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Los trazos de Quino en los corazones de tres artistas peruanos
La muerte del genial caricaturista Joaquín Lavado, popularmente conocido como Quino, ha conmovido a miles de personas en el mundo entero, especialmente, a toda una generación de dibujantes que encontraron su inspiración en los enormes personajes de Mafalda, Manolito, Libertad, Felipe, Susanita, así como otras divertidísimas y agudas viñetas del argentino.
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La muerte del genial caricaturista Joaquín Lavado, popularmente conocido como Quino, ha conmovido a miles de personas en el mundo entero, especialmente, a toda una generación de dibujantes que encontraron su inspiración en los enormes personajes de Mafalda, Manolito, Libertad, Felipe, Susanita, así como otras divertidísimas y agudas viñetas del argentino.
Para Mechaín Doroteo, caricaturista de Perú21, la influencia de Quino fue determinante. “Inicialmente mi meta era ser artista plástico, pero Mafalda me cambió la forma de pensar, me interesó mucho el humor a partir del trabajo de Quino. Ese derroche de creatividad, ese humor fino y lo prolijo de sus viñetas me impresionaron bastante y creo que ha sido la inspiración de muchos humoristas gráficos peruanos y del mundo”, confiesa el autor de El Otorongo.
Joaquín Lavado deja al mundo un inmenso legado que cuestiona, critica y reflexiona sobre cómo construimos una sociedad llena de contradicciones y distancias entre unos y otros; pero, a la vez, su discurso tiene muchos ápices de esperanza y llamado al cambio, por eso la astuta ‘piba’ de cabello negro y frondoso jamás deja de incomodar con preguntas a los adultos y a todos los personajes de su entorno.
“Quino no solo criticaba la sociedad, sino al hombre, a la imperfección del ser humano, a lo poco inteligente que era. Quino era una persona muy sensible a las cosas que pasaban a su alrededor. Además, era un tipo sencillo que dijo una vez: ‘Yo no dibujo como quiero, sino como puedo’. Él sentía que tenía limitaciones para dibujar, pero la verdad que yo veía sus trabajos y me impresionaba. Era completo, era un genio”, considera Mechaín.
Al artista peruano se le alagan los ojos cuando menciona las palabras con las que se despediría de su maestro: “Estoy triste por la partida de Quino, a quien yo he querido casi como un familiar (...). Le diría que él no se ha ido y no se va a ir nunca de la memoria de los humoristas gráficos, él no ha muerto para nosotros, sigue vivo en su obra, en sus libros, en su trabajo”, remata.
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Quino en Lima
En 2009, el autor de Quinoterapia llegó a la Feria Internacional del Libro de Lima a un auditorio abarrotado de fans que no paraban de aplaudirlo desde que apareció en la mesa. “Yo he venido a agradecerles a ustes todo este afecto que me brindan. Estoy muy emocionado, muy contento, muy conmovido con toda esta cantidad de gente. Les agradezco muchísimo”, exclamó ante el público peruano.
Para ese momento, Lavado ya tenía complicaciones con su visión, pero no necesitaba unos ojos en perfecto estado para sentir el cariño de la legión de lectores.
“¿En qué momento de su vida Quino supo que iba a ser un humorista gráfico?”, le preguntó aquella vez uno de los panelistas. “Que yo quería ser dibujante me enteré a los tres años. Tenía un tío que era dibujante y pintor, y una noche que mis padres habían salido, vino este tío a cuidarnos. Era una época en la que no había televisión, entonces no es que se prendía el tele y se dejaba ahí a los chicos para que se entretuvieran, mi tío se puso a hacernos dibujos para entretenernos y esa noche para mí fue la revelación que de un lápiz podía salir lo que uno quisiera”, relató el argentino.
En esa visita, el caricaturista arequipeño Omar Zevallos se juntó con un reducido grupo de amigos para ir a tomar unas cervezas con Joaquín Lavado. En el restaurante se encontraron casualmente con Gastón Acurio, quien se acercó a saludar al maestro, pero el dibujante no sabía quien era su interlocutor. Zevallos cuenta que la visión de Quino ese año estaba bastante deteriorada. “Él deja de dibujar porque ya no podía ver, había perdido la vista en gran medida. Cuando él vino aquí, cuando fuimos al restaurante a comer algo, a tomar unas cervezas, sacó una lupa del bolsillo y empezó a leer la carta del menú con la lupa. Ya casi no veía nada”, recuerda el arequipeño.
“Confieso que en el proceso para lograr un estilo propio, en algún momento copié la forma de dibujar de Quino. Él nos comentó que le costaba mucho dibujar, que le costaba mucho tiempo, borroneaba un montón porque quería que quedara cada cuadrito perfecto. No era un dibujante de línea fácil. Mira qué curioso, porque él ha sido un ejemplo para muchos. Yo le debo a él gran parte del humor”, reconoce el premiado artista Zevallos.
stábamos un grupo de caricaturistas en un discreto restaurante tomando unas chelas con el gran Quino, cuando se acercó la mesa un personaje por todos conocido, aunque el maestro Quino no sabía quién era... y pude tomar la foto. pic.twitter.com/1arGPuuFsO
— Omar Zevallos (@omarzev) September 30, 2020
PERSONAJES UNIVERSALES
El dibujante Mario Molina empezó a leer a Mafalda cuando estaba en el colegio y tenía doce años. En esa época leía a Quino por diversión, pero con el tiempo regresó una y otra vez a esas tiras cómicas porque se habían convertido en una gran influencia para su propia carrera. “Yo creo que siempre tratas de acercarte a los referentes que te han formado o que te han nutrido. Durante toda tu vida como dibujante sigues mirando a otros artistas y tratas de llegar a esa excelencia de gente como Quino. Yo en el humor he trabajado más cuestiones de actualidad política, que es un ámbito diferente al de Quino, que hacía cosas más generales, tanto así que las tiras de Mafalda no han perdido actualidad”, analiza.
Lo que Molina más resalta de Mafalda es el equilibrio y contraste de sus personajes. “No hay ninguno parecido al otro, pero tienen puntos en común. Esas confrontaciones de la psicología, de los temperamentos, de las idiosincrasias de todo el entorno de Mafalda es lo que siempre me ha atraído”, apunta Pepo y revela que el personaje con quien más se identifica es Felipe por lo distraído, tímido y enamoradizo.
“Vamos a extrañar a Quino, siempre ha sido un genio. Su trabajo siempre ha sido muy bueno y ha cosechado una legión de admiradores. Ha sabido reflejar el alma humana y eso ha hecho que su trabajo sea universal”, considera.
Es evidente que algunos de los los trazos más importantes del corazón de Latinoamérica salieron de la pluma del eterno Quino.
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