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Entretenimiento vs. política
Pancho de Piérola: El juicio de los 7 de Chicago.
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“Todo el mundo está viendo”. Esta es una de las primeras frases con las que empieza la nueva película del director y escritor Aaron Sorkin, responsable de guiones como La red social, Moneyball, y la serie The West Wing. No es sorpresa que El juicio de los 7 de Chicago se haya estrenado en Netflix ad portas de las elecciones de Estados Unidos.
El film es un biopic que narra el juicio de un grupo de personas que fueron acusadas en 1969 por conspiración y por incitar el desorden durante la Convención Nacional Demócrata, protestando contra la guerra de Vietnam. Esto condujo a disturbios que causaron lesiones a más de 750 personas entre civiles y policías.
Rescato de la película el logro de hacer que un juicio sea entretenido. El director logra esta hazaña con ciertas libertades artísticas, deslindándose de la realidad, y con un elenco estelar en el que sobresale la dualidad clásica del director por parte de los actores Sacha Baron Cohen y Eddie Redmayne, cuyos personajes, a pesar de estar en el mismo bando, chocan por no separar el ego de sus ideales.
Lo que no rescato de esta película, y es una constante en Hollywood en los últimos años, es la martirización de lo subversivo. Estar en contra del sistema no le da derecho a nadie a actuar de manera violenta, saquear y destrozar propiedad privada, y luego, cuando las fuerzas antisubversivas actúan con la definición de su nombre, acusarlas de brutalidad policial.
Baron Cohen, a quien es difícil verlo como si no fuera Borat, cita a Lincoln para validar su punto de vista. “Siempre que se cansen del Gobierno existente, podrán ejercer su derecho constitucional de enmendarlo, o su derecho revolucionario de desmembrarlo o derrocarlo”. Esta frase fue dicha en 1861, cuando estaba por estallar la Guerra Civil. Traerla al presente para justificar violencia es una barbaridad.
Recomiendo la película porque, como cualquier pieza basada en la vida real, nos permite conocer más sobre historia, personas y en este caso hasta leyes de otras culturas. Pero recomiendo que se observe con la certeza de que los días en los que Hollywood era un bastión del entretenimiento se han terminado. Las películas más populares son mecanismos políticos disfrazados de caras bonitas y frases bien dichas. Esperemos que sea solo una fase. Como antes lo fueron vampiros, zombis y superhéroes.
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