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Karina Pacheco, escritora cusqueña en Madrid: “De la crisis aprendamos lo importante de ser solidarios”
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Este jueves cumplirá 51 años y los recibirá sola, en medio de la cuarentena que vive Madrid por el coronavirus. “Veré cómo puedo celebrarme a mí misma. Capaz volviendo a Walt Whitman (poeta norteamericano), que escribió ‘me celebro y me canto’”, me dice y reímos sobreponiéndonos por unos minutos a la crisis que envuelve el mundo.
La antropóloga y escritora cusqueña llegó a Madrid el 28 de febrero y lo hizo para terminar su nueva novela, aún sin nombre, que incluye a esa ciudad entre sus escenarios. Estadía que planea prolongar hasta julio. El objetivo era encerrarse en la biblioteca nacional para dar rienda suelta a su escritura, pero ahora las paredes de su departamento son mudos testigos de este encierro forzoso. Distanciamiento social que está acompañado por los libros Pequeñas mujeres rojas de Marta Sanz, Un lugar llamado Antaño de la reciente Premio Nobel Olga Tokarczuk, Será larga la noche de Santiago Gamboa y Tristes trópicos de Levi-Strauss. Karina Pacheco los lee fervorosamente y a la vez, como si fueran medicinas o vitaminas para afrontar este tiempo.
Pero no es su primera vez en Madrid; lo fue a fines del 93, cuando acabó la universidad. Volvió del 95 a 2004 y de 2008 a 2009; en tiempos de crecimiento económico, del ingreso del euro, de los atentados del 11 de marzo. Casi siempre en momentos cruciales, como el de ahora. “Hoy vivo el encierro, pero al mismo tiempo lo tomo como una experiencia tan interesante para ver y vivir”, señala telefónicamente desde su departamento, a pocos metros de la plaza de Legazpi, en Madrid, desde el futuro.
¿No te arrepientes de estar en este momento en Madrid?
Al contrario, me alegra haber llegado antes de que la crisis y la alarma se desataran. Vivimos un momento bastante crítico y grave, pero histórico; es tener la posibilidad de verlo desde un panorama internacional. Lo que me apena es estar lejos de mi familia.
¿Cómo han asumido la cuarentena en España?
Al principio no había la sensación de que sería muy grave. Hasta el 8 de marzo se pensaba que esto era algo que básicamente estaba ocurriendo en China, muy lejos. Pero ya el 9, por la tarde, empezaron las alarmas. Y el último viernes, por la noche, se dio el estado de alarma, y ya prácticamente todo estaba cerrado. Y desde ayer ya hay un cuerpo especial de la Policía que está circulando por las calles para verificar que nadie, salvo que tenga una necesidad grande o que esté yendo a trabajos donde es obligatoria su presencia, esté circulando.
¿Dirías que en Madrid hay una conciencia elevada del distanciamiento social?
La cohesión social es algo que tenemos muy debilitado en nuestros países de América Latina por un histórico distanciamiento. Algo interesante de ver acá es cómo la gran mayoría ha acatado todo a rajatabla.
¿No se han dado estas escenas de personas yendo a los supermercados para comprar cantidades innecesarias de papel higiénico?
He visto gestos de mucha solidaridad. Evitan saltarse la cola, no se suben los precios: lo que estaba en oferta sigue en oferta. Eso me sorprendía, lo que nos habla de lo normalizado que hemos tenido en el Perú esto que llamamos viveza criolla, que sacas tajada donde se pueda y que refleja la insuficiencia de un espíritu ciudadano.
¿En España ya se habla de los efectos que se vienen?
Muchísimo. El golpe económico será brutal acá y en Estados Unidos, y difícil imaginar cuánto más será en el Perú. Eso nos tiene que hacer replantear muchas cosas: cómo tenemos monodirigida la atención hacia uno o dos sectores económicos, y nos olvidamos de desarrollar otros.
¿Esta crisis y sus efectos son insumo para la escritura?
Muchísimo. Te enriquece como persona, amplía la mirada.
¿El libro que escribes de qué trata?
Está ambientado en el Perú de otro momento tremendamente crítico: entre 1980 y 1983, pero narrado desde ahora por un personaje que era una niña en aquellos años y que empieza a recordar e investigar sobre lo que pasó. Eran los años iniciales de la violencia política, cuando al principio nadie le daba importancia a lo que venía ocurriendo.
Y lo vivimos con el coronavirus. ¿Por qué el ser humano reacciona de esa forma?
Nos acomodamos a lo cómodo. No todos están dispuestos a mirar la crisis desde diferentes perspectivas ni a ahondar en los problemas. Queremos repetir las mismas fórmulas para cosas que pueden ser diferentes.
¿La literatura tiene alguna función en estos momentos?
Nos abre puertas infinitas para aprender de otras realidades. Es una posibilidad para la introspección. Vivimos cada vez más hacia afuera. Las redes sociales se convierten casi en una competencia por mostrar quién tiene una vida más interesante. La literatura nos hace detenernos, mirar a personajes que no vemos. Es un regalo para imaginarnos.
¿Contra qué nos vacuna, de qué nos cura?
Nos cura de un egoísmo suicida. La literatura, como todo el arte, nos cura del ensimismamiento en mi yo y mi realidad. Recuerda la posibilidad de la creación.
¿Aprenderemos algo del coronavirus?
Espero. Nos deja la solidaridad, la higiene, el cuidado que nos debemos unos a otros. Cualquier gobierno que se considere decente tiene la responsabilidad básica de garantizar hospitales públicos de primera. No se debe dejar que la gente que no pueda pagar se muera. Lo público garantiza que ante una situación de emergencia, no volvamos al imperio de la jungla donde sobrevive el que más tiene. Aprendamos lo importante, que es ser solidarios.
En Facebook escribiste que, una vez en casa, no solo hay que encender la televisión y las redes. ¿Qué más debemos encender?
La imaginación.
AUTOFICHA:
-“Mi nombre es Karina Pacheco Medrano. Nací en el Cusco. Escritora, antropóloga y editora. Soy doctora en Antropología de América por la Universidad Complutense de Madrid. Dirijo Ceques Editores, editorial independiente. Y soy observadora del mundo (risas)”.
-“Autora de las novelas Las orillas del aire, El bosque de tu nombre, Cabeza y orquídeas, La sangre, el polvo, la nieve, No olvides nuestros nombres y La voluntad del molle; y de los libros de cuentos Lluvia, Miradas. Antología de cuentos, El sendero de los rayos y Alma alga”.
-“Es el momento para pensar en esta hecatombe que ocurre en el mundo (por el coronavirus) y si simplemente nos convertimos en meros corderitos que asimilan todo lo que sale por la tele o en los memes de las redes. Y también tenemos que pensar sobre qué estamos haciendo con el planeta”.
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