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Solo y sólo: 10 años de una regla de la RAE que causa controversia
La disposición de no tildar el adverbio ha generado división entre miembros de la misma Real Academia Española. Mientras unos consideran que resuelve la ambigüedad, otros argumentan que los casos problemáticos son muy limitados.
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Estar solo en un lugar. Estar solamente en un lugar. Se trata de dos mensajes distintos. Hace una década era posible marcar esa diferencia con un acento gráfico, con una tilde. Sin embargo, en la Ortografía de la Real Academia Española de 2010 se dispuso la eliminación de la tilde en este caso por considerarla innecesaria, lo que ha generado reticencia entre algunos académicos.
Lo que se fundamentó para este cambio de reglas era que las posibles ambigüedades pueden resolverse, según la institución, “casi siempre por el propio contexto comunicativo (lingüístico o extralingüístico), en función del cual solo suele ser admisible una de las dos opciones interpretativas”.
TILDE DIACRÍTICA
La razón de fondo es que la tilde en el adverbio solo no cumple el requisito que sustenta el uso de la tilde diacrítica, aquella que sirve para diferenciar dos palabras que se escriben igual cuando una de ellas es tónica y la otra es átona. Es decir, solo es siempre tónica y por ello no cabe tildarla al igual que se tilda sí para marcar la diferencia de si, o té, que no es lo mismo que te.
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“Los casos de ambigüedad son muy limitados. La tilde diacrítica no es necesaria. Hay que operar con reglas técnicas, aunque a algunos académicos les enseñaran otra cosa en la escuela”, señaló Salvador Gutiérrez, responsable de la nueva Ortografía que revolucionó la Academia, en entrevista con el diario español El País. “Espero que dejen el empecinamiento, porque no tienen argumentos técnicos con los que defenderse. Solo son criterios sentimentales y una ortografía no se hace así. Sería un gravísimo error que la RAE operase al margen de la ciencia”, añadió.
UNA ACENTUADA DISCUSIÓN
“Fue innecesario, la tilde es contundente”, dijo sobre la modificación de la regla Luis Mateo Díez, quien es miembro de la Academia, consultado por El País. “Lo de antes estaba mejor que lo de ahora. Seguiremos insistiendo”, agrega Díez, quien es uno de 12 académicos, de un total de 43, que se oponen a eliminar la tilde.
La misma postura muestra el crítico e investigador Francisco Rico, también académico. “Yo la mantengo y no hay ninguna razón para cambiar. No soy muy académico, pero cada académico lleva su camino propio, incluso para enfrentarse a la RAE”, indicó.
A ellos se suma Javier Marías, también académico y escritor, quien mantiene la tilde en sus textos.
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