Una de las grandes interrogantes de la humanidad es, sin duda, la de si estamos solos en el Universo. Y no me refiero a otras formas de vida simples como bacterias y otros microorganismos, sino a vida compleja e inteligente con el potencial de desarrollar civilizaciones, tecnología y complejos mecanismos de comunicación.
Y en función de esta interrogante seguramente caíste en la misma conclusión de Carl Sagan, de que si el Universo es tan grande, entonces no es difícil creer que no nos encontramos solos.
“Si estamos solos en el Universo, en verdad parece un terrible desperdicio de espacio”, Carl Sagan.
Pues, aunque no lo creas, estas ideas existen desde hace siglos entre filósofos y científicos, quienes gracias a sus ciencias han logrado demostrar los componentes esenciales para que la vida inteligente, al menos como la conocemos, sea capaz de existir en otras partes del Cosmos, y de esta forma nos dan un amago de respuesta a la pregunta inicial: ¿Estamos solos en el Universo?
Estos componentes esenciales tienen que ver con el lugar y el estado en el que pueden ser encontrados en el espacio exterior, como por ejemplo el agua en estado líquido. De aquí es que aparece la denominada zona habitable o de ‘Risitos de oro'.
Y es que suena un tanto egoísta pensar que somos los únicos seres vivos capaces de plantearnos este tipo de preguntas profundas en todo el Universo. Pero cuando se estudian los datos acumulados, la respuesta sigue siendo muy difícil de encontrar. Y aunque ya sé que existen toneladas de evidencia en cuanto a imágenes, videos y testimonios sobre el tema OVNI, lo cierto es que a nivel científico no se ha afirmado nada con rotundidad (como debe ser) sobre la existencia de vida inteligente allá afuera.
Pero eso no significa que los científicos se hagan de oídos sordos a este tema. De hecho, uno de los esfuerzos más ambiciosos para detectar extraterrestres es justamente oírlos y hacer bulla espacial a través del programa SETI.
LA FAMOSA ECUACIÓN
Regresando al tema de la pregunta inicial, el astrónomo estadounidense Frank Drake, propuso en 1961 una de las ecuaciones más interesantes para responderla de alguna forma, ayudado por las matemáticas y las probabilidades.
La ecuación de Drake, como es conocida hasta ahora, sirve para estimar el número de civilizaciones inteligentes que pueden estar existiendo en este momento en otras partes del Universo, al menos en la parte observable.
Esta ecuación es la siguiente:
N = R* · fp · ne · fl · fi· fc · L
En donde:
- N es el número de civilizaciones que podrían comunicarse con nosotros.
- R* es el ritmo anual de formación de estrellas “adecuadas” en la galaxia. Pues no es lo mismo una estrella como nuestro Sol que una estrella de neutrones capaz de desintegrarnos por completo.
- fp corresponde a la cantidad de esas estrellas que tienen sistemas planetarios.
- ne representa la media de planetas con posibilidad de vida en esos sistemas, es decir, el número de esos planetas orbitando dentro de la zona habitable respecto de su estrella.
- fl es la fracción de esos planetas dentro de la zona habitable en los que la vida se ha desarrollado.
- fi es la fracción de esos planetas en los que la vida inteligente se ha desarrollado.
- fc es la fracción de esos planetas donde la vida inteligente ha desarrollado la tecnología suficiente para comunicarse con nosotros y lo intentan.
- L se refiere al momento de vida del planeta en el cual se desarrolla esa civilización y por ende el lapso, medido en años, durante el que una civilización inteligente y comunicativa puede existir.
Como ven, la cosa no es tan sencilla. En un principio el propio Drake les dio algunos valores a esas variables basado en datos de observación y obtuvo como resultado 0,00000003% de probabilidades de la existencia de civilizaciones inteligentes allá afuera.
Sin embargo, pese a que este resultado parece ser insignificante, fue incluso muy criticado por arrojar una estimación bastante optimista. Pero con críticas y todo, su ecuación se convirtió en la primera formulación matemática aceptada por toda la comunidad científica para determinar la cantidad de vida inteligente fuera de la Tierra.
¿MÁS SOLOS DE LO QUE CREEMOS?
A pesar de las estimaciones optimistas de Drake y su incansable trabajo por contactar con extraterrestres en el Universo, a medida que se estudia más el vasto cosmos más se concluye que la vida inteligente de nuestro planeta es, por decirlo de alguna forma, inusual.
Esto se debe a que surgieron nuevas variables que han sido imprescindibles para que se desarrolle si quiera vida, en nuestro planeta y que, en teoría, deberían ser consideradas para otros planetas, tales como:
La ubicación del sol en el disco galáctico.
- El efecto lunar, que estabiliza el eje de rotación terrestre.
- El efecto joviano (producido por Júpiter), que sirve de escudo protector.
- El efecto de la tectónica de placas terrestre, que sirven de termostato.
- El efecto del núcleo terrestre, protegiendo la atmósfera del viento solar.
- El vulcanismo que renueva elementos químicos y aporta metales a la atmósfera y superficie de los planetas.
Lo cierto es que al momento de hablar de vida en otros planetas y de vida inteligente en específico, lo único que tenemos como punto de referencia para esta es la que conocemos en nuestro planeta. A lo mejor los extraterrestres no necesitan agua líquida u oxígeno para vivir ¿Quién sabe?
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