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Johanna San Miguel: “Tengo de Janis Joplin, Cyndi Lauper y Lucía de la Cruz”
Johanna San Miguel es parte del programa de televisión Yo soy, que vuelve con una temporada adaptada a la pandemia.
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El día puede empezar con risas, luego pasar al llanto, llegar a la locura. No tardará mucho y vendrá la esperanza, intentará respirar profundamente y sumergirse en el yoga. Caerá en la desesperación y volverá a reír. Así son los días de Johanna San Miguel en este confinamiento. “Es una montaña rusa de emociones”, me dice y solo de pensarlo se le escarapela el cuerpo. “Es imposible controlar lo que sentimos. Así sucede, así te la pongo”, agrega y ahora ríe.
Una de las cimas de esa montaña rusa es su trabajo. Y desde esta noche vuelve a la televisión para la nueva temporada de Yo soy, el exitoso programa de Latina que se estrena a las 10 p.m. “En la imitación hay harto talento. Estás actuando. Ver una persona que cante igual a José José, con las mismas inflexiones, movimientos y gestos, es increíble. Yo no podría imitar a nadie, no tengo ese talento, no me sale”, alza la voz la mujer que quiso ser oceanógrafa, al estilo de Jacques Cousteau.
Como actriz y conductora de televisión, ostenta programas de radio, siete telenovelas, veinte obras de teatro, varias películas, unipersonales y Patacláun. Pero también ha escrito un libro y revela que le encantaría publicar otro. Uno sobre la libertad y las mujeres. “Hay que ser auténticas, no tener miedo”, sentencia y le pregunto: ¿tú eres así? “No. Yo soy persona, tengo miedo al qué dirán porque duele, pero a veces también digo: ¡qué me importa!”, me responde con voz grave.
-Hay noticias que nos levantan un poco el ánimo, como el caso del señor José Luis Barsallo, el empresario que vende oxígeno para pacientes con COVID-19 sin subir sus precios.
Me parece lo máximo. ¿Pero eso no sería lo normal? Justamente, él dice que no es ningún héroe, que está haciendo lo correcto. ¿Es tan anormal hacer lo correcto? Es un poco raro. Claro, cuando leí la noticia dije “qué bueno esto, qué bien que haya gente correcta dentro de una situación en la que se necesita la solidaridad absoluta”. Lo que menos necesitamos es sacarles la vuelta a las cosas.
-En el otro extremo, esta pandemia ha arrojado a personajes como Richard Swing, que les sacan partido a sus influencias con la venia de algunos funcionarios del Estado.
Este tipo de situaciones se dan en todos los ámbitos de nuestra sociedad.
-Hay un Richard Swing en cada esquina.
¡Eso lo estás diciendo tú! No podría decir eso.
-Así es. Lo asumo.
Pero, ¿cuántas canastas de víveres no han llegado a su destino? ¡No me jodas! No hay palabras para eso. Eso es maldad, es ser cruel, villano. No puede pasar por alto, es traición a la patria. La gente se muere porque no hay oxígeno, la gente se muere porque no hay comida ni medicinas. La corrupción se ha normalizado. Pero también hay personas que hacen lo contrario: cuidar el medio ambiente, insistir con el reciclaje, está La Marea que recoge basura de las playas y otras personas que se encuentran en una línea correcta.
-¿Al entretenimiento, el arte y la cultura qué le tocaría hacer?
Nos ha tocado un momento muy difícil. Esto nos ha jalado la alfombra, nos hemos ido de cara y levantarte cuesta, pero más cuesta si tratas de levantarte y otra vez te jalan la alfombra.
-¿Quién jala la alfombra?
La corrupción. Esa corrupción institucionalizada, normalizada. Yo tengo un plato de comida, techo, agua y salud. Pero me duele pensar en el futuro de tanta gente que vive con el día a día.
-¿El regreso de programas como Yo soy puede aportar en algo para el ánimo de las personas?
El entretenimiento, venga de la plataforma que venga, por lo menos, tal vez, hará que algunas personas se junten en familia y se desconecten un poco de lo triste de la situación, y más bien conectarte con la nostalgia, las risas, la música; es como ver un concierto por las noches. Eso será lo lindo de Yo soy.
-¿Imitaste a alguien en el canto alguna vez?
(Risas). Sí. Cuando era chibola, me alucinaba Cyndi Lauper. Me pinté el pelo con témperas. Tenía 14 años. Después me pinté el pelo de negro y me creía punk. La música ha sido parte de mi vida, aunque la gente me conoce mucho más por lo que ha visto en televisión, Patacláun más que nada.
-Tu padre ha hecho música.
Sí, toca guitarra, mi abuelo cantó ópera, mis hermanos son músicos. Mi mami de joven cantó en un coro. En mi casa hubo muchas jaranas con cajón, guitarra y cuchara. Música criolla, que la tengo en la sangre.
-¿Pero cuando salías a Quilca y la No Helden, te rebelaste contra lo criollo o no?
(Se ríe a carcajadas). ¿Cómo? ¿Qué te pasa? ¡Jamás en la vida!
-¿Por qué no? El rock subte también fue una forma de rebelarse contra la música de los mayores.
De ninguna manera. Al contrario, cuando estábamos por Quilca, en la época de grupos como Leusemia, Narcosis, Cardenales, Eructo Maldonado, escuchábamos Los Panchos en los bares, en las rocolas. Y también sonaban Héctor Lavoe y Nino Bravo.
-Si hoy tuvieras que imitar a una cantante en Yo soy, ¿quién sería?
(Ensaya su respuesta, piensa sus palabras). Janis Joplin. Cada vez que cantaba una canción, lo hacía con todo el cuerpo. Era conmovedora. Escucharla cantar era como saber la historia de su vida. Era bien potente.
-¿Tienes más de Janis Joplin o de Cyndi Lauper?
(Risas). Tengo de Janis Joplin, Cyndi Lauper y Lucía de la Cruz (otra vez ríe). ¡Lucía es espectacular! En mi casa hemos escuchado todo tipo de música: saya, rock, ópera, huayno, baladas, nueva ola, de todo y de toque a toque.
-Pero tú debiste ser una cantante punk.
(Risas). ¿Verdad que sí? De todas maneras, de música subterránea. No lo intenté porque la vida me llevó a otro lado, a la actuación, a la tele, al teatro, a la radio, a las novelas.
-¿Qué tienes de punk?
Uff, todo (ríe a carcajadas).
-Eres rebelde.
Vivimos en una sociedad muy machista, patriarcal, cuadriculada, donde se mira lo que hace el otro. Y me incluyo. Somos rajones, metiches, opinólogos. Cuando sales un poco del molde, cuando la pieza no encaja en el rompecabezas, ya estás descalificada. Somos prisioneros de nuestras taras. Por eso no avanzamos, son como raíces que se meten a lo más profundo y no las mueve nadie.
-Y creo que a ti no te importa mucho estar o no dentro del molde.
Muchos tienen el temor de mostrarse como son porque de pronto vienen y te señalan. Somos unos cucufatos. Para empezar a cambiar las cosas, hay que aceptar lo que somos. Pero, claro, hay gente que se siente súper bien en su cuadrado y hay gente que no; a mí no me gusta quedarme metida en un cuadrado.
AUTOFICHA:
- “Soy Johanna San Miguel Dammert, tengo 52 años. Nací en Barranco. Acabé el colegio y empecé a estudiar teatro. Comencé a trabajar a los 17 años en la telenovela Carmín, en el año 85. De chibolita hacía locuciones, desde los 8 años. Pero yo quería ser oceanógrafa”.
- “Yo quería ser como Jacques Cousteau. Ahorita estaría flotando en una plataforma en medio del mar y feliz (risas). Más libre. O volando como una gaviota por ahí. La libertad también es algo que parte de ti, es algo que debes construir tú”.
- “Me muero de ganas de volver a cantar. Me iba a juntar con mis hermanos que son músicos. Por ahora, estoy alistando un proyecto con Tondero, pero no te lo puedo adelantar. Podría ser un unipersonal o algo así, que es lo que me gustaría muchísimo”.
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