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Adriana Gallardo, empresaria: “Una mujer chingona no se deja detener por el miedo”
Es una de las 100 Mujeres Más Poderosas 2022 según Forbes México. Visitó Lima para presentar su libro sobre cómo ser chingona. Perú21 entrevistó a la empresaria mexicana Adriana Gallardo.
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No tenían ni muebles pero su madre compró un equipo de sonido estéreo para CD donde escuchaban “Never gonna give you up” de Rick Astley. ¿Por qué era importante para una familia migrante tener un equipo de sonido? “Mi madre estaba muy al pendiente de que estemos bien emocionalmente, porque nos arrancaron de México”, dice sobre aquel tiempo cuando tenía 18 años.
Salieron de Ciudad de México sin dinero, sin papeles, sin hablar inglés. Su padre se adelantó para buscar un lugar donde vivir en Los Ángeles. Su madre y ella vendieron todos los muebles de la casa, tomaron un autobús y viajaron por tres días hasta la frontera con Estados Unidos. Cruzaron con visas de turistas y se quedaron como indocumentadas. Adriana Gallardo hoy lidera un imperio con más de 600 trabajadores, que comenzó cuando fundó su propia compañía de seguros para autos en el mercado latino. Y ahora va más allá. Ha publicado el libro Como ser una mujer chingona y no morirse del miedo. Es conferencista y llegó a Lima para la convención Mujeres que hacen historia.
“Ya quiero volver a Lima por la gente, que es lindísima”, me dice en una videollamada. ¿Los peruanos somos chingones? Adriana asegura que sí. “Pero claro, entre chingones hay niveles y siempre hay un nivel de poder que no conocemos, que queremos conquistar, y para eso estoy aquí”, responde una de las 100 Mujeres Más Poderosas 2022, reconocida así por Forbes México.
-¿Qué es ser chingona?
Es sinónimo de ser mujer. Significa ser valiente, ser una mujer que se supera a sí misma, con valores, con certeza, una mujer que sabe lo que quiere, que tiene propósito, que tiene la habilidad para resolver problemas, que se avienta a hacer cosas a pesar del miedo, es una mujer que no se deja detener por el miedo. Una mujer chingona no se siente víctima, no se tira para que la levanten; no es una mujer que echa culpas al mundo, ni al marido ni a los hijos ni al clima ni a la política ni a todo lo que pueda para poderse escudar en una mente mediocre.
-¿Pero y qué hacemos con lo que nos molesta?
Si hay algo que te molesta, te lo quitas. Ser chingona es la mujer que sabe de su valía. Y quiero decirlo muy claro: no soy feminista, no soy anti-hombres. Las mujeres chingonas necesitamos de hombres chingones, pero que nos apoyen. El mensaje principal que traigo es que las mujeres tomen decisiones desde su conocimiento, fuerza y valentía, y no que vivan abnegadas, inseguras, sintiéndose poca cosa.
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-A los 18 años llegaste a EE.UU. ¿Había miedo?
Miedo es poco. Pánico. Era un lugar desconocido, era muy aterrador. Y mi mamá me dijo: “Tienes que trabajar, porque de niña bonita no te vas a quedar”. Y fui a pedir trabajo y me dieron trabajo vendiendo hamburguesas. “Sé limpiar, puedo trabajar en cualquier horario”, les dije. Me contrataron y me tocó limpiar baños, sacar la basura. La mayor ambición que tenía era ser la cajera. Y lo logré, pero primero me dijeron que no porque no hablaba inglés. Aprendí de las chicas que hacían ese trabajo y fui de nuevo y me dieron la oportunidad. Le dije a mi mamá que había conseguido el trabajo de mis sueños y ella me dijo: “¿Por qué te hace tan feliz eso? ¿Te has puesto a pensar si fueras tú quien esté del otro lado y que pasaras en tu auto y te dieran la hamburguesa?”. Mi mamá ha marcado mi vida, ella es mi mentora, mi persona favorita, la que siempre me puso en lugares incómodos. Y eso hago ahora con la gente: empujarlos a que vean su grandeza.
-¿Cómo encontramos nuestra grandeza?
Tienes que estar harto del lugar donde estás. Se vale decir ‘tengo miedo, pero igual así me voy a aventar’.
-¿Qué hacemos cuando el fracaso nos toca la puerta?
Pues lo usas. Yo no digo ‘te tropiezas y sigues caminando’, que se me hace una estupidez. Yo digo ‘te tropiezas, te paras, agarras la piedra y la observas de todos sus lados, y pasará que tienes otra oportunidad’.
-¿Cuándo nació la Adriana chingona?
Después, cuando mi mamá me invita a comprar el seguro de su auto. Llegamos y ve a toda la gente que trabaja ahí, de traje y corbata. Me dice: “Hija, ¿por qué no pides trabajo aquí?”. “¿Por qué voy a pedir si ya soy la cajera de donde trabajo?”, le respondí. “En la vida no todo lo que hagas te va a gustar y hoy es un día de esos”, insistió. Pero le dije que no tenía experiencia. Yo quería que la tierra se abriera y me tragara. Pero enfrenté el miedo. Me dieron el trabajo. En tres meses me convertí en la vendedora número uno. Mi mamá siempre me decía: “Aprende, acomídete, ayuda, siempre ten una sonrisa, cae bien a la gente, ponte lista”. Pero de ahí mi madre me dijo: “Hija, ¿por qué no abres tu propio negocio?”.
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-Hacía contigo lo que capaz no se atrevía realizar.
Y abrí mi negocio con dos escritorios y ni las moscas se paraban a comprar. Salí a tocar puertas, repartir volantes y muchas veces me corrían de lugares. Un día puse un letrero y al dueño del lugar no le gustó: bajó mi letrero, me lo aventó al piso y me gritó. Me temblaban las manos, yo tenía 19 años, estaba con pánico, toqué fondo. Pero dije ‘no, me tengo que parar’.
-¿Hoy qué se dicen con tu madre?
Ella falleció en 2008, pero está conmigo siempre. Y quiero que mi historia no sea la excepción sino la regla. A mi madre le diría: “No te equivocaste, bonita. Gracias por empujarme, por creer en mí”. El éxito está aquí adentro, en poder vivir libre.
-¿Volviste ya como clienta al lugar donde fuiste cajera?
¡Claro! Pasé en mi carro y dije: Hola, me da una hamburguesa (risas).
AUTOFICHA:
- “Tengo 51 años, nací en Mexicali, Baja California Norte, México. Estudié la secundaria y un semestre de Administración de Empresas en México, y después lo demás en Estados Unidos, donde estudié primero la carrera de la vida, que es mucho más chingona que la escuela (ríe)”.
- “En la escuela no te enseñan a negociar, no te enseñan a vender. Soy experta en ventas, soy experta en formación de equipos. Pero sí, tengo muchas certificaciones. Tengo mi empresa de seguros, una compañía de mercadeo, una empresa de coaching de negocios”.
- “Soy coach de vida y para mujeres. Mis planes son regresar a Perú y hacer una conferencia con mil mujeres y convertirlas a todas en chingonas. Y de ahí recorrer Sudamérica. Y creo que ya debo empezar a escribir otro libro y creo que le voy a dedicar un libro a los hombres chingones (risas)”.
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