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Giovanna Pollarolo: “No se les da voz a los niños y adolescentes (en este aislamiento)”
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La humanidad venía en un auto a gran velocidad, con la música a todo volumen, saliendo por la ventana y sonriendo mientras el viento nos daba en la cara, cruzando en rojo y con agendas hasta el 2025. Y de pronto, tuvimos que frenar en seco. Hemos bajamos del auto, estamos a un lado del camino y nos preguntamos qué pasó. Es la analogía de Giovanna Pollarolo sobre la pandemia que nos toca vivir.
La autora del poemario La ceremonia del adiós confiesa que ha tenido que aprender sobre la marcha para virtualizar sus clases como profesora universitaria y responsabilidades como directora de la maestría de Escritura Creativa de la PUCP. Y también es parte del jurado del concurso de Perú21 ‘Cuentos desde casa’, donde menores entre 9 y 17 años ya pueden participar enviando sus historias y experiencias sobre estos días de #YoMeQuedoEnCasa. Los ganadores del concurso podrán llevarse tablets y ver publicados sus cuentos en nuestra edición impresa. Todos los detalles están en peru21.pe
Ya no sueña que su padre le llama por teléfono. “En esto días seguramente (lo hará)”, me dice en una videollamada y se queda en silencio, mirando a otro lado, tal vez para recordarlo; mientras describe la bondad y generosidad de Mario, se le quiebra la voz y vuelve el silencio. “Mira que hasta ahora lo extraño”, revela con voz fina y detalla que dentro de poco se cumplirán 20 años de la muerte de su padre, quien nació en 1918, cuando otra pandemia de gripe azotó al planeta. También lo describe como una persona preocupada por entender el mundo. Hoy Giovanna Pollarolo, la nieta de inmigrantes italianos, tiene más preguntas que respuestas.
¿Cómo vive una escritora este encierro?
Siempre deseaste tener tiempo para escribir, estar en un lugar aislado. El aislamiento se relaciona con la escritura. Sin embargo, es todo lo contrario. Los primeros días respondía que, por ejemplo, estaba leyendo menos de lo que leo normalmente.
¿Eres de estar al día con las aplicaciones?
¿Yo? No, yo odio las instrucciones (ríe). Tengo la tendencia de ir aprendiendo sola las cosas. Pero nunca imaginé que en dos semanas íbamos a estar, dentro de las limitaciones, capacitados para enseñar virtualmente.
¿También hay una cuarentena mental que no nos permite entregarnos al placer, por ejemplo, de la lectura?
Hay mucha gente que dice: ¿qué hago ahora con todo este tiempo que me sobra? Pero a mí no me sobra el tiempo. Estamos trabajando el doble o triple, reuniéndonos mucho más. Parece mentira, pero la relación con los alumnos es más cercana. Hay una anécdota que me gusta mucho del escritor argentino Manuel Puig. Antes, para ver una película ibas al cine o esperabas a que los programadores de la televisión decidieran qué películas ibas a ver. Cuando en los años 80 aparecieron los entonces modernos VHS y betamax, de pronto se empezó a tener control sobre las películas que podías ver. La anécdota en la biografía de Puig dice que fue a la casa de un amigo y este le mostró, como si fuera algo mágico, esos aparatos. Puig le dijo: “¿Te das cuenta?: tenemos asegurada nuestra vejez”, en esa época era el summum.
¿Este es un tiempo ideal para la creación? ¿Los artistas en general deberían tratar de no dejarlo escapar?
¿Será? ¿Cuáles serán los resultados? Igual es una experiencia intensa y no es personal, sino social, porque nos afecta a todos. De pronto, podría entender mejor esa famosa frase de Adorno: “¿Qué escribir después de Auschwitz?”. ¿Cambiará la escritura? Nuestra memoria inmediata suele ser muy frágil. ¿Cómo puede ser posible que recién mucha gente nos hemos enterado de lo terrible que fue en 1918 la fiebre española que afectó a millones de personas? ¿Por qué no se escribió sobre ella? ¿Nos pasará eso? De pronto, puede aparecer un género literario.
Vivimos prácticamente una tercera guerra mundial.
Sí. Sabíamos que venía una, pero nunca la imaginamos así.
Y donde los enemigos somos nosotros mismos.
Es verdad. Se había proyectado un futuro difícil, que iba a tener que ver con guerras, con lo ecológico, pero no de esta manera.
¿Cómo asimila esta circunstancia un niño o adolescente?
Por eso me parece interesante el concurso de Perú21. Se habla de los niños y adolescentes, pero no se les da voz, no se les escucha. Se habla de que tienen que hacer clases, que hay que entretenerlos, que se deben hacer planes, pero no se les pregunta qué quieren, cómo la están pasando. En clases virtuales el profesor le puede preguntar al niño qué siente, qué piensa, pero a través de un concurso le permite más libertad, porque no le contesta a la maestra o al padre, sino escribe para sí mismo. Uno cuando escribe es una introspección, exploras en tu propio mundo.
Algunos padres podrían decir que su hijo o hija no tiene habilidad para la escritura. ¿Es así o, por lo menos a temprana edad, siempre hay un potencial para escribir?
Así como los niños dibujan y después viene la propia censura y las limitaciones, así también pasa con la escritura. Todas las personas tenemos la capacidad para expresarnos. También tiene que ver con el poco estímulo que hay en los colegios hacia la escritura creativa. La escritura creativa debería ser un curso tan obligatorio como comunicación o matemática. Todas las personas, especialmente los niños, tienen esa capacidad y lo que ocurre es que no se desarrolla, no se cultiva, lo que se convierte en “yo soy malo para escribir”. Se trata de fomentar la capacidad para escribir, proponer temas o leer desde la perspectiva de cómo se escribió ese libro, facilitar técnicas.
¿Este es un buen momento para incentivar la lectura en casa?
No hay una receta, pero lo peor es obligar. Encontrarte con un libro que te guste y que sea la puerta que abra ese universo es casi una suerte. Puede ser que leas diez libros y ninguno te atrape. Lo que puede ser para mí, puede no ser para ti. Yo dejaría libros diferentes por todas partes y la consigna sería: lee dos páginas y si te aburres, cambia y lee otro. Tiene que haber una primera página de algún libro que te atrape.
Pensando en el concurso, ¿se podría dar claves para escribir un cuento o una historia?
Yo no daría claves. Escriban con toda libertad, si quieres cuenta algo que te haya ocurrido en estos días, algo sobre lo que quieras hablar, o sino imagínate que aparece un ser de otro mundo que nos va a salvar de este virus, lo que tengas ganas de pensar sobre esta experiencia. La norma de que un cuento tiene un principio, desarrollo y final la tenemos metida en nuestra cabeza, el mismo niño lo sabe.
Acabaste Literatura y publicaste tu primer libro, Huerto de los Olivos, en el 86. Tiempo también difícil para el país.
Soy de la generación que no pensaba en congresos, festivales, ferias. En los últimos años del 2000 ha habido una suerte de boom, de gran incentivo para la escritura. Ser escritor en los 80 era: saco mi librito en edición precaria y ya. Pero a mediados de los 90 ya empiezan a aparecer muchas personas que quieren ser escritoras, porque se ve como posibilidad profesional.
¿Por qué te aventuraste a ser escritora en un tiempo difícil?
Nunca, ni ahora, veo mi escritura como una profesión. Me parece que para la gente joven está muy bien, yo misma lo fomento desde la maestría de la Católica, pero mi escritura no pasa por lo profesional. No vivo, ni he pretendido ni pretenderé vivir de lo que escribo.
¿Por qué escribes?
Es una necesidad. Aun cuando no tengas expectativas profesionales, económicas, escribir no se detiene en el texto que después guardas en el cajón. Hay un momento en que dices: esto lo tengo que publicar porque si no lo hago, no voy a poder comenzar otra cosa. Un texto te atrapa, si no te lo quitas de encima, no puedes comenzar otra cosa.
¿Eres optimista o pesimista del futuro?
El mejor lado del ser humano tiene que triunfar, en la búsqueda de vacunas y en proponer mejores maneras de vivir con nuestro entorno.
¿Si vuelves a soñar con tu padre, qué le dirías?
Que nos salve... (y su sonrisa se confunde con la emoción por recordarlo).
AUTOFICHA:
- “Soy Giovanna Rosa Pollarolo Giglio. Nací en 1952, en Tacna. Mis abuelos paternos llegaron de Italia en el año 14 y los maternos en el año 11. Aunque parezca mentira, había mucha movilidad. Mi padre sí nació en Tacna, aunque sus hermanos mayores nacieron en Italia”.
- “Estudié Literatura en la Católica, luego hice una maestría en San Marcos y después el doctorado de Literatura en la Universidad de Ottawa en Canadá. Actualmente, enseño en la Universidad Católica y dirijo la maestría de Escritura Creativa en la misma universidad”.
- “Tengo un libro que lo vengo escribiendo hace siete años y me estoy preguntando qué voy a hacer con ese poemario. Quizá retome los guiones para cine. He escrito los guiones de Tinta Roja y Ojos que no ven, entre otros; y con Augusto Cabada escribí los guiones de La boca del lobo y Caídos del cielo”.
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