lugar”, recalca.
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En esa línea, Paula considera que las soluciones no necesariamente son universales, pues cada sitio tiene su peculiaridad y, por ende, sus diseños, el valor en lo local es fundamental. Cuando estuvo en Perú, también colaboró con empresas como la marca Misha Rastrera, con la que hizo un empaque con pliegues de hojas de maíz para envolver palo santo.
Finalmente, la especialista ve un panorama positivo para la sostenibilidad en el diseño: “Creo que el diseño es un gran articulador, se puede jugar un rol importante dentro de equipos científicos, empresarios, en cada lugar se debe encontrar la voz del país, tener su propio discurso, cada país tiene tecnologías propias que se deberían aprovechar”, argumenta.
Sobre diseñar los parches para rostro en Perú, sospecha que sería diferente, si bien ha conversado con ingenieros y amigos del tema, el producto tendría que ser una versión diferente, una que incluya fibras peruanas, resaltando lo local.
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