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Leodan Pezo: “Busco la fuerza de Tyson y la rapidez de Pacquiao”

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Fecha Actualización
Tiene nombre de cantante, pero no canta. En la selva soñó con ser militar, pero dejó Contamana para migrar a Lima. La actuación fue una ilusión, pero finalmente ancló en el boxeo. Leodan Pezo logró la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos Lima 2019, luego de pelear con el triple campeón mundial cubano Lázaro Álvarez, en la categoría de peso ligero.
El microbús lo dejaba en la esquina de las avenidas Mariátegui y Álamos, frente al estadio Iván Elías de Villa El Salvador. Llegaba del colegio y pasaba por el Club Boxing Armando, que exhibía banners con la figura de Alberto ‘Chiquito’ Rossel, nuestro otrora campeón mundial. Y un día de aquellos, de tanto pasar, entró para probar suerte.
Llegamos al mismo lugar donde empezó todo. “Soy perfil bajo”, advierte. Nos sentamos en una de las esquinas del gimnasio, empapelado con las figuras de Mohamed Alí, Sugar Ray Leonard, Mauro Mina, entre otros grandes de este deporte, club que tiene como slogan: “Cuna de los grandes boxeadores del Perú”. En otra esquina está parado el profesor Armando Echegaray Ayala, quien formó a Pezo. Tenemos público, entre boxeadores, periodistas, dirigentes y curiosos. Pedimos silencio. Leodan se sienta, le ponen el micrófono. Mira al suelo. Flexiona los dedos: los de su mano izquierda están parcialmente mutilados. Apenas desliza algunas palabras. Parecen signos de nerviosismo, pese a que sus golpes en el ring tienen la fuerza de la perseverancia. Y suena la campana.
¿Qué te pone más nervioso: las entrevistas o el ring de box?
(Ríe tímidamente). Creo que las entrevistas. Me dan un poco de nervios las cámaras. En el ring también hay nervios a la hora de entrar, pero una vez que empieza la pelea, se va todo.
Pese al miedo a la cámara, quisiste ser actor.
Sí, lo intenté, pero por el tiempo no podía. El teatro era de 4 a 8 p.m., y yo salía a las 6 de la tarde de trabajar. Tenía que trabajar para poder pagar el alquiler del cuarto donde vivía.
¿Ser actor fue un sueño de niño en Contamana o fantaseabas con otras posibilidades sobre tu futuro?
En la selva, cuando acabas la secundaria, los jóvenes a lo que aspiran es ir al Ejército. Es un orgullo ir al Ejército. Yo quería ser comandante. Pero cuando acabé la secundaria, ya en Lima, también me llamaba la atención la actuación, por lo que veía en la televisión.
¿Y por qué vienes a Lima?
Vine de paseo, pese a que mis papás no querían. Yo vivía en el caserío Santa Rosa de Chia Tipischa, a 15 minutos en moto de la ciudad de Contamana. No había electricidad, no tenía televisor. Cuando tenía 12 años de edad, quería salir a conocer. Quería ver otras cosas. A los 14 años, le dije a mi papá que quería irme a Pucallpa. Él no lo aceptó, pero me dejó ir con la condición de que vuelva para acabar mis estudios. Cuando llegué a la ciudad, empecé a trabajar y me quedé a estudiar ahí. Al poco tiempo, llamé a un familiar en Lima para preguntarle si había trabajo. Pero yo era menor de edad, entonces a un chofer de un bus interprovincial le dije: una gauchadita, te doy 30 soles para que me hagas pasar como tu sobrino. Aceptó y llegué hasta Lima.
¿Cómo te trató Lima?
Fue la primera vez en Lima y pensé: ¡Guau, una ciudad grande!, estaba sorprendido. Y me quedé acá y aquí terminé mi secundaria. Al siguiente día que llegué, empecé a trabajar en construcción. Me pagaban 120 o 180 soles semanal, y eso para mí era un ‘platón’. Trabajaba de día y estudiaba de noche.
¿Y cómo llegó el boxeo?
A los 16 años, más o menos. Me matriculé en la academia donde estamos. El profe vio que tenía talento. Pero a los dos meses, me accidenté en mi trabajo de carpintería: me corté parte de tres dedos de la mano. Dejé de practicar box como un año, pero insistí luego de recuperarme. A los cinco meses de volver a entrenar, iba a haber un campeonato nacional y el profesor me metió al torneo, donde llegué a pelear la semifinal con un seleccionado y, pese a todo, quedé en tercer puesto.
¿Es cierto que tuviste que dejar el boxeo casi dos años?
Yo no entrenaba todos los días, sino tres veces a la semana, porque como trabajaba en construcción, me sentía cansado. A veces, de mi trabajo me iba a pelear. En 2015 fue mi primer torneo internacional, después del nacional que había ganado. Me fui a México, gané una pelea y perdí la otra. Volví, pero mi hijo –que hoy tiene cuatro años– estaba mal y yo no tenía plata. Y no recibía ningún apoyo económico como boxeador; entonces, lo tuve que dejar, porque mi hijo estaba mal. Ahora también tengo una hija de dos años. Me dediqué solo a trabajar. Hasta que, de pronto, un amigo me llamó para preguntarme si quería pelear. Volví. Me puse a entrenar y gané el cinturón en el segundo round. Luego de un golpe en la nariz, mi rival empezó a sangrar. Ese fue mi regreso, pero tampoco entrenaba a tiempo completo.
Una situación parecida fue tu pelea en los Panamericanos, que por un sangrado pierdes ante el cubano.
Es la mañosería: él giró con el codo y con el golpe me cortó. Un boxeador sabe que un corte malogra toda la pelea.
Y cuando ocurrió, ¿qué pasó por tu cabeza?
Me frustró, me desesperé, quería chaparlo y pegarle duro (risas), y eso me jugó en contra, no hice mi pelea. Este tipo de derrotas incomodan más.
¿Qué te caracteriza?
De Manny Pacquiao, quizá trato de acercarme a la rapidez que tiene. Y de Mike Tyson, busco su fuerza, es fajador, como yo.
¿Ganar bronce en Lima 2019 qué ha representado?
Yo iba por el oro, me sentía preparado para lograrlo, pero también nervioso por la presión de estar en casa, porque sientes la obligación de ganar. A la gente la sentía aquí, cerca. Después de la pelea pensé: “La fregué, no pude conseguir el oro”. Pero al menos conseguí una casita para mis hijos. Y ahora empezar a trabajar de cero y más fuerte para Tokio 2020.
AUTOFICHA:
- “Soy Leodan Pezo Saboya. Tengo 25 años de edad, nací en Ucayali. Cuando llegué a Lima, trabajé en carpintería, construcción, pintura y ventas. En este último trabajo me fue más o menos, traté de desenvolverme un poco, dejar los nervios, porque para vender hay que ser más entrador. Vendía ropa”.
- “He ganado cinco campeonatos nacionales, también fui subcampeón nacional. Internacionalmente, en Cochabamba, Bolivia, gané bronce; en la Copa del Pacífico logré plata; en Dominicana, bronce; y ahora en los Juegos Panamericanos Lima 2019, también bronce”.
- “En setiembre y octubre se vienen torneos en Ecuador, Dominicana y Chile. Y al otro año, en enero empiezan las clasificaciones para las Olimpiadas Tokio 2020. Son cuatro chances de clasificación y tengo entendido que para lograrlo hay que alcanzar las medallas de oro y plata en cualquiera de los torneos”.