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Enrique Niquin, Museo de los Colli: “En todos los distritos debe haber museos”
Próximo a cumplir 73 años, entregó su vida a custodiar y divulgar el legado Colli. Su casa, un museo. Él, guardián de esta cultura preinca. Perú21 entrevistó a Enrique Niquin.
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Se molesta cuando no lo miran o no le obedecen. Ordena y dirige. Primero la visita guiada, dice en qué momento tomar fotos y al final la entrevista. “Cierren la puerta”, “mírame”, “gira un poco más allá”, “estoy hablando”, repite. Explica el nombre Colli, el origen, su evolución y cómo era antes la zona donde estamos. Nos encontramos en su casa, en la calle Atahualpa, que a la vez es el Museo de los Colli y un centro cultural, fundados por él. Enrique Niquin, el guardián de esta cultura preinca.
La portada gigante de una futura historieta de su autoría sobre los Colli, maquetas, huacos, réplicas, paneles, historietas, mapas y moldes son algunas de las piezas que exhibe en dos ambientes. Espacios que ha ido implementando gracias a la ayuda de alumnos de universidades como San Marcos y Católica; y claro, gracias a la tenacidad de Enrique, que también sostiene este reducto con polladas, frejoladas y, este 16 de octubre, con una pallarada. Pero le molesta que digan que tiene el museo más humilde del mundo. Defiende la dignidad, la de un autodidacta en historia, investigación y gestión cultural.
Proyecto que sostiene desde la adolescencia y que le ha costado contraer tuberculosis y perder a su pareja. Se enojó y se fue. Le exigía que salga, “como todos”, a las 7 de la mañana a trabajar. “Yo trabajo acá”, le respondía. “¿De eso vives?”, insistía. Y él sigue al pie del cerro que custodia el legado Colli. No tiene hijos y es el segundo de 12 hermanos.
“Todavía no filmes. Siéntate, voy a cambiarme”. Ordena y dirige. Se da la vuelta, saca una camisa, se cambia y me pasa una lista de preguntas que tiene escritas a lapicero en un cuaderno. Luego de que comprueba que ya las revisé, me entrega una hoja en blanco para escribir mis preguntas. No escucha bien y prefiere leerlas antes de responderlas. Las revisa y me pide que agreguemos algo más. “Si quiere puedo dejar un mensaje a la juventud”, me dice, tose y bebe un sorbo de una gaseosa negra. Está listo.
-¿Cómo está don Enrique?
El doctor dijo que tenía neumonía. Una señora me salvó...
-¿Por qué sigue entregado a difundir la cultura de los Colli?
Porque me nace, no hay nadie que continúe. En la pandemia la pasé gravísimo, por acá desfilaban los muertos, por eso no atendí a nadie y viví de lo que vendía en Facebook. Me salvó la gente de Miraflores, Surquillo, La Molina, Lurín... La gente pudiente me ha comprado.
-Ya son varios años dedicados a los Colli.
A los 17 años empecé mis actividades culturales, cuando estudiaba en la gran unidad escolar Bartolomé Herrera de San Miguel. Me venía a cuidar una choza que mis padres hicieron con tres palos, cubierto con una frazada, un primus y una vela. Apliqué lo que el profesor me había enseñado en el colegio. Había puras lomas, plantas. ¡Increíble! Descubrí caminos milenarios, que iban hasta San Juan de Lurigancho, Carabayllo. Después pasé a investigar el distrito de Comas y me demoré tres años. Todo era campos de cultivo, quebrada abrupta. Pero dije: estos 365 sitios arqueológicos y 15 casas coloniales van a desaparecer si no hay quien presente un proyecto para ponerlos en valor. Por eso el 15 de septiembre, del año 1989, cree mi centro cultural Proyecto Collique Monumental. El peruano no presenta proyectos, para criticando nomás. Una de las propuestas es que en todos los distritos debe haber museos. Y pensé en hacer un museo en mi casa.
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-¿Estuvo bien haberle dedicado su vida al museo?
Después de haber investigado por 20 años, mi cuerpo se malogró, fui a parar al hospital con una potente tuberculosis. Me han asaltado ocho veces, porque venía de noche, dos, tres de la mañana. Cuando me dieron de alta, me fui a trabajar como dibujante con el cineasta Alejandro Legaspi. Y ahora, el 3 de diciembre, cumpliré 73 años y el doctor me ha dicho que a partir de los 75 mi cuerpo se va a malograr. Hace dos meses me volvieron a llevar al hospital, porque estaba muy mal. Tres veces casi me ahogo. Me han dicho que de repente tengo cáncer. Pienso que ya debería estar descansando.
-Está cansado, don Enrique.
No puedo descansar, porque el día que descanse no habrá nadie que atienda a las miles de personas que vienen a saber de los Colli, porque en el Valle del Río Chillón no hay ninguna persona que defienda a los Colli. Todos son proincas. Soy descendiente de señores Muchik, por eso llevo a mucha honra el apellido de mi viejo. Pero sí, estoy cansado, porque trabajo desde temprano, desde las 6 de la mañana; paro a las 2 de la tarde para comer y regreso. Y de ahí me voy a la computadora a avanzar mi nuevo libro. Estoy haciendo tres nuevos libros.
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-¿Cómo fue la primera vez que llegó a Collique?
Fue cuando estaba estudiando en primaria, en una excursión, el año 1975. Era una excursión a Yangas y paramos en el preventorio de Collique. Entramos a conocer a los niños con tuberculosis. Y seguimos nuestro camino. Pero luego fue una decisión de mis padres de querer hacer casa acá, porque en Lima se estaban ocupando todos los terrenos.
-¿Cómo le gustaría ser recordado?
No tengo ninguna otra ambición que recordar a las nuevas generaciones que viven en nuestros territorios que por aquí, hacia el año 1462, hubo un grupo cultural que sacó cara por la identidad nativa, por lo nuestro. Solo aspiro a ser recordado así.
-¿Pero qué pasará con este legado?
Ese es el problema pues… Los museos son espacios éticos de las ciudades, que guardan los vestigios de las antiguas generaciones. Pueden ser tejidos, céramicos, utensilios, armas, la memoria histórica. Por eso, visiten los museos.
AUTOFICHA:
-“El Museo de los Colli funciona de lunes a domingo, de 9 a.m. a 3 de la tarde. Se dice Col-li, es una frase muchik. Col quiere decir “muy” y li es “oscuro”. El origen de los Colli está en el norte. Estoy pidiendo que hagan un museo de Collique, y nada. He publicado dos libros”.
-“Los libros son Collique. Quebrada histórica y Los Colli del valle del río Chillón. El museo se encuentra en la calle Atahualpa 403, Comas. Es el pasaje Libertad, lote 5, Mz. LL, tercera zona de Collique. Los Colli se caracterizaron por ser trabajadores, esforzados y diligentes”.
-“Los incas han venido, pisoteado y han hecho su imperio matando a miles de culturas preincas. Por eso nos hemos rebelado y nos juntamos a los españoles y lo matamos a Atahualpa en Cajamarca. Después nos liberamos de los españoles juntándonos con los criollos. El Perú no lo han hecho los incaicos”.
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