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La Franja y cómo jugar desde la tribuna
La Franja y cómo jugar desde la tribuna
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El fixture de la Conmebol dice claramente que el partido contra Brasil está programado para hoy. Desde las nueve de la noche en el Estadio Nacional de Lima habrá poco más de noventa minutos para intentar cambiar una estadística deportiva que nos grita que nunca hemos ganado a los creadores de la samba por Eliminatorias. La oportunidad para comprar una felicidad que nos dure por lo menos unos días. Sin embargo, para tentar una empresa de tal magnitud, el tiempo de juego quedará demasiado corto. Por lo menos así lo entienden Gabriel Barrio y Paolo Ricci, dos jóvenes integrantes de La Franja, una de las barras oficiales de la selección peruana. Ellos ya han empezado a jugar el partido contra los brasileños.
Hay muchas formas de tocar la gloria en el fútbol. Por lo común esta felicidad proviene de los jugadores. Un gol a último minuto, una atajada de penal o una huacha de campeonato. Pero cuando se creó este deporte se dispuso también que, si el corazón del equipo se ubicaba en la cancha, pues los pulmones fuesen repartidos en las cuatro tribunas. Ahí, a los hinchas se les otorgaría el don de distribuir la energía de su equipo. Con sus gritos podrían hacer correr aún más a un jugador, cambiar un resultado, intimidar al cuadro contrario o al mismísimo árbitro. El nivel de los decibeles nunca quedaría subestimado.
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En La Franja, alentar los noventa minutos y más es la consigna. En medio de la Copa América Argentina 2011 a unos amigos se les ocurrió la idea de formar una barra organizada exclusiva de la Selección Peruana. Tomaron Oriente como su feudo y desde ahí no han parado de vitorear. Con tres eliminatorias encima, un mundial y cuatro Copa América, ingresan a su cuarto proceso clasificatorio con la fe renovada. A la fecha, son 200 miembros quienes conforman el núcleo de esta locura organizada. El martes en el Estadio Nacional es el debut en casa.
¿Qué es una hinchada organizada? Lo pondremos en simple. Si para el espectador el partido comienza a las 9 de la noche, para los de La Franja inicia 24 horas antes. En realidad, oficialmente muchos días atrás, pero la primera actividad visible se da con el banderazo en el hotel de concentración, en el día previo al encuentro. Ayer por la noche, en San Isidro, decenas de hinchas llegaron para cumplir con la tradición de decirle a los seleccionados que no jugarán solos.
Y hoy la jornada será doblemente larga. Los miembros de La Franja empezarán a congregarse sobre las dos de la tarde frente al Parque Washington, en los alrededores del Estadio Nacional. Un grupo tendrá que cumplir con el tedioso trámite de ingreso de instrumentos musicales al estadio. Otro, en tanto, enrumbará hacia el hotel en San Isidro para “despedir” a los seleccionados, ensimismarlos de ánimo para que suban al bus y solo piensen en la victoria. Un tercer grupo estará armando la fiesta cerca al coloso de José Díaz. Poco antes de las ocho de la noche, todos se congregarán en la zona Oriente del estadio. Allí, liderados por una banda que tienen innumerables noches de ensayos, iniciarán con la noble tarea de no dejar de gritar.
Paolo Ricci es encargado de tocar la murga. Forma parte de la banda de La Franja desde hace cinco años y esta será su segunda Eliminatoria. Sus padres al principio no le creían que era barrista de la selección, pero poco a poco —viajes, alegrías y tristezas incluidas— comenzaron a entender cada vez más su hinchaje. Gabriel Barrio, en tanto, es uno de los directivos fundadores de la barra. Aún retumba en su mente el recuerdo de la victoria peruana en Barranquilla en enero del año pasado. Es uno de los goles más gritados de los últimos años, y él estuvo ahí en el estadio.
La Franja tendrá un día agitado hoy. Queda claro que lo suyo no es alentar solo 90 minutos, sino mucho, mucho más.
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