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Patty Wong: “Que ningún partido político me llame, soy indomable”
Patty Wong, empresaria que lidera Aló Chifa Patty Wong, cadena de restaurantes que, por lo pronto, atienden por delivery.
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Su padre arribó al Perú escapando del comunismo chino hace unos 50 años. Matemático natural de Cantón, llegó a Chaclacayo, donde puso una bodega. Y donde nació su hija Patty Wong.
“Yo tengo que llegar a un programa donde la gente me conozca” era la consigna de Patty Wong luego de unos 100 castings, como presagiando su futuro. Le tocó un nuevo casting y no la aceptaron, pero luego la llamaron para una prueba más, donde –remarca– compitió con las mejores modelos de Lima. Al frente tenía a los productores de R con erre y a su conductor Raúl Romero. Solo una sería la elegida. Fue al baño, se paró frente al espejo y se dijo: “A romperla”. Le pregunto qué hizo bien para quedarse. “Ser diferente, ser yo”, responde. Este 2020 se cumplen dos décadas del debut de Patty Wong en aquel sintonizado programa de televisión.
Apenas se recupera del torbellino de entrevistas y publicaciones que han salido en su nombre en los últimos días, tras contar su historia personal y revelar cómo saca adelante su negocio sin descuidar a sus trabajadores en esta pandemia. Lidera Aló Chifa Patty Wong, cadena de restaurantes que, por lo pronto, atienden por delivery. Calcula que le han llegado unos 10 mil mensajes por las redes sociales, algunos pidiendo trabajo y otros contando sus estados emocionales. “Es fuerte”, me dice y agrega que esta es la última entrevista que da.
-¿Sientes que tienes una responsabilidad?
No es un tema de responsabilidad. Si uno puede darle la mano a alguien, hay que hacerlo sin pedir nada a cambio. En momentos muy difíciles de mi vida, siempre he tenido una mano que me ayudó. Hay gente que cree que tengo asesores, gente detrás de mí. Y no, yo soy la cabeza de todo. Lo que tengo son ángeles que me ayudan. Creo que es momento de devolverle a la vida lo que me ha dado. No hay que hacer las cosas desde el oportunismo, sino desde el corazón.
-¿Hoy tienes todas las puertas abiertas?
Tengo el amor de la gente, sobre todo cuando veo a mis trabajadores. Pero con los mensajes que me llegaron sentía impotencia y frustración de no poder hacer mucho. Y no deseo entrar a la política, bajo ninguna circunstancia; es más, que ningún partido político me llame, porque soy un mal negocio para ellos.
-¿Por qué? Si ya te han bautizado como “la chinita del pueblo”.
(Ríe). Podré ser amable, cariñosa, pero soy indomable, no soy nada manipulable. Soy una mujer que ha aprendido a desarrollar su propio criterio y veo la vida de una manera distinta; entonces, soy muy revolucionaria en mis decisiones y creo que la política de este país no podría encajar conmigo.
-Pero también hablamos bastante de que necesitamos personas decentes en la política.
Sí, pero le tengo respeto a hacer política. Es una carrera en la que previamente ya debes haber cumplido como madre y profesional. La política es un don de servicio. Y en este momento no podría dar mi 100% en un cargo público porque tengo una bebé de dos años, tengo tres hijas, una empresa donde tengo familias que dependen de mí. Desde mi posición yo estoy haciendo política y todos pueden hacer política desde la posición en que están. Cuando mis hijas sean mujeres grandes, adultas, claro que me encantaría –como para morirme en paz– entrar y exterminar a todos los políticos corruptos (estalla en risas). No quiero ningún cargo político porque no sé hacer las cosas a la mitad. Además, siempre he tenido problemas desde niña porque nunca he encajado en un grupo. Cuando desarrollas tu propio criterio y sanas tus heridas, eres un ser nada manipulable, y lo que buscas es desde el amor y no desde la carencia o la necesidad. No se trata de ir por todos los asentamientos humanos regalando dinero, sino se trata de ayudar a que tengan unas mejores condiciones de trabajo, que sean personas con criterio propio, que tengan autonomía.
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-¿En los peores momentos no pensaste en migrar a China?
Mira, me han robado tantas veces, han hecho de todo para que desaparezca mi empresa y mis sueños, y nadie ha podido. Por eso no estoy casada (risas).
-Y por eso te has divorciado dos veces.
Soy indomable (ríe). Soy fiel a mis convicciones, voy en contra de todo lo que la gente normalmente podría pensar o hacer. Entendí que tengo una madera distinta.
-¿Esa madera viene del padre chino o de la madre cusqueña que migró a Lima a los 13 años?
Me he quedado con el legado de fortaleza que me han enseñado ambos. Y he tenido la valentía de ser yo misma. Yo sufría porque éramos diez hermanos y siempre hacía algo que me sacaba del grupo.
-¿La vena de empresaria viene del padre?
Yo tenía 12 años y, sin que haya llevado ningún estudio, sabía que debía ganar más del 50% de mi costo. Ya estaba en mi ADN, en la parte oriental.
-¿Y el placer por salir ante cámaras, por la televisión, de dónde vino?
De ser la hermana del medio, que no la escuchan (ríe). Creo que es mi manera de decir estoy acá, escúchenme.
-¿Extrañas la televisión?
No, para nada. Ya todo ha cambiado. Hoy todo es por Internet.
-Ya te deben haber llamado para volver a la TV.
Antes de la pandemia tenía una oferta para un programa de emprendimiento. Pasó lo de la pandemia y vino esta locura del negocio, y ahora tengo que buscar mi centro, saber para dónde ir. Mi prioridad ahora es seguir generando empleo. Si haces algo pensando en todos y no solo en ti, es inevitable que las cosas salgan bien. Somos más felices cuando somos más simples.
-¿Hoy cómo podemos ser felices en una pandemia?
Esta pandemia ha pasado para que la gente tenga la valentía de sanar sus heridas. Para eso nos han encerrado, para atraparnos con nosotros mismos. Antes salías y era una manera de ocultar lo que te molestaba. Nos ha mostrado nuestros verdaderos problemas, que antes evadíamos. Hay que tener una buena gestión de las emociones. Si emocionalmente estamos bien, vamos a poder tomar decisiones acertadas, no dejaremos que el pánico gobierne y hallaremos la manera de reinventarnos. Cuando tocas fondo, conoces lo mejor de ti y conocerás la cima. La gente le tiene temor a llorar y llorar es lo más liberador. El peruano tampoco tiene una buena relación con el dinero. El dinero no es bueno ni malo, es un recurso. Es repotenciador de lo que eres: si eres bueno, te hará una persona maravillosa; si eres malo, serás destructiva para la sociedad.
-En los 40 años y dos veces divorciada, ¿volverte a casar es una posibilidad?
Yo dejo que la vida me sorprenda. Acepto mis procesos. La belleza está en ser auténtico, en lo diferente que eres. Ama tu rareza.
-A este paso, más que volver a la TV, publicarás un libro.
Lo que fluya se dará. Pero la política no, que quede claro.
-Está clarísimo.
A la política no (ríe).
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AUTOFICHA:
- “Soy Karen Patricia Wong Portillo. Nací en Chaclacayo, porque mi papá tenía ahí una bodeguita. No tengo parentesco con los Wong de los supermercados. Terminé el colegio y estudié Administración de Empresas, pero no lo acabé”.
- “Pero después he estudiado de todo y siempre estudio, que el talento no es suficiente. He seguido posgrados en franquicia, diplomados en finanzas. Lo que más me gusta es compartir, crear. Que la gente no me vea como una maestra, sino como una aliada”.
- “Tengo 40 años. También doy seminarios de gestión emocional y de emprendimiento. Quiero dictar talleres de manera gratuita. Y estamos lanzando unas salsas, la gente que trabajará ahí son adultos mayores porque no se requiere mucho esfuerzo. La salsa se llama La Chinita Patty Wong, habrá tamarindo, sazonador, etc.”.
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