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Guillermo Ackermann: “Construiremos una Casa de Todos permanente”
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La madre Teresa de Calcuta ha dejado de escribir. Gira a su izquierda y levanta el índice, como si le dijera ‘escucha este consejo’, mientras lo mira fijamente, vestida con su tradicional atuendo blanco y azul. Guillermo Ackermann está en cuclillas, apoyando su mano derecha en el respaldar de la silla de la madre. La mira con una sonrisa serena y atenta, como escuchando un consejo. Viste terno y camisa, y trae la barba crecida. Es la imagen que atesora de aquel encuentro del año 1989, luego de compartir cuatro días con ella.
“Quieres cambiar el mundo, ¿no?”, preguntó ella. “Sí, madre, quiero que este mundo sea mejor”, respondió a sus 22 años. “¿Me permites darte un consejo?”, dijo. “Claro, madre”, asintió. “Haz una obra buena al día, algo concreto. Si vives 50 años más, si así lo quiere el Señor… ayúdame a multiplicar”, pidió. Nervioso, hizo el cálculo: “Más o menos 15,000”. “Si así lo haces, en 50 años habrás hecho 15,000 obras buenas. Y así cambiaste el mundo. ¿Ves que sí se puede?”, señaló y agregó: “Si convences a tu amigo, a tu familia, a tus compañeros de trabajo de lo mismo, imagínate la ola de obras de bien que puedes lograr”. Es el recuerdo de lo que se dijo detrás de aquella fotografía, en la cuarta y última visita de la entrañable religiosa al Perú.
Guillermo Ackermann tiene 53 años. Le faltan 19 para cumplir lo conversado con la madre Teresa de Calcuta. Por lo pronto, desde hace un año, es el presidente del directorio de la Beneficencia de Lima y hoy, ante la emergencia por el COVID-19, es uno de los gestores de la Casa de Todos, en la Plaza de Acho, que es símbolo de esperanza y signo concreto de que podemos cambiar el mundo.
¿La idea de implementar la Casa de Todos en Acho partió de usted?
Después de varios días de estar viendo las necesidades que se presentaban en la ciudad con grupos objetivos a los cuales no se les estaba atendiendo adecuadamente, surgió la idea de trabajar un albergue temporal para las personas en condición de calle.
¿Fue por algún episodio en particular?
En agosto estuvimos haciendo una campaña que llamamos Adopta un Abuelito. La idea era rescatarlos de la calle y llevarlos a nuestro albergue de Canevaro. Encontramos un tema muy difícil: la persona que vive en condición de calle se resiste a dejar la calle porque es lo único que tiene. Cuando la Policía les decía, “váyanse a su casa”, respondían “esta es mi casa”. Había que generar alguna iniciativa que pudiera decirles a estas personas “tu casa puede ser otra”. Entonces, en una llamada telefónica le sugerí al alcalde la idea de trabajar un albergue y que teníamos a disposición Acho.
¿Hasta cuándo se quedarán ahí y luego dónde irían?
Originalmente, nuestro plan es 60 días. Pero ya estamos trabajando para construir una Casa de Todos permanente. Con la tecnología de hoy y las facilidades de construcción, estamos viendo dónde se puede implementar y estamos corriendo con el tema.
¿Cómo será esa Casa de Todos permanente?
A muchos de los adultos de la tercera edad vamos a tratar de llevarlos a Canevaro. Con la rapidez del caso, al día 61 ya debemos poder hacer el traslado. Aún no puedo revelar dónde sería, pero ya estamos trabajando los planos. La idea es que sea un centro promotor no solo de la dignidad de las personas, sino que, incluso, permita la reinserción laboral. Y quisiera destacar la importancia de tener un alcalde (como Jorge Muñoz) que piense en las personas. Lo llamé sabiendo que es una persona que permanentemente me ha demostrado la humanidad y la visión de ciudadanía que tiene. Yo solo soy un rostro que representa a la Beneficencia, pero hay un ejército de corazones que han adquirido esta visión de vivir para servir, que están entregando la vida.
¿Qué simboliza la creación de la Casa de Todos?
Es el símbolo de la esperanza. Yo creo que los peruanos tenemos la solidaridad en nuestro ADN, que a veces parece que estuviera un poco dormida, pero cuando es necesario, inmediatamente el peruano se pone de pie.
¿De qué otra forma la Beneficencia está afrontando esta crisis?
La Beneficencia de Lima es una de las instituciones más antiguas del país. Tiene 186 años de fundada. Recibió la misión de hacerse cargo de los más pobres, pero durante las últimas cinco décadas, por diversas circunstancias, la Beneficencia estuvo en el olvido.
Hay mucha gente que tal vez no sabe cuál es su función e, incluso, si existe.
Por supuesto. Hemos desarrollado un plan estratégico para poner en valor los albergues, como el puericultorio Pérez Araníbar. Y otro programa que estamos haciendo es la Cocina de Todos, con la que gracias a la Universidad San Ignacio de Loyola estamos atendiendo a más de 2 mil personas en la alimentación y esperamos esta semana acercarnos a los 5 mil que se necesitan.
Usted ha trabajado 38 años en comunicaciones. ¿Por qué asumir este reto?
Siempre he tenido la idea de ayudar a transformar la sociedad desde las buenas prácticas empresariales, que permitan hacer de nuestro país un lugar mejor.
Es hijo de la crisis en las décadas del 80 y 90. ¿Esa generación está preparada para vivir épocas difíciles?
Totalmente. Somos unos sobrevivientes. Hace 30 años, el Perú parecía un país inelegible, pero vinieron épocas de transformación y se cambió la historia. Y ahora no será la excepción.
¿Qué aprenderemos?
Esta es una cachetada que hemos recibido todos para revisar el modo de vida que estábamos teniendo. Estar este tiempo en casa revaloriza la familia. Tenemos que aprovechar este momento para encontrarnos con nuestros seres queridos, encontrar puntos en común y abrazarnos internamente y revalorizar el amor. Tengo esperanza de que esta será una época que nos permita ser mejores personas. El peruano transforma el dolor en oportunidad.
AUTOFICHA:
- “Soy Guillermo Ackermann Menacho, nací en Lima. Tengo 53 años. Hice la especialización en Comunicaciones y Marketing. Trabajo desde hace 38 años en la industria de las comunicaciones, y ahora soy presidente del directorio de la Beneficencia de Lima”.
- “En la Beneficencia tenemos cuatro pilares: en lo cultural, la Beneficencia tiene mucho patrimonio y el primer paso ha sido poner en valor el centro cultural, tenemos espacios como el Presbítero Maestro y Acho, y la idea es hacer todo un gran programa cultural”.
- “La Beneficencia es privada, no recibimos un sol del Estado. Por eso otro pilar es el comercial, donde buscamos generar oportunidades de negocio para sustentar lo cultural y lo social; este último es otro pilar. Y el cuarto elemento es el institucional, que es recuperar la reputación y tener transparencia”.
¿Cómo podemos ayudar a la Casa de Todos? Aquí dejamos los datos para hacerlo:
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