Las canciones de Virus ya forman parte del cancionero latinoamericano y dos generaciones las han hecho propias.
¿Ustedes en sus giras sienten este feedback del público?
Sí, claro. Además, eso que dijiste es muy importante. Las canciones son parte de ustedes. En realidad, son de ustedes. Las hicimos para regalárselas a la gente. Ya no son nuestras, son de ustedes. Y me parece que eso es una clave, porque es como uno pasa por la vida entregando algo, haciendo algo, ofreciendo algo. Y bueno, ya nos despojamos de ellas y se las regalamos a ustedes.
Siempre se escucha decir a una banda que lleva muchos años junta, que son como hermanos, pero en el caso de ustedes, eso es real. Pero también entre hermanos las peleas pueden ser viscerales. ¿Les ha pasado?
No. Nosotros tuvimos y tenemos la suerte de que en nuestra familia ha sido todo siempre muy ameno. Nunca hubo discusiones en mi casa. A mis hermanos los siento más amigos que hermanos. Ellos fueron siempre mis amigos, con los que jugaba de chico, con quienes me divertía y con los que hicimos un proyecto que nos trajo durante 40 años juntos.
Ahora que están de gira, ¿qué diferencia hay estar de gira a esta edad que en los primeros años de la banda?
Me encanta. Buenísima la pregunta. Las cosas van cambiando. Nosotros cuando empezamos a girar por Latinoamérica yo tenía 20 años, 22, todos éramos muy jóvenes. Entonces terminamos el show y te invitaban acá y allá, y por supuesto que íbamos, nos divertíamos. Hoy es más probable que después de un show entres a la habitación de un supuesto rockero en pijama con un libro en la cama. (Hacer giras) requiere un esfuerzo físico importante, porque son muchas horas, los aeropuertos son absolutamente tediosos. Está bueno sentirse bien y estar al cien por cien. En su momento podríamos estar al cien por cien acostándonos y durmiendo media hora, hoy nos gusta escuchar el cuerpo que nos dice.
En sus primeros años, ¿quién era el hermano que ponía el orden ahí, cuando se desbandaban mucho los demás?
Yo. No lo digo con orgullo. Los tres teníamos personalidades absolutamente diferentes, Federico era muy explosivo, hiperkinésico, que no paraba de hacer cosas, de presentar cosas. Julio era mucho más bohemio, más volado y a veces poco responsable con las cosas concretas, y bueno yo siempre estuve ahí en el medio como un capricorniano, como un cable a tierra.
¿Muy pesada a veces esa tarea?
No porque los tres nos complementábamos. Era necesario la hiperkinesia de Federico, el vuelo de Julio en la composición, en la locura y también era necesario mi cable a tierra para todo eso. Éramos un equipo y lo seguimos siendo. Nosotros hemos tenido una relación familiar fantástica. Tanto mi mamá como mi papá, mientras pudieron, estaban en cada show importante, ahí adelante orgullosos.
¿Qué opinión tiene del público peruano?
Es el público más respetuoso que yo he conocido. Pero no solo como público en el espectáculo, sino al caminar por las calles, siempre me ha llamado la atención la cultura y la educación del pueblo peruano. Me ha llamado profundamente la atención el nivel de cortesía, de amabilidad, de don de gente.
Y en el concierto, pues, el desenfreno y el disfrute de la música, ¿sí o no?
Sí, por supuesto.