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Diana Quijano, actriz: “El adulto tiene muchos cuentos torcidos en su cabeza”

Diana Quijano, actriz peruana que radica en México. La entrevistamos.

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De niña le hacía una pregunta a su madre. “Es una tontería, ah; no es algo por lo cual te haga llorar ni nada”, advierte con voz firme. ¿Qué le preguntabas?, insisto. “¿Yo voy a ser feliz?”. Mientras lo dice sus palabras se quiebran y se queda en silencio. Su madre le respondía cantándole “Qué será, será”, de Doris Day. “El futuro no es algo que podamos ver. Lo que ha de ser, será”, dice la letra.
Hace 27 años, Diana Quijano dejó el Perú. Llegó a ser parte de producciones de Telemundo, Televisa, MTV Latinoamérica y más. Hoy radica en México y desde allá vuelve al Perú virtualmente, a través de la puesta en escena Una familia feliz, de Camerino Virtual. Va desde mañana hasta el 29 de noviembre. Las funciones serán viernes, sábado y domingo, desde las 9 p.m., vía la plataforma Joinnus Live.
La hija de Diana no le pregunta si será feliz. Ella se llama Samikai, que significa ser humano feliz. Tal vez es la respuesta que esperaba.
-¿Cómo ves al Perú de hoy a la distancia?
Los congresistas hacen lo que les da la gana. Es de vergüenza.
-Y te fuiste de un país en crisis.
El país estaba en pleno terrorismo. Yo justo acababa de terminar de hacer la temporada de Daniela Frank, libreto para una función clandestina. Las bombas estallaban por todos sitios. La prensa me comenzó a achacar a mí lo que decía la obra. Era una mujer que viajó ilegalmente a EE.UU. con una visa de turismo y se queda; comienza a estudiar y a trabajar y gana el premio Pulitzer por una noticia falsa que la publica para encontrar a su hermano. Comenzaron a decir que Sendero me perseguía a mí. Me fui buscando un nuevo futuro porque en Perú era teatro y ya, y de teatro no se puede vivir. Yo hago televisión para poder hacer teatro.
-También habías hecho Patacláun y tenías un personaje que, de igual manera, se iba. En ti está la constante de partir. ¿Son coincidencias?
Cuando se estaba haciendo el montaje, se hizo por rifa y a mí me tocó el ‘me voy’. Bien loco. En mi familia también soy la oveja negra, me fui a los 22 años. Por un pleito que hubo me botaron de mi casa. Siempre me estoy yendo. En Colombia estuve 5 años y me fui. El patrón de comenzar de cero se repite mucho en mi vida. Pero no es adrede. Simplemente llega un momento en que no hay chamba. Yo antes hacía de todo porque tenía una hija. Si me quedaba sin trabajo de actriz, vendía hasta café de puerta en puerta. Pero ahora mi hija ya está grande, está en Corea, trabaja para el gobierno de Corea y yo estoy sola. Entonces, ya puedo ser pobre. Yo lo que quiero es ser actriz; y si veo que hay más oportunidades en otro lado, me voy. Lo que yo quiero es ser actriz.
-¿A qué atribuyes esta ‘vocación’ por partir? ¿A la rebeldía?
Yo creo en la reencarnación y creo que en alguna vida debo haber sido gitana (ríe), porque empaco y me voy. Si tengo que reducirme, me reduzco, no tengo ningún problema. Lo único que siempre cargo conmigo es mi licuadora.
-Esta determinación para irte, de alguna manera, se refleja en tu voz, que se impone, así como en tu rostro, la mirada.
Es pura facha, pienso que soy una mantequilla. No es que tenga carácter fuerte, parece nomás. Sí, no me quedo callada, no soy boba, no me gusta que me aplasten. Sí, digo las verdades aunque a la otra persona no le guste. Pero pregúntale a cualquiera que me conozca y te dirá: “Diana es pacífica, no la molestes nomás”.
-Tu hija vive en Corea y vives fuera del país donde naciste. ¿Qué es ser una familia feliz?
Donde hay armonía y comunicación, es como el yin y el yang.
-¿Por qué le preguntabas a tu madre si serías feliz?
No tengo la menor idea. Debe ser un arrastre de una vida pasada.
-¿Y tu madre te respondía solo cantando esa canción o te decía algo más?
Se lo preguntaba llorando. Cuando crecí, me preguntaba: ¿por qué no me contestaba otra cosa? Cuando fui mamá me di cuenta de que cuando el hijo llora, uno llora más por dentro y no le vienen las palabras para calmar el llanto del niño. Es difícil ver llorar a tu hijo.
-Hacer Una familia feliz, vinculada a la experiencia LGTB, ¿qué representa para ti?
Los niños entienden mucho más rápido que los adultos. El adulto tiene muchos cuentos torcidos en su cabeza. El niño acepta las cosas tal como son; no tiene ningún prejuicio. Y de eso se trata lo que estoy haciendo, de los prejuicios que tenemos los adultos para vivir en una sociedad sana.
-¿Qué hay que hacerle entender a los adultos sobre la comunidad LGTB?
No es una cuestión de elección. Es una cuestión de eres o no eres. El tema tiene que ser: dejar ser. Tener un hijo gay no es un pecado ni castigo. Al contrario, tienes un hijo o hija con una sensibilidad que no tiene mucha gente.
-¿Hoy cuál dirías que es el arquetipo de familia feliz?
En paz (ríe). Antes se veía a la familia feliz con el papá con un trabajo estable, la mamá en la casa con los hijos, el perrito y la casa con la reja blanca. El concepto de familia feliz es dejar ser, estar contentos con lo que uno es. Y el respeto mutuo. Salí de mi casa –bueno, me botaron– pensando que iba a tener una familia supuestamente feliz, con tres hijos, me iba a casar y no me iba a divorciar. Pero al casarme no contemplé cosas tan importantes como cuál era su forma de pensar. Solo contemplé que era un tipo que se había hecho solo. Y no, para formar una familia tienes que pensar con la cabeza, no solo con el corazón y abajo. Es una cosa seria. Si vas a tener hijos, después el hombre se desaparece y uno termina criando hijos sola.
-¿Eres feliz?
Soy feliz, porque hago lo que yo quiero. A veces cuando hablo con mi mamá me saca de mi comodidad. Discutimos, pero termino diciéndole que mejor no toquemos ese tema, porque me cuestiona, después me lo cuestiono y veré que estoy equivocada, replantearé todo y haré mis maletas, y no me quiero mudar todavía (risas).
-¿Cuál es el próximo destino?
Perú (alza la voz).
AUTOFICHA:
- “Soy Diana María Quijano Valdivieso. Tengo 58 años. Nací en Lima, en el Hospital del Empleado. Terminé el colegio y fui modelo a los 16 años. Después estudié en Cenfotur, Administración Hotelera; luego Secretariado y Producción Cinematográfica con Robles Godoy”.
- “De Perú recuerdo Gamboa y Catherine y el armario en teatro; también Daniela Frank, libreto para una función clandestina, de Alonso Alegría; me encantó porque me hizo el paso de teatro de movimiento a teatro de texto. Alonso casi, casi me formó en teatro de texto”.
- “La telenovela Victoria me marca porque la han dado tantas veces y la protagonista es Victoria Ruffo, que es tan conocida, que heredo un poco esa fama. Esa novela me abrió puertas en todo el mundo. Hago comerciales, he audicionado para una película en Guatemala y tengo una serie en Instagram”.
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