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Wendy Ramos: “Cuando no te quieres, te vuelves satélite de otro”
Wendy Ramos presenta la miniserie Raúl con Soledad. Entrevistamos a la exPatacláun.
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En su computadora tiene una carpeta que se llama ‘cuarentena’. Ahí aloja los archivos de los cursos que lleva durante la pandemia. “Vivo estudiando”, explica. Creatividad, escritura, pintura, cuentos e ilustración son algunos de los temas que le provocó aprender, todo lo que postergó por el ‘algún día tendré tiempo’. Wendy Ramos, pese al confinamiento, eligió mirar para adelante y las posibilidades que había en aquel horizonte.
“Qué lindo ese chico”, le dijo Wendy a una productora y señaló a Carlos Carlín. Ambos trabajaban en el Canal 4. Y se hicieron amigos. Viajaban en el mismo bus, compartían el walkman: un audífono para ella y otro para él. “Un rato él se enamoró de mí, otro rato yo me enamoré de él. Pero no al mismo tiempo”, confiesa y no recuerda quién se enamoró primero. “Menos mal no fuimos pareja, porque no sé si seríamos tan amigos como ahora”, agrega. Luego llegó Patacláun y el cariño y el reconocimiento del público. “Tengo toda una vida riéndome con él”, dice. Y ahora son parte de la miniserie Raúl con Soledad, dirigida por Bruno Ascenzo y producida por Tondero. Hoy se estrenará por Internet vía Netzun, a las 6:00 p.m.
Un día le preguntó a su padre sobre la diferencia entre rotación y traslación. Él agarró una manzana y una naranja. Paró a su hija en medio de la sala y le dijo: “Tú eres el Sol y yo seré la Tierra”. Su padre comenzó a dar vueltas y ella entendió la diferencia. Desde entonces, Wendy siempre está aprendiendo y entregando el conocimiento adquirido.
-En febrero, en España, diste una charla para la plataforma Aprendemos Juntos del BBVA, que se publicó hace unas semanas y se volvió viral. Y en ella hablas de tomar las riendas de nuestras vidas. ¿Hoy tenemos la sartén por el mango?
Una cosa es el mundo diciéndote ahora será como yo quiero y otra es entregarle el poder de tus decisiones. Tú puedes decidir si sentarte y quejarte o salir a hacer cosas; igual puedes decidir si aferrarte a lo que hacías o buscar algo nuevo. Claro, hay gente que tiene más opciones para elegir que otras.
-¿Y tú cómo has tratado de sostener la sartén?
Yo también tenía esa sensación de que debía esperar que los demás me digan qué hacer, que me llamen, que las cosas pasen.
-¿Te ha costado reaccionar?
No me demoré nada. Ya vengo entrenándome desde hace muchos años en soltar. Por otro lado, porque en enero yo estaba rodando una película en España y cuando me fui, me quedé pensando en el virus, pero allá nadie hablaba de eso. De ahí me fui a Argentina, y empezaron los problemas en España. Cuando llegué a Perú, ya en el aeropuerto estaban con mascarillas. Llegué unos días antes de que empiece la cuarentena acá; entonces, creo que fui de las primeras que empezaron a saludar a la gente sin beso.
-Raúl con Soledad es una comedia, pero pone sobre la mesa temas importantes hoy, como la convivencia con el otro. ¿Qué hacemos para llevarnos bien?
Verse las caras 24 horas al día puede volver loco a cualquiera. Creo que la clave son los acuerdos, hablar mucho de cómo se está sintiendo cada uno, llegar a un lugar donde los dos se sientan cómodos. No hay otra que probar y probar, no hay manual y ni aunque hubiera, porque cuando juegas, así te den el manual, no lo harás bien hasta que juegues y te equivoques y pierdas, y empieces a darte cuenta de cómo es. Y este es un juego que no hemos jugado nunca. Pero vas aprendiendo, como aprendimos a poner masking tape en las ventanas cuando había terrorismo. Ahora te toca, pues, ponerte tu mascarilla.
-¿Es difícil convivir con Wendy Ramos?
A mí me gusta mucho estar conmigo (ríe). Tuve una época en que no me gustaba, que prendía música, que llenaba el espacio con lo que sea para no escucharme tanto. Cuando no te quieres, te vuelves satélite de otro.
-¿Cómo nos damos cuenta de ello?
Cuando cocinas para otro y para ti te haces un huevo frito. Por eso esto de ‘la fiesta es mía’.
-¿Alguna vez tuviste una relación de 27 años como la pareja de la serie?
No, cállate, nunca (ríe). Mi primer matrimonio duró dos años y medio. A Ramón, que fue mi segundo matrimonio, lo conocí, a los cinco días éramos enamorados, a los cinco meses nos casamos y estuvimos casados cinco años. Somos muy amigos. Luego tuve otra relación como de ocho años pero no terminó en matrimonio. Y ya.
-Al tercer casamiento es la vencida, Wendy.
(Risas). Estoy bien contenta conmigo, tranquila.
-¿La soledad y la edad también son como dos cuerdas que te jalan hoy?
Con la edad jamás tuve problemas. En mi cabeza debo tener unos treinta y tantos. Hubo una época en que me sentía una niñita, menos mal que ya crecí.
-¿Y la cuerda de la soledad?
Depende de cómo vea uno la soledad. Yo me siento súper bien.
-¿Esta figura de la cuerda es una constante en nuestras vidas? ¿Siempre tendremos una cuerda, incluso de la cual sostenernos?
La cosa es darte cuenta de cuándo te estás sosteniendo y cuándo te estás aferrando porque te da miedo hacer otras cosas, porque te da miedo crecer, porque no sabes cómo será sin eso. De pronto, te está impidiendo avanzar hacia otros lugares. De pronto, tienes el matrimonio perfecto, pero no estás enamorado. Tienes que buscar lo que para ti es el éxito.
-¿Y para ti qué es el éxito?
Es estar tranquila. Tener solucionada tu parte económica, poder vivir de lo que amas, tener tiempo para descansar. Yo elegí no trabajar tanto. Había un momento en que sentía que tenía que aprovechar todas las oportunidades y hacer todo. Pero no, no necesito tanto y necesito más mi tiempo.
-¿El aprendizaje es una forma de desatarnos de las cuerdas que nos atan?
Estudiar te da la posibilidad de elegir.
-¿Deslindarías de la autoayuda? ¿Te preocupa cruzar ese límite?
Me preocupa que se vea tan mal que algo sea autoayuda. Sería un gran cambio que la gente se conozca más, que se preocupe en cambiar. Nos haría bien a todos. Ahorita lo que más le serviría a una persona es adaptarse al cambio, en lugar de quedarse mirando sin atreverse a dar el paso.
-¿Qué piensas del futuro? ¿Te causa zozobra o no piensas en ello?
Mi mantra de esta temporada ha sido pensar en el hoy. Un día a la vez. No tengo la menor idea de cómo será lo que viene. Para qué voy a tratar de controlar lo incontrolable. Yo hago como si lo que vivimos ahora será para siempre; y cuando cambie, me alegraré.
-En 2018 te entrevisté y me dijiste que te hacía feliz comer panetón. ¿Hoy qué te hace feliz?
Uff, me sigue haciendo muy feliz comer panetón.
-¿Solo o con mantequilla?
Con mantequilla, por favor. Y con chicha morada. Gracias (ríe).
AUTOFICHA
- “Mi nombre completo es Janet Wendy Ramos Rey. Nací en Lima, en el Hospital Militar. En diciembre cumplo 54 años. Cuando terminé el colegio, quería ser maestra para niños especiales, pero postulé a Arqueología y menos mal no ingresé”.
- “Mi papá me llevó para hacer un test vocacional y salió Comunicaciones. Él era de la Fuerza Aérea; de chiquita me llamaba la atención el uniforme. Yo quería hacer paracaidismo. Pero siempre he estado metida en las actuaciones, me encantaba exponer”.
- “Estoy preparando mis cursos. Me están enamorando para hacer otro curso en línea. Un curso que hice para Netzun ya tiene más 35 mil personas que lo han seguido. Cuando hice ese taller, lo hice con miedo, pero toda la educación virtual se ha disparado. Y ahorita toda mi atención está en Raúl con Soledad”.
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