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Radiohead en Lima, escape hacia el pasado y la experimentación [CRÓNICA]
La banda británica se presentó el martes por primera vez en Lima, en el Soundhearts Festival del Estadio Nacional.
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Radiohead ofrece un concierto en el Nacional. (Luis Centurión/Perú21)
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Thom Yorke, líder de Radiohead que se presentó en Lima el martes pasado (Luis Centurión/Perú21).
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El 'OK Computer' se hace un disco atemporal a sus más de dos décadas de lanzamiento. Por sus atmósferas, su exploración sonora, su visión desoladora del futuro. El siglo anterior daba sus últimas voces con teorías del fin del mundo y era necesario generar un poco de belleza. Entre quienes acamparon días antes afuera del Estadio Nacional no se distinguían fanáticos menores de 20 años. Su fascinación con el grupo británico corría en paralelo a la evolución del notable álbum, que se reeditó el año pasado convertido en un clásico.
Lo de Radiohead, el martes, en el Soundhearts Festival fue revisitar su carrera: el sonido alternativo, la distorsión, el pesimismo, y también los picos experimentales, eléctricos, catárticos. A las 9 p.m. Thom Yorke comenzó a dibujar en el piano el sonido expansivo de una de las bandas fundamentales de la actualidad, abría otro espacio para divisar notas nostálgicas y guiños del futuro.
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Entre la conmoción, la euforia y la calma, el público pudo escuchar temas que marcaron la diferencia respecto a su setlist de Argentina y Chile. Uno fue 'No Surprises', del referido álbum. Una melodía conmovedora, perfecta música para escapar. Un impredecible Yorke, que se mostraba alienado por momentos, agradecía y soltaba frases inaudibles entre las canciones. A su gira latinoamericana, Radiohead llegaba con su último disco 'A Moon Shaped Pool' (2016).
Seguidamente, la tecnología parece viva en 'Everything in its Right Place', de acordes saturados. Radiohead lanzaba en sus letras más interrogantes que respuestas y ante el desencanto ofrecían una salida envuelta en capas sonoras.
Yorke demostró su destreza vocal en temas como 'Street Spirit', que llevó al público a los 90. A lo largo de la presentación, Jony Greenwood se mostraba versátil en la guitarra, en el piano, en el sintetizador. Un mapa de sonidos.
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La profundidad melódica y sus texturas tuvieron lugar con 'Weird Fishes Arpeggi'. A continuación, la guitarra se hacía reveladora en el manifiesto “2+2=5”. El salto que desata la distorsión.
'Fake Plastic Trees' aportó notas cálidas en una canción sobre la seducción de la vida actual y sus apariencias. El canto lírico se vuelve un reclamo desgarrador por lo real. Con ella reaparecieron tras salir del escenario.
El viaje sonoro tuvo un instante de fe con 'Exit Music'. El guiño romántico alcanza tonos altos en esa canción compuesta para la película 'Romeo y Julieta' (1996). Era un gran espectáculo, que mostraba la sincronicidad de dos baterías. En la principal, Phil Selway aportaba al desenfreno de las pistas más explosivas. Ed O’Brien mostraba el dominio de las guitarras en los trances sonoros de la banda.
Era una noche en que las estructuras se disipan, incluso para ellos mismos. En los paisajes sintéticos de “Idioteque”, se presentan problemas técnicos con la caja de ritmos, lo que lleva a terminar la canción. “Eso a veces pasa”, dice Yorke.
Hacia el cierre, Radiohead quiso dejar como testamento de su primera presentación en Lima una canción que no está entre sus predilectas: 'Creep', single de la soledad adolescente, que fue seguida por 'Paranoid Android'. Para aquellos oyentes que se trasladaron del casete al CD y luego al streaming, la nostalgia se hacía clásica, inconfundible. Las señales de radio recordaban aquella incertidumbre de los 90, la confusión de la juventud.
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Las líneas de 'Karma Police' eran el final del viaje. Al alcanzar el clímax, uno puede llegar a disolverse, extraviarse. Terminada la canción, solo quedaba la voz y la guitarra de Yorke y un coro de más de 20,000 personas que intenta recomponerse de la electrónica rupturista y los flashbacks emocionales. Las voces podían confundirse al final de la transmisión. El grupo británico supo procesar las ondas de un futuro desesperanzador y reconvertirlas en la música de fondo de una generación que se enfrenta a la alienación, lo inestable, lo automatizado. El sonido del presente que se oye radicalmente nuevo.
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