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Fátima Chávez: “Tenía claro que era inteligente; si me decías fea o bonita, me era irrelevante”
Vivía en Puente Piedra y estudiaba en San Marcos. Quiso ser escritora y entró a la televisión. Empezó moviendo el prónter para los conductores y ahora es una de las figuras de los programas informativos de Canal N. Perú21 entrevistó a Fátima Chávez.
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Se quedó pasmada y no pudo hablar. Estaba frente a la cámara, al otro lado: millones de peruanos la veían. Y en el set de televisión, el conductor del noticiero, Federico Salazar, esperaba su reporte. “Me quedé así…”, me dice y trata de repetir el momento: se paraliza e intenta hablar. Por los audífonos le decían: “habla, habla”. Y nada. Fueron segundos, pero para ella fue eterno. Reaccionó cuando, finalmente, cortaron el enlace en vivo. La entonces periodista de 22 años no habló.
Ha pasado una década. Fátima Chávez es uno de los rostros periodísticos que brilla vía Canal N y América TV. Nos informa sobre las noticias diarias en D 9 a 11, en la mañana, y N Noticias, de 1 a 3 p.m. Labor que realiza luego de, como se dice en el argot periodístico, hacer calle por varios años.
Aquella vez que no pudo hablar volvió al canal y pidió disculpas. El productor le dijo: “Algunos periodistas sirven para una cosa y otros, para otra, ya descubrirás para qué sirves”. Lo recuerda, ríe y agrega: “Me fui destruida”. Volvió a su casa pensando en renunciar. Una amiga la hizo reflexionar y pensó: “sí pues, no voy a ser una cobarde”. Regresó y no solo lo intentó.
¿En qué momento sientes que estás?
Creo que estoy en un momento de crecimiento, y de muchas ganas y de mucha hambre de seguir adelante. Es una muy buena etapa, estar liderando dos noticieros y también empezar la maestría en Ciencias Políticas en la Católica.
¿Por qué Ciencias Políticas?
Mi papá siempre me decía que debí haber sido abogada.
Percibo que tienes el ímpetu de una abogada.
Sí. Me gusta lo justo, me gustan las cosas correctas.
¿Tuviste que defender alguna injusticia?
Claro, cuando era reportera. Las mujeres que terminaban golpeadas por los maridos no querían, a veces, denunciar o eran maltratadas en las comisarías, no les querían recibir las denuncias. Había que ir con ellas y pelearse.
Podrías informar y retirarte.
Sí, pero yo no podía verlas en ese estado y simplemente ser indiferente. Estaban confiando en nosotros, cómo vamos a defraudarlas.
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¿Siempre has sido así?
Sí, desde chiquita.
¿Qué batallas has librado cuando eras “chiquita”?
Me gustaba defender a mis amigas de los niños molestosos y era policía escolar. Siempre he sido, como dices, impetuosa para este tema de derechos.
¿Contigo no se metían?
No. Nunca les tuve miedo. Sobreviví en un mundo de puros chicos. Aprendí mucho de la masculinidad; dentro de todo, ellos me enseñaron a defenderme.
¿Por qué no fuiste abogada?
Me llamó más la atención escribir. Yo quería ser escritora. Quería escribir como las historias que leía mi mamá.
¿Y por qué la televisión?
Televisión no fue nunca mi objetivo principal. Pero había que trabajar mientras uno estaba estudiando y me decanté por hacer prácticas en audiovisuales. Me dijeron para entrar a televisión a mover el prónter para los conductores. Y dije “no, esto no es para mí”.
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Viendo a los conductores, ¿no aprendiste cómo manejarte frente a cámaras?
Sí. Por eso decía que jamás lo haría. No me sentía lista para estar frente a una cámara. No me gustaba la cámara.
¿Por qué?
Me causaba vergüenza.
Supongo que siempre han resaltado tu carisma y simpatía, atributos que en teoría se piden para televisión, además del talento periodístico.
Jamás lo creía.
¿No?
Siempre estuve muy enfocada en estudiar. Sí tenía claro que era inteligente, eso nadie me lo iba a discutir. Si me decías fea o bonita, me era irrelevante.
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Retomo la pregunta de para qué estudiar ahora Ciencias Políticas.
En principio, quiero entender por qué hay tanta desafección de los ciudadanos con las autoridades, por qué hay una desconexión de las autoridades con los ciudadanos y por qué en este país vivimos en una constante crisis. Un presidente peor que otro, un Congreso peor que otro. ¿Qué está pasando?, ¿qué sucede con nuestra democracia?
En medio de ese panorama sombrío, ¿con qué ganas se es periodista?
Con las ganas de marcar una diferencia. Y no importa que seas una hormiga dentro del camino, mientras te salgas y generes que otras personas, dos, tres o cuatro, puedan tener un giro y en cadena articular a más personas. Con que una hormiga se salga del camino, generas el caos y vas viendo cómo otras toman su propio camino. En el periodismo, así sean uno o dos, mientras hagas una diferencia, vas a generar, tarde o temprano, que en otro lado del espacio se concrete un cambio. Eso me motiva.
¿Tu padre no te dice que debiste seguir Derecho?
Cada vez que pasa algo (malo), me dice “yo te dije” (risas).
¿Tus padres a qué se han dedicado o dedican?
Son migrantes. Llegaron de Cajamarca y Ayacucho. Han sido mi motivación, me enseñaron que la única forma de que yo pudiera conseguir algo en esta vida era con la educación, algo que ellos no pudieron obtener. Acabaron la secundaria, pero no pudieron tener una carrera superior. Mi papá se dedicó a trabajar en una empresa de insecticidas y mi mamá se dedicó a cuidarnos. Fue ella quien me enseñó que una mujer tenía que ser independiente y fuerte. No me dejaba tocar la cocina. Me decía: “tú, con los libros”.
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¿Naciste en Puente Piedra?
No. Vivían allá, pero nací en Lima. Allá tenemos una casa enorme producto del esfuerzo de ellos, que se demoraron en construir casi una década.
Estudiar en San Marcos y vivir en Puente Piedra no es fácil, por la distancia.
Han sido buenos años. Me enseñó muchísimo sobre de dónde vienes y a dónde vas.
¿Ser sanmarquina te da otro plus?
(Risas). Ser sanmarquina es un orgullo. Además, ingresé en el primer puesto de toda mi base.
Cuando se habla mal de los sanmarquinos, ¿qué piensas?
San Marcos es el Perú. Quien estigmatiza a San Marcos es porque no la conoce.
Pero ya no creo que viajes en combi.
¡Por supuesto que sí, viajo en combi!
No te creo.
¡Claro que sí! (sonríe). Las dinámicas sociales dentro de lugares públicos como el transporte muestran mucho cómo son las personas. Y, además, ¿cómo hablo de una realidad que no conozco? Mis padres siempre me dicen que nunca olvide que el mejor camino es el de la humildad.
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AUTOFICHA:
-“Soy Kelly Fátima Chávez Espejo. Tengo 32 años. Nací en Lima. Postulé a Comunicaciones en San Marcos. Tengo un hijo de seis años. Él juega a construir, pero creció viendo noticias. De Ayacucho tengo la fortaleza y de Cajamarca, la coquetería (risas)”.
-“He estudiado diversos diplomados en gestión, finanzas, desarrollo comunicacional entre poblaciones indígenas, comunicación y sociedad. He estado pensando llevar un taller literario; quise llevar la maestría de Escritura Creativa”.
-“Estuve en ATV, ahí empecé. Estoy en Canal N y América. Tengo un proyecto muy interesante de prevención en niños, niñas y adolescentes de los peligros en Internet, para que sea un referente; es con un grupo independiente de profesionales”.
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