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Gladys Tejeda: “Me falta una medalla olímpica, ya trabajo para conseguirla”
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Una de las postales que nos deja este año es Gladys Tejeda cruzando la meta en el primer día de Lima 2019. Aquella mañana del 27 de julio, su cuerpo delgado rompió la cinta de llegada y cayó al piso de la avenida Larco, en Miraflores. Agotada luego de correr 42 kilómetros, pero satisfecha por lograr la medalla de oro. Fue el día que Gladys Tejeda unió a un país.
“Correr con tu barra, con la hinchada de tu país fue una experiencia nueva, nunca había vivido eso”, me dice la atleta natural de Junín que ha grabado su nombre en regiones del Japón e Inglaterra. Ella es parte de Peruanos de acero, esfuerzo editorial producido por Perú21 que repasa las historias de varios de los medallistas de los recientes Juegos Panamericanos y Parapanamericanos. Esta obra se presenta el jueves 12 de diciembre en el auditorio Maes Heller de la Universidad del Pacífico, a las 7:30 p.m.
Gladys acabó su entrenamiento y nos sentamos a un lado de la pista de tartán del Coliseo Wanka, en la Ciudad Incontrastable. Arriba, el sol brilla; abajo, ella recuerda que en la previa de un torneo piensa en su padre, quien falleció antes de que su hija ingresara a la alta competencia. “Cuando partió me hice más fuerte”, confiesa la menor de seis hermanos, la única que se dedicó al atletismo, a más de 4 mil metros sobre el nivel mar.
¿En qué momento empezaste a pensar en Lima 2019?
Yo creo que cuando acabó Toronto 2015. En el lapso de cuatro años me preparé con el objetivo de lograr la medalla de oro.
¿Cuánto más grande era el objetivo en Lima 2019, tomando en consideración que en Toronto ganaste oro, pero luego te la quitaron?
Lo que ocurrió en Toronto fue injusto. Yo estaba tranquila porque obviamente no había hecho nada malo. Por una simple pastilla de S/1.50 sucedió eso.
¿No te llevó a pensar en dejar el deporte?
No, para nada. La gente me decía cosas, pero una sabe cuál es el objetivo. En la vida no todo es color de rosa. Todo ello me hizo más fuerte. Me dije a mí misma: “Si pude ser récord en Toronto, cómo no en Lima”.
¿Cuando cruzaste la meta pensaste en algo?
En la medalla (ríe). Y también pensé en todo el trabajo hecho. Pero siempre con una mentalidad ganadora, así somos entrenados los atletas de alto rendimiento. Me fui a Colombia a prepararme. Nada puede ser cuestión de suerte, todo está bien planificado. Ya había corrido dos Panamericanos antes de Lima y uno ya sabe el nivel.
¿Te sientes ganadora de dos medallas de oro en Juegos Panamericanos?
Mi proceso fue en ascenso. En 2011 por primera vez fui a un Panamericano en Guadalajara, donde quedé tercera. En Toronto logré la medalla de oro, presea que la cuento. Y ahora, oro en Lima 2019. Sí, yo siento que tengo dos medallas de oro.
¿Estás en tu mejor momento?
Sí. Me siento muy fuerte y pueden surgir muchas cosas más.
¿Eres consciente de que, finalmente, casi eres símbolo de Lima 2019?
La gente me hizo sentir así. Nuestro país necesita medallas por la situación política que siempre estamos atravesando.
Vamos a tus inicios. ¿Es cierta la historia de que mientras tu papá iba a caballo, tú corrías?
Sí, desde pequeña yo estaba siempre en actividad. Creo que de todo eso nació el atletismo. Mi papá siempre iba en caballo y yo, por respeto, no iba con él. Íbamos dos horas hacia Ondores, a las alturas. Él era ganadero y tenía sus animales lejos de la ciudad. Salíamos a las 4 de la mañana de la casa, él en caballo y yo corriendo. Tenía 7 años. Había que ayudarlo con los animales, para contar los corderos que nacen, en sus curaciones, trasquilar la lana, etc. Teníamos caballos, vacas. De regreso, como veníamos con paquetes, los dos caminábamos y los caballos traían los bultos. Me encantaba ir el campo, me quedaba con los animales dos a tres días. Eran momentos felices.
¿Cuándo surgió la posibilidad de ser atleta?
Cuando estaba en el colegio La Victoria de Junín. Ahí empecé a correr por mi aula y me di cuenta de que les ganaba fácil a mis compañeros. Tenía 11 años. El profesor nos hacía correr cinco kilómetros y siempre yo ganaba. Entonces, empecé a representar a mi colegio. Ahí logré mi primera medalla por ser deportista destacada del colegio.
¿Ahí ya tenías claro que serías atleta?
No. Fue en la educación superior, cuando tenía 19 años. Estudiaba en un pedagógico y viajaba hasta Cerro de Pasco para sacar el bachiller. Ahí sí pensé que entrenando podía correr más rápido. Y hubo entrenadores que se dieron cuenta de mi talento. Me invitaron de Huancayo y de Lima. En 2009 crearon el Centro de Alto Rendimiento en Huancayo y me interné. A los nueve meses, gané la media maratón de RPP.
¿Qué tan difíciles fueron tus inicios?
Me hacían falta zapatillas. Mi mamá tenía que prestarse. Tuve que correr con zapatillas de tela, pero te maltrata el pie. También usaba las zapatillas hasta que se hacían hueco.
¿Hoy qué piensas de lo logrado luego de pasar por situaciones difíciles?
Que todo es fruto del esfuerzo, es un proceso. Los resultados que he obtenido son gracias a la paciencia que me he tenido a mí misma. Hay competencias donde me ha ido de lo peor. Todo es sacrificio, nada te regalan.
Y ahora, ¿el cielo es el límite?
Quiero seguir mejorando. Estuve en las olimpiadas de 2012 y 2016, pero me falta una medalla olímpica, ya trabajo para conseguirla.
Tienes 34 años. Si clasificas a Tokio, ¿después qué vendría?
Me siento muy fuerte, muy bien, a pesar de las lesiones. Llevo 10 años en el alto rendimiento. Hay que vivir este tiempo. La edad no es un límite.
AUTOFICHA
- “Soy Gladys Lucy Tejeda Pucuhuaranga. Nací en la provincia de Junín, el 30 de setiembre de 1985. Mi mamá también es de Junín y mi papá nació en Tarma. Estudié Educación Primaria en un pedagógico. Saqué mi bachiller en una filial de la Universidad de San Marcos”.
- “Cuando eres deportista se abren muchas puertas. Incluso me han invitado para la política. Hay muchas cosas que se pueden hacer, como tener tu propia empresa. Me gustaría estudiar gestión pública o gestión administrativa. Me gusta ayudar a los demás”.
- “Debo tener más de 30 medallas. Cada medalla tiene una historia y una experiencia, y me gusta recordarlas. En Japón he corrido y me gustaría volver, porque ellos valoran mucho la maratón. Posiblemente en enero vaya a una maratón y ahí quizás se pueda definir mi clasificación a Tokio 2020”.
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