El poder en sí es una forma abstracta, pero llega a transformar, deformar y corromper todo lo que toca. Con "María Estuardo", la obra de Dacia Maraini, se quiso observar cómo la presencia del poder puede llegar a influir en la figura de la mujer, sobre todo en un mundo que aún no acepta esa posibilidad.
Vemos un contraste entre la vida de la reina Isabel I de Inglaterra (Alejandra Guerra), que empieza su reinado, y María Estuardo, reina de Escocia (Jimena Lindo), que es encarcelada en los últimos años de su vida. A lo largo de la obra, se observan las complejas relaciones que tienen estas mujeres con el poder, con los hombres y con ellas mismas.
Perú21 pudo conversar con Alberto Isola, reconocido actor y director de teatro, acerca de las decisiones tomadas para la obra y los elementos más destacables de la historia.
Explicó que la obra siempre le había llamado la atención desde que había leído sobre ella en los años 80: cómo se enfocaba en estas dos reinas eliminando la presencia masculina y cómo era una observación histórica de las mujeres en el poder, ya que era inusual por entonces ver a una mujer al mando.
“En la obra original las reinas nunca se llegan a conocer, y eso fue lo que cambió Dacia, enfocando la historia completamente en ellas dos y eliminando la presencia masculina”, dice.
Un elemento curioso de la obra es asociar la monarquía con el mundo del teatro: camerinos conforman parte de la escenografía y el escenario redondo recuerda a los espacios circulares de Shakespeare; a veces, los camerinos funcionaban como celdas. La obra llega a sugerir que tanto los líderes como los artistas están “atados” a sus papeles de por vida.
“Eso lo trabajamos todos: las actrices y el equipo de producción. Nos inspiramos en una carta de la misma reina Isabel, que comparaba a los reyes con los actores, que siempre están interpretando un papel, y nos gustó jugar con esa idea”, explica Isola y agrega: “La regla de oro del teatro es que, pase lo que pase, tú no puedes dejar la función. Tienes que seguir, y eso hace una metáfora notable”.
La obra juega con el elenco, el cual se ha reducido a solo dos actrices, interpretando cada una a dos personajes: las reinas y sus doncellas.
Y los deseos del equipo fueron hacer una historia atemporal, no amarrarse a presentar un archivo histórico o pieza de museo. Serían personajes históricos.
Pero elecciones en el escenario como el uso de teléfonos y música rock ayudan a ambientar la trama con el pasado y presente fusionados, para que sea una historia siempre relevante con alusiones tanto a William Shakespeare como a los Sex Pistols.
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Aunque hoy en día hay más mujeres en el poder, siempre surgen las mismas interrogantes. “Es una historia eterna, ya que hace las grandes preguntas: ¿qué pasa con el poder?, ¿cómo transforma a las personas?, ¿qué cosa cuesta llegar al poder?”, detalla el director.
Y el poder llega a ser una cárcel tanto literal como figurativa. Gran parte de la sociedad ha sido una prisión para las mujeres, y conceptos como la maternidad también devaluaban su figura. Varias mujeres, para evitar la sumisión, han encontrado libertad de distintas maneras.
El poder puede llegar a alejar a la mujer de su sexo, obligándola a que adapte características comúnmente asociadas a la masculinidad para poder presentar una figura de autoridad ante un público escéptico. No le importa incluso dañar a otras mujeres si puede, de esa manera, acceder al poder.
DATOS
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La obra, escrita por la italiana Dacia Maraini, es una adaptación libre de un texto original escrito por el dramaturgo alemán Friedrich Schiller.
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La temporada va hasta el 8 de diciembre en el Auditorio Icpna Miraflores. De jueves a sábado, 8 p.m.; los domingos, 7 p.m.
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