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Escribir en la mesa del comedor
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Por: Katya Adaui / Escritora
Escribir es un refugio que nos permite pasar cualquier invierno. Un refugio donde la mente del lector y del novelista se saludan.
Escribir una novela es hacer un aeropuerto en la propia mente. Como sucede con el aeropuerto de Detroit, algunos pájaros se quedan atrapados adentro. Ese accidente de la naturaleza es lo más interesante en una novela. No es intencional, pero los pájaros anidan en las vigas, reviven.
Así habla Lorrie Moore. Yo anoto al vuelo la traducción. Está dictando una clase de novela en el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires. Y sigue.
Escribo en la mesa del comedor.
Invento algunas ciudades y las ubico adyacentes a una ciudad real. Lo hice en todas mis novelas y algunos lectores se enojan. Un mapa que no tiene nada que ver. La especificidad es emocional. Como escritora, estoy muy paralizada si estoy cerca del lugar en que me crié. Una novela se reacomoda, se comprime, se reinventa. Tienes que pensar en las personas y en las cosas patas para arriba. Lo mismo pasa con los personajes, han pasado por etapas de infelicidad.
La novela es la ópera. El cuento es una canción de dos versos. Hacer cuentos es más divertido, claro.
Cheever dijo que el cuento tiene algo latente en el fondo: puedes escuchar la cola del dragón tocar la copa de los árboles. Una novela está más interesada en el sonido de las preguntas y sus respuestas anteriores. Es inmanejable, pero de alguna manera se maneja.
No es necesario que un escritor pase del cuento a la novela. Los cuentos están orientados hacia el final; los finales son muy importantes porque arrojan luz sobre el comienzo. El final de la novela es un mirar hacia el futuro en lugar de mirar hacia atrás.
Los cinco sentidos tienen que estar registrados en las páginas, conectar las cosas es una práctica diaria.
El lector es un invitado íntimo. Es una conexión humana.
La vida del escritor es una vida completa. Juegas el juego largo.
No sé cuándo algo es útil o estoy influenciada por mi estado de ánimo. A lo mejor al lector sí le interesa. No tiro nada a la papelera, no soy tan fuerte, yo lo salvo todo.
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