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Gerardo Chávez, artista: “No pienso en la retirada, me he acostumbrado a la vida”
Mañana presenta ‘Antes del olvido’, su libro de memorias, que llega a los 84 años pero con la vitalidad de un niño. Perú21 entrevistó al artista Gerardo Chávez.
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“Soy de ustedes”, nos dice cuando, el fotógrafo y yo, ingresamos a una de las salas del Museo de Arte de Lima (MALI). Alista lo que será mañana la presentación de Antes del olvido (Alfaguara), el libro que recoge sus memorias. En la cita lo acompañarán los escritores Alfredo Bryce Echenique y Fernando Ampuero, y la periodista María Laura Hernández, quien fue parte de la realización de la obra. El encuentro es a las 7 p.m. y se expondrá una pieza inédita.
“No me gusta estar herido”, me dice y entrega su bastón delgado que él mismo refaccionó incrustándole una placa que parece de metal. Lleva puesto un chaleco confeccionado para alguien que tiene que guardar lápices o pinceles, para un artista; lo compró en Londres, aunque él radica en París desde hace más de 60 años, cuando empezó a delinear el futuro. Se quita la mascarilla, le pregunta al fotógrafo cómo debe pararse en medio del enorme patio techado del MALI. Bromea, sonríe, poco tiempo sostiene la seriedad.
Gerardo Chávez es hijo en una familia de 11 hermanos, pero solo dos están vivos. Le pregunto cómo se logra llegar a los 84 años. “Tal vez porque me alimento de ilusiones”, responde el padre de tres hijos en tres mujeres distintas y que anuncia que volverá del todo al Perú, porque sus amigos están muriendo.
Le propongo cruzar el patio para sentarnos en una mesa que está al otro extremo. Caminamos y a mitad del trayecto, se detiene y comienza esta entrevista, porque Gerardo siempre tiene una palabra o una frase que dibuja con humor e inteligencia, y antes de que las palabras se las lleve el viento, las guardamos en la grabadora.
-Me dice que está preocupado porque las cosas para mañana tienen que salir bien. Pero a la vez me deja la impresión de ser una persona relajada en el buen sentido de la palabra.
Me gusta estar relajado porque es la única manera de poder estar con mi verdad, sino uno aparece tenso y no sabe qué decir, qué hacer. Hay que estar un poco con la razón humana, con todas esas cosas que uno ama ser.
-Se dice del artista que es relajado pero en el sentido negativo.
Depende. He conocido colegas que son más tensos que una palabra (risas).
-Hace cinco años le pregunté cómo están los caballos salvajes del alma, parafraseando el título de una de sus obras. ¿Cómo están hoy?
Ahora he pasado a metamorfosear esos caballos, esa alma. La forma hay que encontrarla sobre todo en la naturaleza, ser mirones y alcanzar a ver lo que la naturaleza propone, aunque a veces encontramos que todo está hecho.
-El artista interpreta lo que existe.
Yo creo que sí. A eso de la creación no le doy mucha importancia porque en realidad uno es mirón, uno trata de que las cosas se reinventen y puedan darnos otras sensaciones. Un artista es una herramienta que sirve para componer estéticamente lo que uno ve. Y bueno, encontrarse un día con la belleza.
-¿Ya encontró la belleza?
No, estoy lejos. Trabajo para sentir mi obra, como escarbar la tierra. Tenemos que alimentar permanentemente esta especie de tumor de la creación que tenemos interiormente y sacarlo y sublimarlo.
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-¿Publicar las memorias es como anunciar la retirada?
De ninguna manera. No pienso en la retirada, me he acostumbrado a la vida (risas). Es lo único que aprendí a hacer.
-Se podría decir que tuvo la peor infancia: su madre murió cuando usted tenía cinco años, lo desahuciaron de niño, quiso huir de casa y el carro chocó, tuvo un padre casi ausente, una madrastra difícil. ¿Qué lo salvó, cómo sobrevivió a la infancia?
Bueno, es un misterio que está mezclado con la suerte.
-Dice que su madre lo marcó.
Recuerdo que mi madre tenía una cabellera muy larga y yo caminaba agarrándome de su cabellera. Me acuerdo inclusive cuando fallece mi madre, yo festejaba en la puerta, yo dejaba entrar como si fuesen mis amigos que entran al circo, pero ahí estaba el cajón de mi madre con las cruces, las coronas; para mí era una fiesta. No comprendía lo que era la muerte.
-¿Y en qué momento se dio cuenta de que no tenía a su madre?
Estando ya en Paiján, un año después. Yo lloraba reclamando a mi mamá y mi hermano me decía: “Esa estrella del cielo que está más luminosa es nuestra madre que nos está viendo, ya va a venir”. Eso me consolaba un poco. Yo pensaba que vendría.
-¿Y cuándo supo que ya no vendría?
Cuando estaba en el colegio y era el famoso Día de la Madre, y había que ponerse la flor roja para el que tiene madre y la flor blanca para el que no. Los niños de flores rojas nos miraban con tristeza.
-¿Un niño que tanto ha sufrido por qué elige el arte, por qué arriesgarse más?
Y antes quería trabajar en circos.
-Después de una infancia tan terrible, uno podría renegar de ella.
Resulta que esa infancia maduró de forma diferente, dejándome una marca fructífera; si no hubiera sufrido, no hubiera tenido el pretexto de querer modelar mis heridas de una manera diferente. Me permitió hacer un quiste importante dentro de mí para sacarlo y sublimar las heridas.
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-En el libro anuncia que piensa en una gran escultura pública inspirada en ‘El hombre que camina’ de Giacometti. ¿Esa será la gran obra que dice que le falta hacer, la belleza encontrada?
No necesariamente. Tengo varios proyectos sobre el hombre que deposita siempre en el otro la imaginación y la fantasía.
-Si en este momento entra su madre, ¿qué le diría?
(Se queda en silencio). Eso sería recibido con mucha tristeza porque yo quería no solamente adorarla sino darle todo lo que yo tenía. Pero la tengo en mi hombro derecho (señala con el dedo y la mirada), siempre me ha guiado.
AUTOFICHA:
- “Mi nombre completo es Edmundo Gerardo Chávez López. Nací en 1937. Tengo 84 años. Nací en Trujillo. Terminé el colegio y me informé que Ángel Chávez, mi hermano, tenía grandes éxitos en Lima como pintor y vine a reconocerlo, quería ser como él”.
- “En la primera oportunidad que tuve de ganar dinero compré un terreno, hice mi casa en Trujillo y el Museo de Arte Moderno; he planteado el museo arqueológico y quiero hacer el museo de arte popular. No tengo una contabilidad de mis obras, recién se está haciendo”
- “Lo que viene es un momento de trabajo con la escultura, tengo unos proyectos que me han dado excelente placer hacer. Para comenzar, se llevarán al metal, pero lo estoy haciendo en madera para maniobrarlo fácilmente. La escultura es fascinante, a veces me pongo a hacer escultura de tres metros”.
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