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Chancay, siempre en los ojos
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“Trataron su ecosistema de manera sustentable y renovable”. El arqueólogo Pieter D. Van Dalen Luna, doctor en Arqueología de la Universidad Mayor Nacional Mayor de San Marcos, lleva más de dos décadas investigando la cultura Chancay y su sorpresa sigue intacta, sobre todo, por las capacidades sustentables que tomaron sus pobladores en el desarrollo de todas sus actividades.
La cultura Chancay fue una sociedad que se desarrolló entre los años 1100 y 1400, en el periodo prehispánico tardío, en la zona norcentral peruana. Su desarrollo se dio previo a la anexión al imperio incaico.
El profesor Van Dalen ejemplifica su sorpresa sobre la cultura Chancay con el hecho de que sus pobladores no depredaban la naturaleza a largo plazo, y así lograban aprovechar los ecosistemas de lomas, valles y quebradas por mucho tiempo. Otro ejemplo se encuentra en la crianza de auquénidos, la cual se realizaba con suma responsabilidad, usando a ejemplares adultos y no juveniles para la representación iconográfica o sacrificios.
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Pero a ello el arqueólogo suma una característica resaltante más. Asentados entre los valles de Chancay y Chillón, ocuparon una zona que, pese a ser principalmente desértica, posee valles fértiles bañados por ríos ricos en recursos. Esto los hizo ser una sociedad principalmente agrícola, pero que tampoco olvidó el mar del Pacífico. “Eran sociedades que vivían en las costas, desarrollaron la pesca en playa y mar adentro usando caballitos de totora y otros implementos para desarrollar esta actividad. El mar fue una dispensa de productos muy importante ya que los abastecía de peces y mamíferos marinos para el sustento de esta población”, cuenta Van Dalen.
ESTRATÉGICO
De esta forma, es posible ver que el asentamiento de la cultura Chancay no fue improvisado. A los beneficios agrícolas y de pesca se les sumó una cuestión estratégica. Entre una región intermedia entre el territorio de los chimúes y el de las sociedades de la costa central y sur, los chancay mediaban las relaciones comerciales y geopolíticas.
“La ubicación fue importante para distintas sociedades en diferentes momentos, desde la época de la cultura Caral o Chavín hasta el desarrollo de la misma cultura Chancay. Seguidamente, en la época colonial, Chancay fue una zona importante de tránsito para llegar a la capital del virreinato, Lima. Y a todo esto es preciso indicar que también servía como una dispensa alimentaria por su gran producción agrícola para Lima”, comenta el investigador, quien se desempeña, además, como decano nacional del Colegio de Arqueólogos del Perú.
Y si bien en las últimas décadas las investigaciones en torno a Chancay nos han dado gratas sorpresas (el año pasado una excavación liderada por Van Dalen en las ruinas de Macatón, en Huaral, halló un fardo funerario de un curaca), además del reconocimiento cultural que vienen adquiriendo los cerámicos y textiles Chancay que se pueden apreciar en diversos museos y colecciones, la zona parece recobrar ese valor estratégico gracias —nuevamente— a su ubicación. En Peravillo, un centro poblado del distrito, viene alzándose el Megapuerto de Chancay, un proyecto portuario que busca crear conexiones intercontinentales.
“Finalmente, ahora la revalorización del patrimonio cultural y más aún en el contexto de la construcción del Megapuerto de Chancay favorece las condiciones no solamente para el desarrollo económico y social de la provincia de Huaral, sino también para el desarrollo de la revalorización de los aspectos culturales de la cultura Chancay”, explica Van Dalen, quien hace un llamado también para una mayor inversión en torno a las investigaciones y puesta en valor de sitios relacionados con la cultura Chancay.
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