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Nélida Piñon: “Las palabras pueden impedir rencores o agregar más”
Entrevista con la premiada escritora Nélida Piñon, autora de títulos como La república de los sueños, El calor de las cosas, El aprendiz de Homero, La camisa del marido, Voces del desierto, Épica del corazón, entre otros.
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Para entrevistar a la premiada escritora Nélida Piñon tenemos que hacer una videollamada a Brasil, donde reside. Lo primero que se vislumbra en la pantalla es su cálida sonrisa y cuando empezamos a hablar nos confiesa con su acento carioca: “Yo amo Perú desde hace tiempo”.
Piñon ha participado de la 25 edición de la Feria del Libro de Lima, donde ha anunciado el lanzamiento de su novela Un día llegaré a Sagres. La brasileña es una mujer llena de optimismo y alegría que espera que las adversidades que atravesamos puedan sacar lo mejor de nosotros. Antes de despedirnos, le digo que lamento que no hayamos podido conocernos personalmente, a lo que ella contesta: “Creo que en realidad sí nos estamos viendo físicamente porque aquí estoy con mi cuerpo precario (ríe), el cuerpo que puedo tener, que tiene mucha vivacidad y los quiere mucho”.
¿Cómo se siente al tener que dar una entrevista a través de una pantalla?
Estoy aprendiendo y me gusta. Es una prueba de la capacidad inventiva, de la improvisación del ser humano, que es imbatible. Un ser que a partir de la harina, un huevo y agua hace pan, puede hacerlo todo. Me parece que estamos saliendo muy bien de esto, tomando en cuenta las circunstancias, la soledad, el miedo, las tinieblas, todo lo que está pasando. Pero hay una reacción...
¿Cuál es?
La epidemia no podrá destrozar la civilización como nosotros la conocemos. Quizás podrá hacer que tengamos una visión más humanística de lo que está pasando porque estamos siendo puestos a prueba de una manera dramática, muy difícil, por tanto, el ser humano no puede ser insensible a su propia trayectoria, que deja huellas en el alma y en la sociedad.
¿A usted le ha afectado el alejamiento físico de las personas?
Soy una mujer muy sensible, soy una mujer del corazón y de la razón. Mi sensación es que tengo la gente que amo, que es parte de mi vida, cerca de mí. Yo mando, por ejemplo, regalitos, dulces, como si yo estuviera cerca a ellos. Las comunicaciones hoy son muy fáciles. Además, siento que la casa es un refugio extraordinario. Siempre he pensado que los objetos que nos circundan tienen un valor simbólico, cuentan tu historia, la historia de tus ancestros, de tus familiares. Por tanto, estoy bien, fuera del dolor que me provoca las muertes, la miseria, la pérdida de empleos, la economía que se quiebra. Pero yo estoy en mi casa con la sensación de que salgo viva o salgo muerta. Bueno... (sonríe) no hay muchas opciones y no estoy desesperada de manera alguna. Soy una mujer religiosa, eso me ayuda mucho. Pienso que lo que va a pasar conmigo es lo que tendrá que pasar porque ya he vivido mucho.
¿Qué apreciación tiene sobre los nuevos movimientos en torno a la pandemia?
En Francia hay movimientos que dicen que usar la mascarilla es cancelar la libertad. Eso es una tontería. ¿Qué libertad es esa tan frágil, tan sin concepto, sin consistencia? La libertad tendría que ser considerada en otro campo teológico, metafísico, cívico. Pero todo movimiento no es malo, siempre que no sea destructivo, que no derrumbe las estatuas, que no se crea capaz de rectificar los rumbos de la historia de dos o tres mil años atrás. Esa me parece una pretensión arrogante. Nosotros no podemos rectificar los errores del pasado, pero sí dar guarida a los aciertos de hoy. Tenemos que luchar para mejorar la sociedad actual. Hay que tener mucho cuidado con el avance de la barbarie.
¿Por qué?
Porque derrumba todo y no tiene criterios. La barbarie se organiza como si tuviera un precepto extraordinario que salvará a la humanidad, pero nunca construye nada sobre lo que destroza. Cuando hubo movimientos fuertes de la barbarie a lo largo de la historia, había que matar millares de personas en nombre de nuevas teorías, imperios, poderes, religiones ¿para qué? Yo creo que la libertad del ser humano está en no permitir que te impongan preceptos que contraríen tus valores. El arte es el movimiento más extraordinario de la inteligencia, sensibilidad y de nuestro corazón.
Usted siempre ha resaltado con orgullo sus múltiples raíces genéticas, sin embargo, hay personas que menosprecian a otros por su raza, ¿por qué cree que sucede?
Lo que pasa es que las sociedades ofendieron profundamente a aquel que era distinto. Nosotros no hemos construido una sociedad justa, que permitiera que todos tuvieran igualdad de condiciones y posibilidades de desarrollarse. Hay dolores invencibles, genocidios, tribus, élites reducidas a nada. Creo que las palabras pueden o impedir rencores o agregar más a los rencores vividos. Los peruanos como los brasileños padecemos de prejuicios muy grandes.
Cuéntenos sobre su nuevo libro que está próximo a publicarse.
En octubre está saliendo una novela nueva que terminé en mayo, en plena pandemia. Se llama Un día llegaré a Sagres. Sagres está en la región septentrional de Portugal y la novela está basada en el siglo XIX, en dicho país. Cuenta las fracasadas utopías, los sentimientos recónditos, la desesperación de los pobres, la condición de las monarquías. El protagonista tiene un vínculo con el siglo XV, por tanto, el libro pasa en Portugal del siglo XIX al XV.
Usted ha dicho antes que una de sus heroínas homéricas favoritas es Casandra. ¿Por qué?
Porque ella tenía la capacidad de previsión y a mí me encanta esa tentación que tenemos los humanos de investigar el futuro, como si pudiera ser captado y viniera dentro de una cápsula que nosotros traducimos. Casandra es un personaje que después de la caída de Troya es raptada por Agamenon, rey de los griegos. Se la lleva a Mecenas y ahí, como Casandra es una mujer que adivina todo, le dice al rey destronado que le va a suceder una tragedia. Él no le hace caso y ambos son asesinados. Casandra es un símbolo del fracaso femenino, del silencio, del machismo impuesto, de la afasia que no deja que la mujer hable, quien habla es el hombre y no siempre lo hacen bien.
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