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Mauricio Fernandini: “Hay una combinación nefasta en el Perú: más poder adquisitivo y menos educación”
“En cuanto al machismo, todavía a algunos congresistas y peruanos les cuesta dialogar sobre lo que se considera ideología de género. El dogma es nefasto. Nos están obligando a obedecer algo que no encaja con la realidad, donde hay de todo”, subraya el periodista.
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¿Qué ha sido de la vida de Mauricio Fernandini? Hace un año y algunos meses, le puso punto final a su programa de TV '20 Lucas', que condujo durante 10 años ininterrumpidos. Desde entonces, entró en una pausa mediática y le ha entregado su tiempo a la marinera. Este 21 de julio, se presentará junto a Eva Ayllón en el Auditorio del Santa Úrsula y, para más adelante, alista un espectáculo especial. No cede al pesimismo, pero es crítico del momento que vivimos. Aunque siempre con una dosis de humor en sus palabras.
¿Qué le enseñó '20 Lucas'?
Fue como un antes y un después. Perdí un poco mi identidad, porque hasta ahora la gente me saluda con efusividad y cariño diciéndome: “Hola, '20 Lucas'”, “'20 Lucas', ¿cómo te llamas?”, “chévere tu programa, cuándo vienes a mi mercado”, “chau, '20 Lucas'” (risas). El formato fue muy potente y empático con un ciudadano que quería ser reconocido. Me enseñó a nunca más estereotipar y que no hay nada más impactante, sexy, desopilante y conmovedor como la vida misma. A veces uno quiere, apelando a la ficción, construir una historia, pero sales a la calle y resulta que eso es sobrecogedor siempre.
Fue como un antes y un después. Perdí un poco mi identidad, porque hasta ahora la gente me saluda con efusividad y cariño diciéndome: “Hola, '20 Lucas'”, “'20 Lucas', ¿cómo te llamas?”, “chévere tu programa, cuándo vienes a mi mercado”, “chau, '20 Lucas'” (risas). El formato fue muy potente y empático con un ciudadano que quería ser reconocido. Me enseñó a nunca más estereotipar y que no hay nada más impactante, sexy, desopilante y conmovedor como la vida misma. A veces uno quiere, apelando a la ficción, construir una historia, pero sales a la calle y resulta que eso es sobrecogedor siempre.
¿Se podría decir que después de '20 Lucas', Mauricio Fernandini es una persona con calle?
Estás absolutamente convencido de que antes no la tenía (risas), que era un chico de óvalo.
Estás absolutamente convencido de que antes no la tenía (risas), que era un chico de óvalo.
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No descarto que alguien lo piense.
Vamos a coincidir en que, sin '20 Lucas', nunca hubiese llegado a los lugares medulares de la ciudad. Ahora me puedo subir al tren, al Metropolitano y si la señora me dice “voy a Valle Sagrado o a El Bosque de San Juan de Lurigancho”, sé cómo son esos mercados. '20 Lucas' me dio un conocimiento profundo de la ciudad en la que vivo. Y lamento decepcionarte, pero sí me sentía un chico con esquina antes de hacer el programa (risas) y eso me ayudó a llegar a las personas que estaban ávidas de contar sus historias.
Vamos a coincidir en que, sin '20 Lucas', nunca hubiese llegado a los lugares medulares de la ciudad. Ahora me puedo subir al tren, al Metropolitano y si la señora me dice “voy a Valle Sagrado o a El Bosque de San Juan de Lurigancho”, sé cómo son esos mercados. '20 Lucas' me dio un conocimiento profundo de la ciudad en la que vivo. Y lamento decepcionarte, pero sí me sentía un chico con esquina antes de hacer el programa (risas) y eso me ayudó a llegar a las personas que estaban ávidas de contar sus historias.
¿Dónde creció?
En la calle Elías Aguirre, en el centro de Chiclayo. Lo preguntas para ver si tengo esquina (risas). Desconfías. Crecí marcado por los veranos en el balneario de Pimentel. Una infancia que no la recuerdo muy feliz, porque tenía una desadaptación a lo que todos hacían. Si jugaban fútbol, no me despertaba mayor interés. Yo bailaba de manera autónoma o creaba historias con elementos que no eran juguetes o creaba un cuerpo de baile con mis primos y primas. Mis padres, al ver que era un niño que escapaba a los carritos, antes de llevarme a un chamán, tuvieron el acierto de llevarme a una escuela de marinera cuando tenía ocho años. Me gustaba bailar, patinar, leer y evadir la realidad.
En la calle Elías Aguirre, en el centro de Chiclayo. Lo preguntas para ver si tengo esquina (risas). Desconfías. Crecí marcado por los veranos en el balneario de Pimentel. Una infancia que no la recuerdo muy feliz, porque tenía una desadaptación a lo que todos hacían. Si jugaban fútbol, no me despertaba mayor interés. Yo bailaba de manera autónoma o creaba historias con elementos que no eran juguetes o creaba un cuerpo de baile con mis primos y primas. Mis padres, al ver que era un niño que escapaba a los carritos, antes de llevarme a un chamán, tuvieron el acierto de llevarme a una escuela de marinera cuando tenía ocho años. Me gustaba bailar, patinar, leer y evadir la realidad.
¿Qué halló en la marinera?
Sentí un mundo más afín con lo que me gustaba, un mundo donde había estímulos, alegría, pasión, donde podías expresarte libremente.
Sentí un mundo más afín con lo que me gustaba, un mundo donde había estímulos, alegría, pasión, donde podías expresarte libremente.
¿La marinera lo acercó al Perú?
La marinera es lo más transversal y democrático que he experimentado en mi vida. En el momento en el que estás en una pista de baile, importa cómo bailas y sientes; no importa cómo te llamas o cuánto dinero tienes. Es una herramienta muy potente de integración. Es cultura viva.
La marinera es lo más transversal y democrático que he experimentado en mi vida. En el momento en el que estás en una pista de baile, importa cómo bailas y sientes; no importa cómo te llamas o cuánto dinero tienes. Es una herramienta muy potente de integración. Es cultura viva.
Recientemente, a raíz de la puesta en escena de Billy Elliot, los menores que la interpretan han pasado momentos incómodos y hasta hostiles debido a reacciones homofóbicas. ¿Qué nos pasa?
Creo que nos vamos a salvar en la medida que abandonemos el estereotipo masculino tan estricto. Lamentablemente, he crecido en una generación escuchando “los hombres no lloran”, he crecido con fobias, que el hombre tiene que ser de una sola manera.
Creo que nos vamos a salvar en la medida que abandonemos el estereotipo masculino tan estricto. Lamentablemente, he crecido en una generación escuchando “los hombres no lloran”, he crecido con fobias, que el hombre tiene que ser de una sola manera.
También están los feminicidios, cada uno más salvaje que el otro.
Existe una combinación nefasta en nuestro país: hay más poder adquisitivo y menos educación, lo que en algunas personas exacerba la prepotencia. Prefiero un país más educado y con menos poder adquisitivo. Y en cuanto al machismo, todavía a algunos congresistas y peruanos les cuesta dialogar sobre lo que se considera ideología de género. El dogma es nefasto. Nos están obligando a obedecer algo que no encaja con la realidad, donde hay de todo. Hemos desatendido cultivarnos. No nos miramos, no nos escuchamos, no nos abrazamos.
Existe una combinación nefasta en nuestro país: hay más poder adquisitivo y menos educación, lo que en algunas personas exacerba la prepotencia. Prefiero un país más educado y con menos poder adquisitivo. Y en cuanto al machismo, todavía a algunos congresistas y peruanos les cuesta dialogar sobre lo que se considera ideología de género. El dogma es nefasto. Nos están obligando a obedecer algo que no encaja con la realidad, donde hay de todo. Hemos desatendido cultivarnos. No nos miramos, no nos escuchamos, no nos abrazamos.
Por un lado, el país parece encontrarse en el fútbol y la gastronomía y, por otro, se quiebra por los políticos y la violencia.
Cuando escucho a Donayre y Petrozzi, no sabes cómo extraño a Susy Díaz. No transo con el pesimismo, pero no nos quedemos solo con lo logrado por la selección. ¿Qué vamos a hacer como país para contrarrestar la corrupción, la violencia contra la mujer y la discriminación de todo tipo?
Cuando escucho a Donayre y Petrozzi, no sabes cómo extraño a Susy Díaz. No transo con el pesimismo, pero no nos quedemos solo con lo logrado por la selección. ¿Qué vamos a hacer como país para contrarrestar la corrupción, la violencia contra la mujer y la discriminación de todo tipo?
'20 Lucas' fue una cumbre. Hoy, ¿en qué etapa de su vida está?
Muy concentrado en el siguiente proyecto, que tiene que ver con la marinera, donde encontré historias muy potentes. Escribir algo también sería muy atractivo.
Muy concentrado en el siguiente proyecto, que tiene que ver con la marinera, donde encontré historias muy potentes. Escribir algo también sería muy atractivo.
¿Cuál ha sido la peor caída que ha tenido que afrontar?
Fue muy duro recibir los diagnósticos de enfermedades terminales de mis padres. Ambos murieron muy jóvenes. Recibir el diagnóstico duele más que la muerte misma.
Fue muy duro recibir los diagnósticos de enfermedades terminales de mis padres. Ambos murieron muy jóvenes. Recibir el diagnóstico duele más que la muerte misma.
¿Qué le enseñaron ellos?
Coraje, valentía, sentido del humor, alegría, a honrar la vida como venga. He sido absolutamente afortunado por los padres que tuve. Eso me salvó. Afuera escuchaba “los que bailan se vuelven maricones”, y como yo bailaba todo el día, iba a mi casa y le decía a mi mamá: “Si sigo bailando marinera, me voy a volver maricón”. Tenía 8 años. Y recibí el apoyo incondicional de ellos. Al final, los que tenían ese estereotipo ahora son maricones y no bailan. Por lo menos, yo bailo (risas).
Coraje, valentía, sentido del humor, alegría, a honrar la vida como venga. He sido absolutamente afortunado por los padres que tuve. Eso me salvó. Afuera escuchaba “los que bailan se vuelven maricones”, y como yo bailaba todo el día, iba a mi casa y le decía a mi mamá: “Si sigo bailando marinera, me voy a volver maricón”. Tenía 8 años. Y recibí el apoyo incondicional de ellos. Al final, los que tenían ese estereotipo ahora son maricones y no bailan. Por lo menos, yo bailo (risas).
Autoficha:
- “Soy Jorge Mauricio Fernandini Arbulú. Nací en el hospital Nuestra Señora Las Mercedes, en Chiclayo, el 19 de mayo de 1966. Estudié la primaria en el colegio San Agustín y la secundaria en el colegio Manuel Pardo. Estudié Ciencias de la Información en Piura. Empecé mi carrera en el diario La República”.
- “Soy Jorge Mauricio Fernandini Arbulú. Nací en el hospital Nuestra Señora Las Mercedes, en Chiclayo, el 19 de mayo de 1966. Estudié la primaria en el colegio San Agustín y la secundaria en el colegio Manuel Pardo. Estudié Ciencias de la Información en Piura. Empecé mi carrera en el diario La República”.
- “Muchos años estuve en Panamericana Televisión, donde hice de todo. En 1993, gané la medalla de oro de la Unesco por el reportaje ‘El rey de las cenizas’, quien era un chatarrero que terminó escuchando conmigo el concierto de Luciano Pavarotti. Una historia preciosa”.
- “He estado en todos los canales, excepto en ATV. Me encanta la fotografía, cocinar y la jardinería. En marinera fui el campeón nacional de la categoría senior con Sissy Soria, la megadiva de la marinera. Y soy tricampeón de la categoría máster y tengo un campeón de campeones con Sissy, que es de este año”.
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