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Carlos Lam, John Trebejo y Oliver Del Castillo: “El karate sirve como una herramienta de éxito”
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Oliver Del Castillo es jefe de planta en una empresa de fabricación de materia prima con carbonato de calcio. Vocación que empezó en casa cuando desarmaba radios y cajitas musicales, a los 4 años de edad, al mismo tiempo que daba sus primeros pasos en el tatami de karate. El ingeniero químico sanmarquino también se da tiempo para enseñar artes marciales y ganar medallas para el Perú.
Sus compañeros de Derecho le decían: “¿Cuándo te retiras del karate? Del karate no vas a vivir”. No les daba la razón, pero tampoco los contradecía. En silencio seguía laborando en una oficina de 9 de la mañana a 5 de la tarde, y luego, mochila al hombro, se iba a entrenar. John Trebejo priorizó el karate, como cuando era niño y entró a este deporte para su defensa personal.
En ese entonces fantaseaba con ser como Jackie Chan o Bruce Lee. Hoy su presente no es de ficción: no solo logra medallas, también enseña cómo conseguirlas.
Pretendió ser arquitecto, estudió Administración Hotelera y las palmas llegaron con el karate, deporte al que dedica su tiempo desde los 7 años. Siete años más tarde, Carlos Lam conoció a John y Oliver, cuando sus compañeros alcanzaban la mayoría de edad. Los tres conforman el equipo que logró la máxima presea posible en los Juegos Panamericanos Lima 2019: la de oro, en karate bajo la modalidad de kata.
La barra peruana no dejaba espacio para el silencio. El polideportivo de Villa El Salvador vibraba con las hurras y vivas. En el tatami, los tres deportistas peruanos, vestidos de blanco y cinturón rojo, lucían imperturbables, empuñando las manos, como tres guerreros. Tras el veredicto de los jueces, rompieron filas y rompieron en llanto. Se hundieron en un abrazo que tenía la fuerza de más de tres años de trabajo, la fuerza de la amistad y el amor por el deporte.
-¿Hay alguna clave para mantenerse unidos?
Carlos (C): La comunicación. Es un reto estar unidos, sobre todo cuando no se dan los resultados y siendo los tres muy competitivos.
Oliver (O): Cuando los resultados no se dan, más allá de perder, es el tema de estar conectados, no perder el disfrute. Una cosa es ir, perder, pero dar lo mejor; y otra es perder y sufrir frustración.
John (J): Lo que nos une siempre es el objetivo. Ahora tenemos como meta el campeonato mundial del próximo año.
-¿Cómo manejan los egos?
(Se lanzan miradas cómplices y no pueden evitar la risa).
(J): Justo es algo que hablamos con el sensei. Pero con Oliver venimos ganando panamericanos desde hace años, sudamericanos igual. Entonces, a veces caes en volverte un poco exquisito para algunas cosas, sin darnos cuenta. Pero volver al dojo, donde uno empezó desde cero y sin nada, solo con los sueños, hace que pises tierra. Ahora se nos hace más fácil asimilar los triunfos. Y trabajamos en el oro para el mundial.
-¿Por qué eligen el kata?
(C): Siempre hice kata y kumite (pelea), pero tuve más afinidad por el kata, porque creo que se transmite más, tengo que convencer al árbitro de que estoy peleando, además de cuidar cada detalle: tener bien puesto el cinturón, mantener una postura elegante. Mi perfil va por ese lado.
(O): Me pusieron brackets y en una competencia de kumite me cayó un golpe. Quedé con el labio partido, ensangrentado. Tenía 13 años. Me prohibieron hacer kumite por prevención y continué con el kata. Además, pienso que en el kata hay mucha ciencia.
-¿Por qué?
(O): Se maneja mucho el tema de velocidad, aceleración, potencia, fuerza. Son términos conocidos para un ingeniero. Conceptos que trato de aplicarlos en el kata.
(J): En mi caso, al comienzo no me gustaba el kumite porque me pegaban. Yo entré al karate para poder defenderme. Nunca demostré el miedo, porque incluso llegué a la preselección. Al final, elegí kata porque te educa en el orden y la disciplina. Mientras más control tengas sobre lo que haces, puedes avanzar más.
-Sin embargo, ¿el kata también podría ser visto como una danza?
(C): El kata requiere bastante fortaleza mental, porque llevas el cuerpo al límite. El kata es una pelea imaginaria y al final es un arte, donde se busca la perfección del movimiento.
-¿El karate también sirve para la defensa personal?
(O): He vivido dos situaciones. Una en 2007, cuando hubo un asalto en mi casa. Me hirieron en una pierna con una herramienta, a un mes del mundial. Tuve que defenderme y defender a mi papá. Y en otro momento fue cuando le faltaron el respeto a mi mamá. Soy muy tranquilo, pero pierdo la conciencia cuando se meten con las personas que amo.
-Más allá de las medallas, ¿qué les deja este deporte?
(C): Es un arte marcial completo. Forma parte de tu vida. Te da respeto, control, disciplina, desde el saludo al sensei. El karate se hace con base en el respeto.
(O): Me ha ayudado mucho en ser perseverante. Es como la vida.
(J): Yo era muy tímido. Me dio confianza. Además, la mentalidad del karateca peruano es la de un ganador. Toda mi vida me he rodeado de gente exitosa o que está tratando de serlo. El karate no solo sirve como deporte, sino como herramienta de éxito. A mí me ha dado todo.
-El kata por equipos no es olímpico. ¿Cuál es el futuro?
(J): He pensado en retirarme para 2020 y me gustaría dedicarme a la que quizás sea la última oportunidad que tenga en mi vida de ganar una medalla en el mundial.
(C): El máximo logro que podemos tener es ser campeones del mundo. Ya hemos sido campeones sudamericanos, panamericanos, Juegos Panamericanos y varios abiertos. Queda sacarnos la espina del mundial.
(O): Tenía planificado retirarme al próximo año con la medalla de oro en el mundial, por todo lo alto. Pero sobre la base de las experiencias que he vivido ahora, me he sentido mejor. Después del mundial lo pensaré; si doy un paso al costado, sé que la generación que viene es de puros tromes.
AUTOFICHA
CARLOS LAM MARTÍNEZ
“Tengo 25 años, nací en Lima. He logrado cuatro títulos panamericanos, cuatro sudamericanos, varios torneos nacionales, primer lugar en US Open de Las Vegas, séptimo en el Mundial de Austria 2016”.
JOHN TREBEJO FERNÁNDEZ
“Tengo 29 años, nací en Lima. Viví en Cusco seis años. Logré 12 títulos panamericanos, 10 campeonatos sudamericanos, cuarto puesto en el Mundial de Francia, campeón en bolivarianos, nacional y regional”.
OLIVER DEL CASTILLO DELGADO
“Tengo 29 años, nací en Lima. Soy 12 veces campeón panamericano, 10 veces campeón sudamericano, cuarto del mundo en Francia 2012 y cinco veces campeón nacional”.
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