PUBLICIDAD
Andrés Roca Rey y Joaquín Galdós: Hermanos de luces
Imagen
Fecha Actualización
De niños recorrieron juntos las plazas de provincias. Luego dejaron familia y estudios para tentar suerte en España. Ya consolidados en su oficio, se presentan juntos en la plaza más antigua de América para honrar un arte donde no hay lugar para la simulación.
¿Por qué una corrida mano a mano?
Roca Rey: Siendo sinceros, ni Joaquín necesita ganarme la partida ni yo necesito ganarle a él. En el toreo todos tienen su camino. El toreo es un sentimiento muy, muy personal. Más que un enfrentamiento, yo creo que es un día para el Perú. Son dos toreros peruanos. Son tres ganaderías peruanas. Es la plaza de Acho, la plaza de Lima, que es la más antigua de América. Peruana. El público es peruano. Aquí el único que va a salir triunfando es el país, el Perú.
Andrés, define el toreo de Joaquín. Luego él hace lo inverso.
Él, como torero, es tal como es como persona. Puede estar una tarde muy apático, pero en la siguiente es lo más apasionado del mundo. Joaquín ha dicho que yo lo motivo a él, pero creo que verdaderamente es al revés. Y cuando lo digo, la gente de mi alrededor me dice ‘¿cómo vas a decir eso?’. Porque, claro, siempre hay como una pequeña rivalidad entre ambos, sobre todo entre nuestra gente, pero a mí realmente Joaquín me motiva como torero. Hablamos mucho, nos enseñamos mucho, nos preguntamos cosas. No solo ahora, sino desde que nos fuimos a España. Nos fuimos al mismo tiempo.
Galdós: El toreo te hace pasar por los mismos sufrimientos, por las mismas alegrías, por las mismas sensaciones. Es muy difícil tener esa complicidad con alguien que no es torero.
Roca Rey: Nos llamábamos mucho cuando estábamos de novilleros sin caballos. Yo vivía en un cuartito en la casa de unas personas que quiero mucho. Y Joaquín vivía en Málaga, en un departamento muy chiquitito y prácticamente estábamos en las mismas. Muchas veces terminando de entrenar 11:30 o 12 de la noche. Si no lo llamaba yo, me llamaba él a mí, pero todos los días nos quedábamos horas conversando.
¿Te acuerdas que nosotros teníamos un compañero que se llamaba Renato Mota? En una de esas me levanto en la mañana y veo que lo había matado un toro en un pueblo del Perú. Apenas estoy leyendo eso, sale una llamada y dice Joaquín Galdós. Más que un rival, siempre ha sido como un apoyo.
¿Cómo administran la presión del oficio? Cuando hay triunfo, se te llena la habitación. ¿Qué pasa cuando no lo hay?
Roca Rey: ¡A Joaquín se le llena siempre!
Galdós: Exactamente… Creo que eso es lo más duro que tiene el toreo. La gente habla que la dureza de la profesión viene por el peligro del toro. Para mí, no es lo más duro. Ni las cogidas. El toro da miedo, pero te apasiona estar delante de él. Para mí, lo más difícil de gestionar emocionalmente es el fracaso, porque, además, arrastra hasta tu familia... Cuando eso pasa, prefiero estar solo. Porque, hablando vulgarmente, es tan dura la mierda que se come en el toreo que la gente no puede sentirlo como tú.
Imagen
Tú, Andrés, ¿a quién recurres?
Si no te va bien un día, tienes al día siguiente otra oportunidad. Creo que esa es la mejor forma de no estancarte. El tener la suerte de ir toreando muchas veces seguidas te hace olvidar rápido de lo que ha pasado. Tanto de lo malo como de lo bueno. Es un arma de doble filo.
A los toreros nos gusta estar solos. Creo que es una profesión que, como es arte, es sentimiento. Te buscas dentro de ti mismo. Y para encontrarte tienes que estar solo. Esa es la única forma. Tienes que escucharte. Y tienes que pensar mucho en soledad. Creo que la soledad para un torero, como para cualquier artista, es de las cosas más importantes que puede elegir. Pero, justamente al ser elegida, creo que es más dura.
¿Cómo es la relación con el público? ¿Le responden?
Roca Rey: Se responde con la muleta.
Galdós: Yo no pienso en el público jamás. Pero es el medidor perfecto y exacto de cuando tú estás expresando como torero lo que tienes que expresar. Ha habido momentos en que me he obsesionado a lo mejor con cosas técnicas, pero en un estado de ánimo un poco frío. Ahí no hay conexión. El toreo es un misterio, porque muchas veces es una cosa que, mientras más la pienses, menos das con la tecla.
Roca Rey: Hay un dicho que dice que se torea como se es y, después de escuchar, eso creo que, más que eso, se torea como se está. Si tú estás feliz, transmites felicidad. Si tú estás triste, transmites tristeza. Si tú estás enamorado, transmites pasión. Es el reflejo de tu vida.
Galdós: A mí me dijo una vez Morante de La Puebla que el toreo tenía una cosa buenísima y una cosa malísima: todos los días hay que volver a empezar. Ni un triunfo te dura más que hasta el día siguiente en que te vistes de luces. ¿Sabes que me devolvió la ilusión? Venir aquí a Chota, Cutervo. Volví a sentir el cariño de la gente. Las plazas las vi llenas. Toreé cuatro o cinco toros como a mí me gusta, bien de verdad. Me cambió venir a un pueblo del Perú, eso fue el motor.
Roca Rey: El Perú siempre ha sido nuestro motor. Ver a niños taurinos en provincia te conecta con ese niño que eras e iba a esos pueblos a torear becerros. O cuando toreábamos juntos en Ticapampa de becerristas, ¿te acuerdas? Cada vez que había un mano a mano, has triunfado tú. Yo nunca. No sé por qué voy a tener un mano a mano contigo, sinceramente…
Galdós: ¡Hay que romper el maleficio!
¿Es cierto aquello de torero casado, torero acabado?
Roca Rey: No creo, la verdad; no creo para nada. Me dijo mi apoderado Roberto Domínguez que hay que estar soltero y enamorado. Eso me dijo. Y la verdad es que, pensándolo un poco fríamente, no es que te cases y termina tu profesión; al contrario, muchas veces la carrera de los toreros empieza a funcionar después de dos o tres años de casado. O sea, el torero también muchas veces necesita pasión de una forma u otra, pero también necesita mucha estabilidad por esos altibajos de los que hablábamos. Yo he tenido novia siete años y ha sido la que más estabilidad me ha dado en la vida y sin ella, quizá ahora mismo, estaría perdido. Una mujer creo que es muy importante para el hombre. No solo para el torero, sino para todos.
Imagen
¿Cuántas vidas vive un torero?
Roca Rey: Es una vida completamente diferente a la del resto. Ni mejor ni peor, pero muy diferente. Los amigos, como no coincides con sus horarios, como que no están de acuerdo con tu vida.
La gente piensa que la labor del torero es llegar a tu hotel, meterte en tu habitación, comer en el room service y escuchar música. Vestirte con un traje de oro muy bonito, peinarte, salir a la plaza, torear, hacer el esfuerzo ahí. Eso es lo que creen. Regresar al hotel y se acabó todo. Esa es la mínima parte. Lo que verdaderamente hay detrás de todo eso son muchísimas horas de esfuerzo. Toreas un día, comes un sándwich en el carro porque al día siguiente toreas a 1,200 kilómetros y tienes que viajar toda la noche y torear al día siguiente. Así sales a jugarte la vida.
Galdós: Y luego está el miedo al fracaso. El miedo más grande que puede tener uno es a no poder ejercer la profesión que tú has elegido. Cuando yo salí del colegio, todos mis amigos estudiaron Administración en la Pacífico, el otro Arquitectura en la Católica y tal. Yo dije que no iba a ir ahí, sino que me iba a coger mis maletas a España y me iba a ir a ser torero. Las posibilidades de que yo pudiera comer de mi profesión eran uno en mil. Bueno, hoy lo he conseguido. Puedo comer de mi profesión ahora, ¿pero y qué pasa si en dos años ya no puedo?
Te puede coger un toro.
Galdós: O te puede coger un toro. Mi preocupación también es qué hago yo con mi vida, que yo ya no sé ni sumar ni dividir, yo no sé nada. He dedicado toda mi vida al toro y soy un profesional del toro. ¿Pero y si a los 30 he fracasado como artista y voy a ser un torero frustrado?
Roca Rey: Por eso la felicidad del hombre no puede depender del éxito del artista, porque en el mismo cuerpo están las dos personas. Hay veces en que el éxito va demasiado rápido y la persona es consumida por el artista, por el torero en este caso. Así como tienes la frialdad, el corazón y la mente puesta en el sitio cuando estás delante de ese pedazo de toro, con esas dos puntas, con esos kilos, necesitas esa fuerza de voluntad de hacer que el hombre no entre al artista, porque, si no, te vas corriendo. En la plaza eres torero. Te olvidas del hombre.
Joaquín ¿por qué eres torero?
Sincera y únicamente, por amor al toro. No tengo ninguna ambición que no sea netamente artística o taurina. Creo que eso hay veces que juega en mi contra, quizás es un punto débil que tengo. Porque yo busco mi satisfacción personal delante del toro, pero hay días en el que de verdad hay que tragar mucha mierda y hay que estar dispuesto a no recibir nada a cambio. Soy una persona que nació con el toreo dentro de mí. Desde que veo un animal, siento que ya lo conozco.
¿Qué es el toreo para ti, Andrés?
En el fondo de todo, creo que es mi forma de agradecer a la vida, aparte de que es mi forma de entenderla. Yo siempre entendí la vida como pasión e intensidad. Y el toreo eso lo tiene. Te enseña a vivir cada momento como si fuera el último. El toreo, cada tarde, es un volver a empezar. Y apenas termina, se acabó y vuelve a empezar. He encontrado una profesión que me da lo que yo creo que es la verdadera vida. Y no ponerme delante de una computadora, que tal vez a muchos les puede gustar.
Imagen
Joaquín, te faltó definir a Andrés como torero.
Es el último genio que ha nacido en mi generación. El toreo es algo que no se puede explicar. Voy a decir algo que no tiene nada que ver con lo técnico, pero tiene algo que cautiva a la gente. Podría decir mil cosas taurinas de él, que tiene valor, que tiene variedad, que expone hasta unos niveles a veces irracionales, que es poderoso, que entiende a los animales rápido, mil cosas. Pero, creo, lo que lo distingue del resto es la conexión que genera. Será por la manera en que camina, por como mueve el pelito, por su paquete, por lo que sea, por algo que le ha dado Dios, pero es algo que ves en el medio del ruedo, parado con los pies juntos, mirando abajo, esperando al toro y a la gente la vuelve loca.
A mí Andrés me ha puesto de pie este año en Sevilla con un toro de Victoriano del Río, burraco, que tenía diez pases. En un momento que no sé qué pasó ahí, porque no me emociono con nadie, estoy harto de ver toros, y a mí Andrés me levantó del asiento. ¿Me entiendes? Entonces prefiero dejarlo en algo que no se puede explicar. La gente tiene que ir a la plaza a sentirlo.
PUBLICIDAD
ULTIMAS NOTICIAS
Imagen
Imagen
Imagen
PUBLICIDAD