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Daniela Osores: “No podemos darnos el lujo de desperdiciar alimentos”
Daniela Osores, administradora formada en la Universidad del Pacífico, es gerenta general del Banco de Alimentos Perú.
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Recuerda la Navidad a los 7 años. Su vecina, que era su tía, la llevó a un albergue de personas de la tercera edad en el Callao para prepararles una chocolatada. Ese episodio definió su vocación. “Desde entonces, sin exagerar, he estado en diferentes voluntariados”, asegura Daniela Osores. Creció en La Punta hasta la mayoría de edad. “Desde muy chica he visto las diferencias (sociales)”, agrega quien se propuso tener su propia ONG o dirigir una organización con un fin social.
Hoy, con 30 años de edad, es gerenta general del Banco de Alimentos Perú (BAP) y lidera su propia ONG de reciclaje. Durante la pandemia le ha tocado recibir llamadas de personas llorando porque no tienen qué comer. “Y te quiebras. Pero es un privilegio poder dirigir una organización como el BAP, que está aliviando el hambre de muchas personas”, subraya.
-Las Naciones Unidas señala que la hambruna será de proporciones bíblicas. ¿Cómo está la situación en el Perú?
Hasta el año pasado había 3.1 millones de personas en inseguridad alimentaria, lo que quiere decir que no comen de manera constante; es decir, puede que hoy día desayunen pero será todo lo que consumirán durante el día, y de repente pasado mañana no comen absolutamente nada. Por hambre pueden morir hasta 12 mil personas al día; te hablo a nivel global. Pero si comparas los niveles de pobreza sobre cómo va aumentar en la región, Perú lidera ese cuadro, es el que crece más.
-¿En Perú dónde es más grave la situación del hambre?
Hay zonas más vulnerables como Huancavelica, la región más pobre del país. Pero sin ir muy lejos, acá en Lima, en asentamientos humanos encontrarás a personas que viven sin agua, sin luz, que no tienen acceso a alimentación. Por ejemplo, en Ventanilla, adonde hemos ido con el Banco de Alimentos, hay zonas que no tienen esos servicios básicos. Se han formado ollas comunes, comedores populares que ven cómo sobrevivir al hambre y el Banco de Alimentos los está atendiendo.
-Tengo la impresión de que muchas personas aún no saben que existe el Banco de Alimentos y cuál es su función. Recordémoslo.
Somos una ONG que hace más de seis años luchamos contra el hambre y el desperdicio de alimentos en nuestro país. Hay millones de personas que sufren hambre; sin embargo, hay muchísimas toneladas de alimentos en perfecto estado que se desechan, porque han perdido valor comercial, porque están cerca de su fecha de vencimiento o porque de repente tienen un error en el envasado, o frutas y verduras un poco maduras. Todos esos productos están en perfecto estado y normalmente se destruyen, se desechan, cuando hay tanta gente con hambre. Lo que hace el banco, justamente, es evitar que las empresas destruyan los alimentos, los donen al banco y nosotros los distribuimos entre las poblaciones más vulnerables a través de diferentes organizaciones, como los comedores populares, albergues, asentamientos humanos. No entregamos a personas naturales, sino a organizaciones.
-Es cierto. También desperdiciamos muchos alimentos en casa.
El tema de un consumo consciente y responsable es algo de lo que todavía estamos lejos. Va desde el uso del plástico hasta el uso del desperdicio. Un alimento que no ha vencido tiene las mismas propiedades, está en perfecto estado. O la fruta que quizás ya maduró mucho podrías usarla, por ejemplo, en un jugo. No podemos darnos el lujo de desperdiciar alimentos. La fuente más grande de desperdicios de alimentos viene de los hogares.
-¿En la infancia cómo afecta el hambre, qué dicen las cifras?
Un niño que está subalimentado no desarrolla al 100% su cerebro. Eso quiere decir que ese niño probablemente no prestará atención en el colegio, y luego estará subempleado y así se vuelve un círculo vicioso terrible. Hay zonas en Lima donde se llega casi al 100% de anemia, en lugares cercanos a Ventanilla, Villa María del Triunfo. En Ayacucho y Huancavelica hay zonas que llegan al 100%.
-¿El Banco de Alimentos llega a esas zonas?
En esta pandemia hemos podido llegar a 13 regiones, como Cusco, Huancavelica, Ayacucho, Piura, Ica, Chiclayo, etc. Gracias a la campaña Puntos sobre la Mesa, la semana pasada se entregó a un refugio infantil más de media tonelada de alimentos, lo que representa 260,000 raciones.
-¿Cómo las personas y empresas pueden ayudar en Puntos sobre la Mesa?
Es una forma muy sencilla de apoyar. Se hace a través de la donación de puntos Bonus. Pueden entrar a la página web puntossobrelamesa.pe, ponen su nombre y DNI, y sale automáticamente cuántos puntos tienes. Y en un espacio en blanco te sale cuántos puntos quieres donar. Es una campaña de la mano de Cencosud por el Mes del Niño. La meta es poder entregar más 650 mil raciones. Pero necesitamos que la gente done sus puntos. Con 32 puntos Bonus puedes ayudar a un niño.
-¿Resaltarías la solidaridad de los peruanos o, más bien, te ha decepcionado?
Al inicio tuvimos una primera campaña con Gian Marco que tuvo bastante éxito, en la que pudimos beneficiar a unas 50 mil personas entre comedores populares en Lima y provincias. Pero definitivamente ha bajado muchísimo, y es algo que no puede pasar porque el hambre está en aumento.
-¿Cuál es el rol de las empresas en esta pandemia?
En cuanto al Banco de Alimentos, sin las empresas no tendríamos qué donar. Las empresas son nuestros aliados.
-¿Cuál es el rol del ciudadano?
Hay que tomar consciencia, ser responsables, solidarios y donar lo que se pueda, todo suma.
-¿Y cuál es tu rol, más allá de tu labor en sí?
Es una responsabilidad muy importante y se vuelve hasta frustrante, porque no trabajo en una empresa que genera ventas. Dirijo una organización que si no va bien, deja de alimentar a la gente. No es un trabajo cualquiera. Somos un equipo apasionado por lo que hace: aliviar el hambre.
AUTOFICHA:
- “Tengo 30 años, nací en San Borja. Estudié Administración en la Universidad del Pacífico. Desde que tengo 7 años, sin exagerar, he estado en diferentes voluntariados; estaba en mi vena. Y, además, tengo una ONG de reciclaje, que la tengo hace más de 10 años.
- “Soy bien numérica, me encantan los números; por eso estudié Administración. Lo mío era para dirigir una organización. Si bien se trata de una ONG, se tiene que trabajar como una empresa como tal, aunque obviamente con un fin social”.
- “Antes de entrar al Banco de Alimentos estuve en la Fundación de Osma. Tengo casi tres años en el BAP. Y mi ONG se llama Reciclando, donde promovemos el reciclaje. Hacemos programas de ayuda, como Botellas que Abrigan: convertimos el plástico en fibra y elaboramos frazadas y las donamos”.
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