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Movida21: Cristóbal González, escritor chileno: “Perú fue el país donde quizá más quisieron a Los Prisioneros”
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Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia tocaron por primera vez fuera de Chile en 1986. La cita era en el festival uruguayo Montevideo Rock, que también tenía en su cartel a Fito Páez, Sumo, Los Estómagos, Os Paralamas do Sucesso y Siouxsie and The Banshees, entre otros. El trío chileno llegaba con su segundo álbum bajo el brazo: Pateando Piedras.
Cinco años después, Jorge González, Miguel Tapia, Cecilia Aguayo y Robert Rodríguez aterrizaron por primera vez en Venezuela. Esta vez como parte de la gira del disco Corazones. Un festival que también incluía a Fito Páez, Soda Stereo, Zapato 3, Desorden Público y varios más. En el público estaba el chileno Cristóbal González Lorca, junto a su padre y un amigo. Tenía 15 años de edad y por primera vez vería en vivo a los creadores de “Tren al sur”.
Hoy, 28 años después, Cristóbal es el autor de Latinoamérica es grande. La ruta internacional de Los Prisioneros (Santiago-Ander Editorial), libro que busca recuperar y poner en valor el legado de la banda más allá de las fronteras chilenas.
Movida21 entrevistó telefónicamente al escritor, quien también es mánager del popular grupo chileno Santaferia y antes fue parte -como músico- de la banda de rock mestizo Santo Barrio. A continuación, Los Prisioneros al ritmo de Cristóbal González Lorca.
Se publica tu libro, sale el tributo internacional a Jorge González y “El baile de los que sobran” es casi el himno de las manifestaciones en Chile. Además, Jorge declara en la TV por primera vez después de mucho tiempo y luce mejor. Una coincidencia histórica.
Es impresionante cómo el tiempo va, a veces, colocando las cosas en el lugar que históricamente les corresponde. Los Prisioneros siempre fueron muy importantes en Chile en los ochentas y posteriormente. Sin embargo, cuando comenzó la democracia vino un tiempo nuevo, el libre mercado, nuevas bandas, MTV y muchos se distanciaban de los ochentas. Me impactó el desdén con el que, en general, se miraba todo el movimiento ochentero.
¿Desdén desde dónde?
No se quería exacerbar los ochenta porque la herida estaba muy fresca. En el fondo, se trataba de generar nuevas referencias. Casi toda la gente que gravitó en los ochenta, que esperaba que la democracia le reconociera sus esfuerzos y le diera difusión y continuidad fue encapsulada en su época. Por ejemplo, Los Profetas y Frenéticos, la banda de Claudio, tuvo cobertura pero les costó moverse. En el caso de Jorge, la prensa fue muy dura con él y por eso se fue a Estados Unidos. Recién en el 99, diez años después de que Los Prisioneros se separaron, apareció el tributo chileno y las rarezas Ni por la razón, ni por la fuerza. Curiosamente, esta antología vendió más que todos los discos de los años 90 con bandas vigentes. Los Prisioneros estando separados vendían más que las bandas juntas. Cuando se reunieron en el 2001, lograron una marca hasta ahora insuperada por ninguna banda chilena: llenar el Estadio Nacional dos veces consecutivas. El idilio del 2001 se acabó con la salida de Claudio en el 2002, 2003, y la prensa le hizo la cruz a Jorge y nuevamente se tuvo que ir. Se fue a México, España y Alemania. En los últimos años, del 2010 para acá, Jorge empezó a venir más a Chile y se fue reivindicando su figura y su aporte. Y a partir de su situación de salud, se empezó a redimensionar su figura. En medio de todo eso, las canciones de Los Prisioneros siguieron sonando. “El baile de los que sobran” fue muy importante en las movilizaciones estudiantiles del 2011. Y volvió a sonar este año. Esa obra tuvo mucha contundencia, se pasó de padre a hijo.
¿Cómo se logra una canción así?
Como diría Manu Chao, son los artistas por arriba del género, un poco como Bob Marley o como John Lennon, que logran un nivel de síntesis muy grande. Jorge logró sintetizar una situación como la educación y llevarla a un plano muy cotidiano, muy decodificable, muy emocional. Y ese es el gran valor de Los Prisioneros en general. Hay una fuerza creativa que le da temporalidad, universalidad, que es lo mismo que escuchar “Mira niñita” y “Todos juntos” (de Los Jaivas), “Imagine” (John Lennon), “Could you be loved” (Bob Marley), canciones que tocan una fibra muy potente, que tienen que ver con verdades muy profundas. Los Prisioneros generaron una especie de metalenguaje, el vaso comunicante de ellos con lo popular que aún no se dimensiona totalmente.
Sin ánimo de ser reduccionista o injusto, creo que el principal valor de Los Prisioneros está en la honestidad.
Coincido. Es uno de los grandes valores de ellos como banda, sobre todo porque sus pares de los años ochenta eran más livianos, más frívolos. Como dice Emiliano Aguayo (periodista chileno), Los Prisioneros no le hablaban a su público sino le hablaban al país. No se vestían como otras personas que ellos no fueran, no sonaban ni cantaban ni decían cosas que no tenían que ver con su realidad inmediata y el público percibió esa sinceridad en su lenguaje, por eso los hizo tan propios y queridos. Su honestidad también se tradujo en mutaciones, fueron cambiando disco tras disco.
Jorge es el líder de Los Prisioneros. ¿Pero cuál fue el aporte de Claudio y Miguel?
No hay que perder de vista que los tres parten con el proyecto siendo adolescentes. Aprendieron juntos a tocar instrumentos. Se conocieron alrededor de los 14 años. Fueron compañeros de colegio, después amigos y en conjunto crearon esas canciones. Si bien Jorge sobresale de Claudio y Miguel por su talento como autor y compositor y también por el liderato en sus declaraciones, Claudio y Miguel son sus compañeros. Tenían un sueño compartido, hubo un trabajo en equipo. También está la labor de Carlos Fonseca como la persona que conceptualizó y que hizo la gestión para que el grupo pueda crecer no solo en Chile sino en otros países. En el caso de Miguel, empujó mucho el proyecto en términos de gestión, espiritual y humanamente.
Era un poco el puente entre Jorge y Claudio.
Sí, generaba cierto equilibrio interno. Conforme pasó el tiempo, Claudio y Miguel desarrollaron su sonoridad como instrumentistas. Miguel en una primera etapa fue un muy funcional baterista acústico, nuestro Ringo Starr, pero también entró en el mundo de la tecnología y se acopló muy bien con eso. En la época del Pateando Piedras ya maneja muy bien la programación y los avances tecnológicos. En el caso de Claudio, él desarrolló un sonido muy característico como guitarrista que se siente en La voz de los 80. El Claudio que vuelve con Los Prisioneros era un guitarrista más consolidado y certero. Él tiene un carácter como guitarrista que se percibe claramente.
El libro aborda la carrera de Los Prisioneros fuera de Chile. ¿Podríamos afirmar que el mayor éxito del grupo estuvo en Perú y Colombia?
Después de toda la investigación y de haber hecho el libro, siento que en Perú y Colombia fue donde más éxito tuvo la banda. En Chile vivíamos una dictadura. En el Perú, vivían el terrorismo y los gobiernos corruptos. En Colombia, estaban en guerra entre el narcotráfico, los paramilitares y las FARC. Todos estos contextos generaron mucho malestar, dolor e incertidumbre. Entonces, de alguna manera, la crítica de Los Prisioneros tenía esa universalidad y pudo ser asumida, y cada país la hizo propia.
¿Por qué crees que se generó tal impacto en Perú?
Cuando Los Prisioneros tocaron en la Plaza de Acho, Jorge dijo algo así como “nosotros en el fondo somos igual que ustedes, podríamos ser vecinos, primos, tenemos la misma historia”. Ese diálogo que establece cercanía, el público peruano lo terminó asumiendo. Perú fue el país donde probablemente más quisieron a Los Prisioneros.
Y de los primeros países donde impactaron.
Sí y fue donde ellos más volvieron, incluso como solistas. En Perú Los Prisioneros dejaron una marca más profunda. Incluso, se puede escribir un libro solo sobre ellos en el Perú. Perú es una historia aparte para Los Prisioneros.
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Hagamos un paréntesis. Hoy parece que recién estamos aprovechando la cercanía entre Perú y Chile para generar vínculos musicales. En el último mes deben haber llegado a Lima más de 10 propuestas musicales, desde Ases Falsos hasta Villa Cariño, pasando por Moral Distraída y La Combo Tortuga. ¿Eso qué nos dice?
Incluso, artistas como Alberto Plaza –que no me gusta– y Myriam Hernández han tenido impacto. Esa posibilidad siempre ha estado y considero que durante los años 90 y los 2000 los que explotaron más la cercanía son las bandas del undeground, que siempre son más vanguardistas, exploran más, son más aventureras. Era común que en esa época Psicosis venga a Santiago a tocar. Ya en los 2000, Chico Trujillo ha ido bastante a Perú. También Los Chapillacs, de Arequipa, han venido varias veces a Chile. Me alegro mucho que más grupos se la jueguen por hacer este intercambio.
¿Y Santaferia cuándo?
Yo espero que pronto podamos ir para allá. Tenemos invitaciones, pero están en carpeta porque estamos reordenando todo acá.
¿En el 2020 será la primera visita de Santaferia?
Absolutamente, es un objetivo. Hay muchas posibilidades.
¿Selvámonos es una de esas posibilidades?
Selvámonos es una de esas posibilidades y hay un par de productoras que también nos han estado contactando. Hay que ver cómo se va dando la coyuntura.
Volvamos a Los Prisioneros. El uruguayo Alfonso Carbone (productor del Festival Montevideo Rock) afirma en el libro que Jorge González y Gustavo Cerati son las figuras más importantes de los últimos 30 años del rock latino. ¿Coincides?
Mira, es una afirmación súper contundente la de Alfonso. Yo creo que tienen ese nivel de importancia. Son dos carreras distintas. A lo mejor en ventas, Jorge y Los Prisioneros sean un poco más chicos que Cerati y Soda Stereo, básicamente porque Soda tuvo una trayectoria más larga y más holgada. Eso les permitió tener una hegemonía más fuerte. Pero finalmente, en términos de figura histórica con contenido están a la par. No creo que sea un accidente que “We are sudamerican rockers” haya inaugurado la señal de MTV. Pero lo que me pasa con la afirmación de Alfonso es que digo: ¿dónde dejamos a Charly García? También, personalmente, tengo otros nombres importantes como Herbert Vianna, el cantante de Os Paralamas do Sucesso, la gran banda del rock brasileño. Y soy muy amante del rock venezolano porque viví allá y sentimentalmente Desorden Público es una de las bandas más importantes del mundo; claro, entiendo que continentalmente su impacto es un poco más acotado.
Goy, cantante de la banda argentina Karamelo Santo, también deja un breve texto en el libro y relaciona la figura de Los Prisioneros con The Clash. ¿Los Prisioneros son los The Clash latinoamericanos?
Es una comparación muy acertada, pese a que Los Prisioneros siempre hicieron todo lo posible por no ser una sucursal de otra banda. Hicieron el máximo esfuerzo por construir un lenguaje propio y con el paso del tiempo lo lograron. Esa comparación yo sé que a ellos les acomoda y les incomoda. Escucharon mucho The Clash, pero siempre quisieron hacer algo propio. Aun así, yo creo que la comparación es buena porque The Clash fue una banda muy política, más política que Sex Pistols y mucho más política que The Ramones. The Clash tenía más mirada social, más discurso político y con una cierta mirada sobre Latinoamérica. The Clash fue una referencia también porque no era una banda purista punk, sino mezclaba el reggae, ska, rap, pop. Ese espíritu desprejuiciado contra los estilos también fue muy importante para Los Prisioneros y eso se nota en discos como La cultura de la basura.
Después de ver el reciente regreso de Jorge González a los medios y verlo mejor, y también leer alguna declaración de Claudio o Miguel en el que señalan que les encantaría reunirse con Jorge. ¿Es posible pensar en una suerte reunión?
Es complejo especular, principalmente por la salud de Jorge. Efectivamente, ha habido saludos de buena onda de un lado para otro. Miguel ha dicho muy claramente que a él le encantaría. Jorge ha enviado saludos a los chicos y que le parece muy bien que Claudio y Miguel estén participando dentro de los actos ligados a las manifestaciones. Es súper bueno que haya ese clima de buena onda. Ahora, para que se genere una situación así tendrían que darse varios factores. Lo veo complejo, pero creo que nada es imposible. Chile está pasando por una coyuntura súper especial con muchas demandas y movilización, con una represión muy dura. En el fondo tengo fe y no me parecería raro que pase. No sería tan insospechada una reunión, sobre todo a partir de lo que está pasando ahora en Chile. En términos sociales y políticos sería súper potente una aparición de los tres en algún acto. Se sabe que han habido y seguirán habiendo ofrecimientos económicos muy fuertes para que se junten, y sería poético decir: lo que no pudo el dinero, lo hizo la fuerza del pueblo. Esto es más factible que una reunión formal, comercial y con dinero. Pero si pasara o no, tenemos que aplaudirlos por lo que hicieron y agradecer que tenemos las canciones de Los Prisioneros para que nos acompañen.
DATOS:
-La familia del escritor Cristóbal González Lorca dejó Chile en el año 87 -por motivos laborales-, y su destino fue Venezuela. El 93 migraron a España y en el 95 volvieron a Chile. En este año formó, junto a César Farah, la banda Santo Barrio.
-En uno de los capítulos del libro escribe el autor limeño Martín Roldán Ruiz. Ha escrito los libros Generación cochebomba y Este amor no es para cobardes, entre otros.
-Latinoamérica es grande. La ruta internacional de Los Prisioneros se puede adquirir en The Noise Music Store (segundo piso de las Galerías Brasil).
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