“Es una ficción inspirada en ella. Tiene mucha data real, pero no es un documental. Sin embargo, creo que el alma de la película está en la inspiración que brinda ella, que es más profunda que los hechos históricos; lo que María hizo con la tierra. En todo eso hay mucha verdad”.
La palabra es de Anita Roca Rey, productora ejecutiva de Lady Nazca, la ambiciosa película que se prepara sobre un pedazo de la vida de María Reiche, la mujer que puso las líneas de Nazca en el ojo del mundo. El largometraje acaba de terminar grabaciones.
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Fueron días intensos de todo agosto los que alcanzaron para ir de Lima al sol de Palpa con el objetivo de contar (y entender) qué movió a una mujer alemana a mudarse, a mediados del siglo pasado, a un desierto en el Perú para estar más cerca de unas líneas tan monumentales como inexplicables.
Imaginar a una mujer solitaria barriendo en el desierto es una forma muy ilustrativa de recordar a María Reiche. A esta imagen se le podría sumar una escalera de tijera, unos prismáticos, una brújula y otros adminículos usados en geometría. Lo que nos falta entender es justamente lo que no podemos graficar. Lo que recorría en la mente de María, en su alma más precisamente: curiosidad, visión, amor, inteligencia.
“María Reiche no es una mujer que vino a alimentar la historia del Perú. Ella vino a cambiarla. Puso en peligro su propia vida con tal de defender y sacar adelante lo que ella iba descubriendo en el camino”, dice Anita sobre la protagonista de la película.
La cinta sobre Viktoria María Reiche Grosse Neumann (Alemania, 15 de mayo de 1903) contará el episodio en que la matemática llegó al Perú, aproximadamente en los años treinta. Peculiar ya es conocer de antemano que el principal motivo para aquel viaje fue cuidar a los hijos de un ciudadano alemán que vivía en el Cusco. Aunque el acuerdo inicial había sido por cuatro años, terminó siendo solo uno, por lo que la joven alemana tuvo que mudarse a Lima. Felizmente, encontró un lugar en el Museo Nacional de Arqueología y, luego de una breve pausa en Alemania, regresaría al Perú en 1937 para conocer a Julio C. Tello y, posteriormente, al antropólogo norteamericano Paul Kosok. Junto a él haría una travesía que le cambiaría el destino. Sobrevoló las líneas de Nazca en 1941.
María se estableció en Nazca en 1946. En su libro Valientes, la periodista Teresina Muñóz-Najar cuenta que ocupó una choza abandonada en pleno desierto, en la Pascana de San Pablo, al lado del valle del Ingenio. Desde allí defendió con uñas y dientes las líneas y sus convicciones. Su tenacidad la hizo llegar al Congreso en 1955 para explicarles a los legisladores que un proyecto algodonero amenazaba con destruir el legado de los nazca.
La película llega en un momento especial. Hace unas semanas la banda Silvania lanzó Nazca, un disco dedicado a María Reiche. Y, a comienzos de semana, una investigación japonesa realizada con IA permitió descubrir 303 nuevos geoglifos nazca, el doble de lo conocido hasta ahora.
La pregunta es, pues, qué hubiese pasado si María Reiche no hubiese tenido el vigor para creer en la grandeza de lo que tenía al frente. Hay tanto que agradecerle a la señora del desierto.
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