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John Lennon y el cumpleaños 80 que nunca llegará
John Lennon y el cumpleaños 80 que nunca llegará
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Mucho se ha escrito ya sobre la fatídica noche del 8 de diciembre de 1980 cuando el reloj marcó las 10 y 50 minutos y una serie de cinco disparos rompió con la calma a las afueras del edificio Dakota, en el centro de Nueva York. John Lennon, el artista más influyente de los sesenta, caía en el pavimento para resistir apenas unos minutos más. Su llegada a la sala de urgencias del hospital Roosevelt solo serviría para certificar su muerte. Había perdido más de la mitad de sangre de su cuerpo a causa de los disparos. El beatle se hacía eterno y moría como mártir. A la misma hora, Mark David Chapman –un joven de 25 años con la novela de J.D. Salinger El guardián entre el centeno (1951) bajo el brazo– saltaba a la fama como el despreciable asesino del cantante, estremeciendo al planeta. Nadie sabe qué pasó por su cabeza. Cuatro décadas después la pregunta sigue latiendo: ¿qué habría sido del legendario John Lennon de seguir con vida?
El viernes último habría cumplido 80 años. Alcanzaría en edad a Ringo Starr, tendría dos años más que Paul McCartney y le llevaría tres a George Harrison si este también continuara vivo. No es difícil imaginarlo: posiblemente sería el número uno con todo y sus contradicciones. Aunque en parte ya lo es. “Imagine”, ese himno a la paz y la libertad que compuso junto a Yoko Ono en 1971, está punto de sobrepasar las 300 millones de reproducciones en Spotify.
EL BEATLE ETERNO
El 9 de octubre de 1940, John Winston Lennon nació en medio de un bombardeo nazi sobre Liverpool (los primeros ataques aéreos sobre la ciudad fueron en agosto de aquel año). Si bien los periódicos de la época tienen crónicas de guerra que señalan ataques en la ciudad británica, resulta difícil conocer a ciencia cierta si los hechos ocurrieron aquel día. Pero la imprecisión histórica queda de lado. John creció escuchando aquella narración y la solía repetir cada tanto. De alguna manera así reafirmaba su posición de hijo de la posguerra que exhortaba cambios sociales y culturales. Haber crecido entre escombros lo marcó para siempre.
Y en su camino encontró a personajes que tallaron su destino. Además de Ringo Starr y George Harrison, Paul McCartney sería su socio en la revolución y la música, el hermano de las composiciones y los padres ausentes. Ambos se conocieron el verano de 1957 en una fiesta en la que tocaba el grupo que entonces tenía Lennon, The Quarry Men (que luego pasaría a ser The Beatles), y al que McCartney se uniría como guitarrista y solista.
La historia de cómo acabó aquella amistad y el conflicto que sostuvieron por el liderazgo de la banda de Liverpool ha llenado hasta el día de hoy las páginas de diarios, revistas y libros. Pero hay una verdad: ninguno habría logrado construir su figura sin la ayuda del otro.
Y la irreverencia también fue ingrediente de aquella amistad. Como aquel episodio ocurrido el 4 de noviembre de 1963. El escenario fue el teatro de Londres y la ocasión un espectáculo benéfico de The Beatles que reunía a las personalidades más importantes de Inglaterra, incluida la reina Isabel. En un momento de la noche, un incorregible Lennon soltó una frase provocadora amparado en sus compañeros. Dirigiéndose a los distinguidos espectadores, dijo: “Para nuestro último número, quería pedir su ayuda. Los que estén en los asientos baratos, den palmas. Y el resto de ustedes, hagan sonar sus joyas”. Luego soltó una pícara sonrisa.
Seis años después le devolvería a la propia reina el título de Miembro del Imperio Británico (MBE, en inglés) por su apoyo a la guerra de Vietnam.
SIEMPRE YOKO
Y en la vida de John Lennon también estuvo Yoko Ono. Sobre todo, Yoko Ono. Su musa y su hogar, la mujer con la que contrajo matrimonio (o se fusionó) en 1969. El imaginario social la reduce al motivo de la separación de la banda, dejando atrás las tensiones internas, las presiones y las rivalidades no resueltas entre sus integrantes. Lo cierto es que la influencia de Ono fue desbordante. La artista vanguardista sacó lo mejor y peor del músico. Fue su espaldarazo a la etapa más rebelde de Lennon, el último escalón en la formación de su identidad.
“Cuando empezamos a salir, todo el mundo pensó que nos habíamos vuelto locos”, dijo John en una entrevista, consciente de que la artista japonesa había llegado para revolucionar su mundo.
Con ella consolidaría su etapa musical alejado de The Beatles. En la década de los setenta terminaría también ese proceso que lo llevó a convertirse en un artista con voz social. Protestas simbólicas, composiciones rebeldes y performances peculiares lo alzaron como una voz contracorriente, contrastando con ese otro mundo suyo construido con drogas, depresión y ataques de ira. Su oposición a la guerra de Vietnam hizo que el gobierno de Richard Nixon intentara expulsarlo de Estados Unidos, mientras vivía en Nueva York. En aquella ciudad, en la puerta del edificio donde vivía, su voz se apagaría a causa de Chapman.
A 40 años de su muerte, el legado de Lennon sigue vivo. Para celebrar lo que habría significado el cumpleaños 80 del músico, se ha publicado un álbum de remezclas con los 36 temas que el músico preparó en solitario. La misma Yoko Ono se ha encargado de la producción. Asimismo, el legendario Empire State Building de Nueva York se iluminó el jueves en un color azul cielo, con un signo de la paz en blanco rotando sobre su mástil.
John sigue siendo sinónimo de armonía e idealismo. La utopía de un mundo feliz.
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