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Lady Guillén: "Hay que empoderar a nuestras hijas desde casa”

“Yo no he pedido a la vida que me golpee para ser una mejor persona. Es más, después del primer caso de violencia que sufrí, casi repetí el patrón. Es algo que nos pasa a quienes vivimos violencia. Y no es porque estamos locas. Hay que pedir ayuda”, revela.

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Todos los días, cuando Victoria se despierta, la mira y piensa sobre qué querrá estudiar, quién será su primera pareja y cómo la tratará. “Es triste saber que en un país como en el que vivimos no podemos estar seguras para tener hijas. Pero podemos mejorar si comenzamos a empoderarlas desde niñas”, reflexiona Lady Guillén, quien sufrió una brutal agresión de su ex pareja y que tras enfrentar ese doloroso episodio, se convirtió en símbolo de la lucha contra la violencia de género.
Hace seis años huyó de la casa donde vivía con su ex pareja para salvar su vida. Salió con lo que tenía puesto. En la calle encontró ayuda, desde un lugar donde dormir hasta un sobre con US$70 que le mandó el conductor de TV Ernesto Pimentel. Así empezó de nuevo. Volvió a nacer. Postuló a Derecho y pasó a conducir un programa de TV. Y hoy es parte del Plan Marina, una campaña en alianza con diversas ONG para brindar asesoría gratuita y apoyo a mujeres víctimas de la violencia.
En sus primeros trabajos de adolescente vendía papa con huevo y choclo sancochado. Era azafata en Huarmey. Ahorró dinero y migró a Lima, donde su vida dio muchos giros: de bailarina a abogada. Este año, en enero, perdió a su abuela, a quien llama “mamá”, pero hace tres meses Victoria llegó para iluminar sus días. “Ahora que soy madre, mi vida ha dado un giro total”, nos dice Lady con un brillo especial en los ojos.
Pero tu vida en los últimos seis años ha dado varias vueltas trascendentales.
Sí, pero creo que, finalmente, para algo bueno: me ha hecho mejor persona, tengo el programa en TV y ahora me convertí en madre. Aunque también perdí a mi ‘mamá’ (abuela). Ella siempre decía que yo iba a estar en la televisión.
De alguna forma heredaste el talento para los escenarios, porque tengo entendido que tu madre trabajó en un circo.
Era bailarina y vendía algodones. Hacía de todo. Ella viajaba. Entonces, yo me quedé con mi abuelita en Huarmey. Con ella me he criado, por eso la llamo ‘mamá’. Recién ahora estoy entrando en una reconciliación con mi madre. Tampoco tuve figura paterna.
Me cuentas que llegaste a Lima de muy joven y sola. ¿En qué circunstancias?
Vine con una mochilita, no tenía dónde dormir ni qué comer. Dormía en el piso. Tenía 16 años. Quería estudiar Administración Gubernamental, postular a la Villarreal. Postulé, pero no ingresé.
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Pero ingresaste al mundo del baile, del espectáculo.
Mi primer baile fue en Barranca. Necesitaba el dinero y se despertó mi vena artística.
Tu abuela también era cantante.
Y pude realizar sus sueños, porque ella tenía una pareja muy machista. Ahí te das cuenta de cómo las historias se repiten. Su pareja no le permitía que cante. También recibió maltrato de él.
Hiciste lo que ella no se atrevió a hacer.
Es probable que ella haya sentido esa sensación de justicia después de todo lo que vivió. Mi abuela pasó violencia, mi madre también y luego yo. Por eso decidí cortar esa cadena de relaciones tormentosas, que no me hacen bien.
¿Te arrepientes de haber sido bailarina?
No. Fue una etapa hermosa de mi vida. Ahí aprendí a trabajar. Empecé a bailar ganando 30 soles por dos horas. Trabajaba en estas jaulas que había en las discotecas. Tenía 18 años. De mi casa salía el jueves y regresaba el domingo. Me alquilé un cuarto con techo de Eternit, no tenía cama, dormía en cartones, no comía como tres días.
¿Qué lección tomas de todo ello?
Me ha hecho valorar las cosas. Yo no he pedido a la vida que me golpee para ser una mejor persona. Es más, después del primer caso de violencia que sufrí, casi repetí el patrón. Es algo que nos pasa a quienes vivimos violencia. Y no es porque estamos locas.
¿Te volvieron a agredir?
Sí. Puse una denuncia, pero ya no lo hice público.
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¿Por qué persistir en ello?
Al principio no quería entenderlo. Sentía que estaba frente a otro fracaso más. Pensaba: ‘Qué vergüenza, dirán que yo soy la loca, que yo soy la que busco a hombres así’. Aguanté casi dos años en esa relación. La magnitud de la agresión no fue similar a la anterior, pero sí hubo golpes e insultos.
¿Qué debe hacer una mujer cuando llega a ese punto?
Pedir ayuda. Lo primero para superar este tema es la autoestima.
¿Cómo te sientes ahora?
Me siento otra mujer. Siempre me culpaba por lo que me estaba pasando. Yo decía: “Debo haber hecho algo malo en mi vida, por eso me pasa esto”. Yo he bailado en tanga por todos lados. Después de salir de los hechos de violencia la primera vez, cuando me quería poner una minifalda, me sentía como una puta.
¿Volverías a bailar?
Quizá no, porque tengo un enfoque distinto y ya no estoy sola, sino tengo una hija.
¿Qué mundo quieres para ella?
Yo decía que en este país da miedo tener hijas. Pero ahora que tengo a mi hija en brazos, lo que tenemos que hacer es tener mujercitas pero bien formadas, que desde pequeñas estén empoderadas. Hay que empoderar a nuestras hijas desde la casa.
Victoria llegó para iluminar tu camino.
Yo digo que es la reencarnación de mi ‘madre’. Cuando ella estaba hospitalizada antes de fallecer, un día me agarró del brazo y me dijo: “Estás embarazada”. Pero yo no podía tener hijos porque cuando pasé violencia, me golpearon tanto que me dañaron el útero. A la semana que mi ‘mamá’ me dijo que estaba embarazada, me fui a dar un examen y efectivamente estaba esperando a mi hija. Además, mi hija tiene una cicatriz en la oreja, de nacimiento, como la tenía mi ‘mamá’. El día que le conté que estaba embarazada, me abrazó y me regaló una sonrisa de ángel. Y a los dos días falleció. Pero Dios me mandó a Victoria. Un milagro.
Autoficha:
“Nací en Huarmey, Áncash. He cumplido 32 años de edad el miércoles último. Estudié en Huarmey en el colegio José Carlos Mariátegui, primaria y secundaria. Toda mi familia es de allá. Hace dos años restablecí mi amistad con mi papá. Y con mi mamá me estoy reconciliando desde que mi hija Victoria nació”.
- “Empecé a bailar a los 18 años. Unos siete años fui bailarina y de ahí estudié Derecho. No lo ejerzo, pero para 2019 quiero abrir –con mis ahorros– la casa ambulatoria para la mujer. Es mi compromiso con la sociedad. Se dará asesoría legal y psicológica”.
- “Con el programa de televisión de Latina Tengo algo que decirte, me voy para el tercer año. Con la Defensoría del Pueblo también estamos trabajando, porque se quiere que 2019 lleve el nombre de ‘año de la igualdad para la mujer’ o algo así. Sería lo justo que el presidente Vizcarra acepte”.