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Pedro Rojas ‘Monky’: “No pensé que el arte chicha iba a dar la vuelta al mundo”
Es catalogado como el pionero de los carteles chicha. La obra del artista jaujino se exhibe en UPC Cultural. Perú21 entrevistó a Pedro Rojas, más conocido como ‘Monky’.
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Primero llegó Lorenzo Palacios, o Chacalón. Le pidió que le confeccione un afiche para el mano a mano con Abelardo Gutiérrez, o Tongo, pero distintos a la competencia. Ambos, pesos pesados de la cumbia peruana, o chicha. “Algo bonito porque por primera vez estaré con Tongo en el Centro Cultural El Hueco”, le dijo sobre el lugar donde entonces se guardaban carros, en el cruce de Colmena con Abancay. Le pidió que su nombre vaya arriba, primero. Pedro Rojas, o Monky, le propuso hacer el afiche con colores fosforescentes para que resalte, sea impactante. Chacalón dejó el taller de la avenida México y en la puerta se cruzó con Tongo, quien le dijo que él haría otro lote de afiches. Se despidieron. “¿Cuántos te ha pedido Chacalón?”, le dijo Tongo a Monky. “300”, respondió. “A mí hazme 400, pero con mi nombre arriba, primero”, dijo. Y reímos. “Fueron los primeros afiches que retumbaron el Centro de Lima”, me dice Pedro sobre los primeros afiches de colores fosforescentes que hizo, en la década del 80.
El arte chicha hoy es parte de nuestra identidad, es uno de los símbolos de la gráfica peruana. UPC Cultural presenta la exhibición Monky, pionero de los carteles chicha. La muestra virtual, curada por el investigador Alfredo Villar, repasa la historia de vida del artista y la evolución de la gráfica chicha. De acceso libre y está en cultural.upc.edu.pe/galeria/monky
“Viva el Perú, carajo”; “Se sufre, pero se aprende; “Cholita linda” son algunas de las frases que ha inmortalizado Monky en afiches que, pese a la pandemia, ha enviado a Rusia y Alemania, y otros que alista para Australia, Los Olivos, Miraflores, San Isidro, Santa Anita, Huacho y Arequipa. La mayoría para decorar restaurantes de comida peruana.
Contesta el teléfono. Está en el distrito de San Lorenzo, provincia de Jauja, en Junín, donde nació. San Lorenzo, de unos 3,500 habitantes, está a 10 minutos en auto de Jauja. Lo describe como un pueblo hospitalario, de clima templado y saludable. Donde aún conserva una chacra heredada, donde su madre de 90 años y hermana siembran trigo, alverja, habas y choclo. Tal vez, mientras responde estas preguntas, contempla aquel valle hermoso.
-¿Cuándo visualizó que el arte chicha llegaría tan lejos o no le tuvo mucha fe?
No pensé que el arte chicha iba a dar la vuelta al mundo. Pero sí hemos trabajado con cariño, con esmero. Ha habido muchos talleres de serigrafía, pero más conocidos somos Monky y mi amigo Elliot Túpac, aunque él entró a la tecnología. No seguí estudiando, porque me dediqué más a los carteles, a los pedidos de los grupos de huayno, tropical, salsa, rock. Pero puedo decir que mi amigo Elliot Túpac es como mi alumno.
-Usted es casi contemporáneo del padre de Elliot, de Fortunato Urcuhuaranga, ¿no?
Su papá de Elliot trabajó conmigo. Yo hacía carteles y él hacía banderolas pegadas para fiestas folclóricas del ‘Chato’ Grados, Amanda Portales. Pero todavía no hacía afiches, yo sí ya hacía afiches. Yo hacía mis volantes a mano escrita, dibujaba mis letras, lo mandaba a sacar copias y lo mandaba a quemar en cartoncillo.
-¿Cómo nació la idea de que a través de letras dibujadas y el uso de colores encendidos se podía confeccionar un cartel que llame la atención?
Mis carteles siempre han tenido colores llamativos desde antes que aparezcan los colores fosforescentes. Trabajaba con pinturas naturales. El año 87 recién aparecen los colores fosforescentes, cuando hice mi primer afiche para Tongo y Chacalón. Se quedaron anonadados. A los tres días que salieron los afiches y los pegaron en Lima, vinieron Shapis, Alegría, Vico, Pintura Roja. Y la palabra chicha sale cuando fallece Chacalón. Antes de eso eran carteles luminosos, llamativos. La palabra chicha invadió Lima.
-¿Cómo llega a esos colores?
Un día caminando por la calle Paruro había una ferretería de unos chinos. Había unos pocillos con látex, pero que no se podía usar en serigrafía porque bloqueaba la malla. Me compré el rojo, el amarillo y el verde. Le llevé la pintura al ingeniero Vásquez que nos vendía las pinturas básicas, en Zárate. Le dije que me prepare la pintura para hacer los carteles. Lo procesó. Así salió el naranja, mandarina, azul eléctrico. Ya había talleres que hacíamos carteles: Vanessa, el señor Urcuhuaranga y sus hijos, Choco, en Huancayo la familia Santana, en Chincha. Y ahí nomás vino el mano a mano Chacalón con Tongo.
-¿De esa época a la actualidad se puede hablar de una evolución del cartel chicha?
Se ha perdido un poco la estética de los carteles chicha de antes. A mí me buscaban porque yo le ponía la chispa al cartel.
-¿Ya se valora el arte chicha?
Hay gente que todavía dice que ese cartel chicha es para gente maleada, malograda. Recuerdo que cuando se hacían las fiestas en Surquillo y ahí veías a las empleadas del hogar que bajaban a las fiestas con los hijos e hijas de los dueños de las casas, que iban para ‘sapear’. No se quedaban hasta tarde, pero se ganaban el ‘pase’ que esas fiestas no eran tan ‘corruptas’. Y volvían, solos o con otros amigos. Ahí bajó un poquito la discriminación.
-¿Por qué cree que el arte chicha se ha impuesto?
Han venido de otros países y les ha gustado esos carteles. Si no hubiera pegado afuera, acá en el Perú quizás no nos hubieran dado mucha bola. En el extranjero están decorando restaurantes con carteles chicha, y ahora acá ya me han pedido, tengo cuatro restaurantes para decorar.
-¿Qué piensa de haber logrado que el arte chicha cruce las fronteras?
He sufrido para aprender, he sufrido para tener clientes, he sufrido con el terrorismo, en la década del 90, en la pandemia. Creo que recién ahora se está dando realce a este trabajo. Antes no les ha interesado que nosotros también somos artistas, somos personas que le damos vida al arte peruano.
-¿De las frases que usted ha inmortalizado en los carteles, con cuál se identifica?
No se gana, pero se goza; se sufre, pero se aprende.
AUTOFICHA:
- “Soy Pedro Tolomeo Rojas Meza. Natural del distrito de San Lorenzo, provincia de Jauja, en Junín. Tengo 59 años. Mi número de celular es 987891878; me pueden llamar si quieren que les haga un diseño, carteles, logotipos, pensamientos. Para todo tengo la solución”.
- “Terminé el colegio en el 80. Trabajé en restaurantes, vendiendo chupetes, pintaba casas, pero no pensaba viajar a Lima, hasta que conversando con unos amigos dijeron ‘por qué no nos escapamos a Lima’. Nos dimos la escapada sin decirle nada a mi mamá, yo tenía 18 años”.
- “Le doy gracias al amigo Alfredo Villar. Hizo una exposición en el Centro Cultural de España, donde me dijeron que era el pionero de los carteles chicha. Luego gané un concurso en Argentina, Trimarchi. Mi amigo Alfredo también había agarrado una invitación para EE.UU. y viajé. También fui a Chile, Bolivia”.
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