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Verónica Torocahua, artista arequipeña: “Desde pequeña, mi destino era el arte”
Es gestora y difusora cultural y viene dándole otro enfoque a su arte: de las galerías y salones a las calles, con la finalidad de que su mensaje social tenga más impacto.
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“El arte es más que pintar” es una de las frases que más defiende la artista visual arequipeña Verónica Torocahua, quien con su trabajo multifacético viene llevando su arte a otro espectro: ha decidido salir de las galerías y salones para llevar su labor a las calles. ¿El objetivo? Llevar su mensaje social a más personas en su día a día. La acuarelista presentará el proyecto de exposición ganador en Artes Visuales EADIS 2023 “Somos diferentes, nos abrazamos y te saludamos” en la galería del Británico de Arequipa el 14 de octubre en el Encuentro de Arte y Discapacidad, organizado por Capaz Perú.
Egresada de la Escuela Nacional de Arte Carlos Baca Flor, ha ganado diversos premios no solo en nuestro país, también ha sido galardonada en países tan lejanos como Bulgaria o México. ¿Cómo inició en el arte? ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Cuál es la relación entre este arte y el activismo social? Verónica nos lo cuenta en una conversación con Perú21.
¿Cómo inicias en el arte?
Siempre he sido muy curiosa, desde muy pequeñita, no solo con las artes visuales, siempre he tenido una sensibilidad hacia todo tipo de manifestación artística como la música, el teatro. Siempre me convocaban en concursos en el colegio para representar, mi destino era el arte. Una vez ingresé a la escuela, me fue bien, fui siempre de las más destacadas en las clases, muy empeñosa, junto a otros compañeros que se han dedicado full al arte, algunos de ellos ya viviendo en el extranjero, el ambiente fue muy prometedor para nosotros, porque entre nosotros nos inspirábamos.
Antes de terminar en la escuela yo ya trabajaba en lo que era la pintura, en proyectos de muralización y organizar festivales, conociendo ahí lo que es la gestión cultural, conocido antes como ‘organizadores culturales’ y con mi colectivo empezamos a viajar y contactar con ONGs para realizar proyectos artísticos. Luego en el Ministerio de Cultura hicieron un llamado a agrupaciones artísticas que tengan un enfoque social y, entonces, desde 2020 somos Punto de Cultura con mi colectivo de artistas. Muy a la par tengo mi trabajo en exposiciones, gané un premio en México en 2017, envié trabajos también a Quito, moviendo mi acuarela que es como mi punto fuerte, pero busco más tipos de expresión, haciendo grabados, ahora con arte en la calle, para llegar a otro público.
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Has salido de las galerías a las calles
Me he dado cuenta de que todos estos años, desde 2015, siempre he trabajado en galerías y museos y los públicos son muchas veces los mismos, el ambiente cultural es a veces un poco limitado y ahora quiero llegar a otras personas, que se sensibilicen con el mensaje que doy, por eso he optado por salir a las calles, intervenir a la gente con mensajes que a veces la gente necesita pero con una mejor manera de llegar a ellos. Muchas personas me han dicho que uno necesita leer estos mensajes para que le cambie el día.
Estoy tomando símbolos peruanos y dándoles una perspectiva femenina, feminizando, porque Perú tiene símbolos que son parte de nosotros, que nos constituyen como cultura, pero no aparece mucho la parte femenina ¿Dónde está? Como Túpac Amaru cuando dice “volveré y seré millones”, es su imagen, pero también hubo Micaela Bastidas, entonces, ese es el mensaje que busco transmitir ahora.
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¿Cómo te sientes en esta transición?
Un poco de miedo, de vértigo. Uno se expone al salir y pegar, o hacer extensive, nosotros nos reunimos en Arequipa el año pasado a raíz de las manifestaciones que hubo y le dimos un giro artístico que concientice, esa es nuestra lucha como artistas visuales, hablamos a través de las imágenes, es una herramienta importante. Es como volver a adueñarte de las calles, del espacio que habitas, lo haces parte de ti, eso es lo que buscamos los artistas, los mensajes que podamos dar en un ambiente así.
Tu arte está ligado al activismo social
Sí claro, un artista no puede ser ajeno a su contexto, uno tiene que ser sensible ante las cosas en las que vive, lo que le rodea, cosas buenas o malas que pasan, las problemáticas de vivir en un país machista, con muchas tasas de discriminación que sufren la mayoría de mujeres. Un problema también es cómo las mujeres interiorizan el machismo, quizá una forma de decirles esto es mediante el arte y no tanto decírselos directamente, porque lo han normalizado. Por ejemplo, en una feria feminista nos pidieron hacer una exposición y ahí yo puse un mandil que decía “Mi trabajo solo acaba cuando duermo”, porque una ama de casa, que se dedica a sus hijos, es así, siempre está trabajando y nadie lo considera, no es un trabajo de oficina, de ocho horas, solo para cuando duerme y esos mensajes son importantes de transmitir.
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¿Desde cuando usas el arte como instrumento de cambio social?
Las lectura me han influenciado bastante, las personas con las que me rodeo, antropólogos, filósofos, siempre hemos tenido ese tipo de conversaciones, sobre la sociedad, la vida, la marginalidad. En mis primeros trabajos yo era un poco ‘darks’ en cierto modo, pertenecí a una minoría, y una minoría suele sentirse relegada, alejada, discriminada y uno se concibe así, que otros te alejan y me lo cuestionaba mucho y desde ahí me puse de parte de otras minorías para darle impacto social mediante el arte. Desde el dolor, la tristeza y la rabia me fui al otro lado, a ayudar a cambiar las cosas, he ido cambiando mucho con el tiempo.
La acuarela es tradicional en Arequipa. ¿Innovar con otro tipo de propuestas en acuarela ha sido complicado?
Sí, allá es una escuela, y lo que hice fue como luchar contra la propia tradición. Mis profesores eran paisajistas, costumbristas y tienen una técnica hermosa, pero no quieren salir de eso, no tocar o experimentar otros temas o técnicas fuera de su escuela. Yo me sentí perdida un poco al principio y en mi época era un poco más difícil desarrollar tu propia voz, porque todo el mundo pinta lo mismo, y todos se miden quien es mejor en ese estilo y piensas que es lo único que hay. Si haces otra cosa a veces ni siquiera te miran, pero he tenido que ganarme eso y a partir de ello seguí con mis propios temas.
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¿Cómo tomó tu familia tu dedicación al arte?
En mi caso siempre me apoyaron, dejaron tomar mi camino, nunca se opusieron pero sí me decían que tenía que ser responsable. El arte, a diferencia de lo que muchos creen, necesita de mucha disciplina, porque prácticamente eres freelancer, tienes que hacer todo, saber de publicidad, mercado del arte, muchas cosas más que debes aprender, no es solo pintar. Yo he trabajado en portadas de discos, de libros ilustrados, todo lo que es visual, siempre busco retarme en muchas cosas.
¿Al hacer tus pinturas ya tienes claro el mensaje que quieres dar o lo sabes sobre la marcha?
Voy con una idea de lo que haré pero en acuarela no puedes tener todo el control, tú controlas el 40% y el 60% es el agua, que es caprichosa, juegas con la inmediatez. Sé la intención con la que voy pero no sé cómo va a quedar. Al final siempre me sorprende, no sale siempre como uno lo tiene pensado, a veces digo ‘voy a hacer una brujería ahí’ a ver que sale.
Fue ese un tema que tocaste
Sí, en el ‘Aquelarre’ tocamos el tema de las costumbres ancestrales. Mi abuelo hacía pagos a la tierra y era muy místico, no lo recuerdo plenamente porque era muy niña, pero leía la coca. No se dedicaba a eso, lo hacía para la familia pero yo vi cómo se hacían esta ritualidad, algo que puede asustar a un niño común ahora, pero en el campo es algo normal, para mí era normal. Me ha atraído siempre este tipo de energía, a la sabiduría de las plantas y me encontré a personas con atracciones similares y formamos este proyecto, que ya tiene siete años, que fue uno de los proyectos en Arequipa que fueron multidisciplinarios, porque lo normal siempre es exposiciones de pinturas.
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¿Es más tradicional?
Sí, fui a las galerías en donde son muy ortodoxos, con solo cuadros, son muy conservadores en Arequipa. Hay personas a cargo de las grandes galerías que son muy cerrados en ese aspecto, cuando me invitaron al salón por el día del arte y yo llevé un cuadro de un trasero grande, que era en óleo, y creí que estaría adelante en la sala grande, pero me mandaron atrás, en la última sala dentro de una bóveda, parecía que no querían que lo viera nadie. Igual yo salí y paseé con el cuadro en todas las calles y la gente reaccionaba y era curioso, algunos se ruborizaban o hacían comentarios o se reían o lanzaban piropos.
Hay una resistencia a romper el molde
Sí, aunque aquí hay más aceptación, la vida es bien ajetreada y un poco más difícil, han visto cosas más feas y es como que lo ven más como una criollada, en cambio en Arequipa son más conservadores, con cosas así los puedes espantar fácilmente, pero no deja de ser divertido ver cómo las reacciones son distintas.
¿Qué es el arte para ti?
Creo que es lo que despierta en cada uno. A veces me preguntan sobre mis obras “¿qué significa?”, pero no es eso, sino qué te despierta, ¿qué te hace sentir? ¿qué te hace pensar? Tú dime.
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¿Cómo va evolucionando el arte?
En Arequipa ya la nueva generación de artistas han despertado, porque antes era todo más pasivo antes de la pandemia y ahora los jóvenes vienen teniendo varias iniciativas. Como se mueve la ciudad, también se tiene que mover la cultura, es importante para llevarlo a más personas, es positivo, se está creciendo además con otra visión, ya el artista no es un solitario que está en su taller y no sale para nada, hay festivales y actividades variadas, los artistas salen más y es mucho mejor así, porque los nuevos ya tienen mapeado cómo van a vender su arte, eso antes no lo teníamos.
AUTOFICHA
• Soy Verónica Torocahua, artista visual, gestora y difusora cultural, tallerista plástico y comisaria de la ciudad de Arequipa, egresada de la Escuela Nacional de Arte Carlos Baca Flor, he organizado y colaborado en festivales de arte de índole nacional e internacional.
• He fundado el Proyecto multidisciplinario “Proyecto Aquelarre”, actualmente ejerciendo como presidenta del Colectivo QUIPA, reconocido como Punto de Cultura local por el Ministerio de Cultura, donde trabajo junto a otras mujeres artistas talentosas de mi ciudad.
• Estuve viviendo un tiempo en Lima, pero por la pandemia tuve que regresar a Arequipa y me quedé a trabajar allí, iniciando algunos proyectos. Pero de vez en cuando regreso para mover mis trabajos, aquí el mercado es mucho más fluido y abierto o hay actividades o festivales artísticos en los que participo.
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