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Empanacombi emplea a personas con discapacidad y esta es su historia
Empanacombi promueve la inclusión laboral de personas con discapacidad. Esta es su historia.
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Naty era libre. Tenía 2 años y Cynthia 4. Una mañana las dejaron en la escuela dominical de la iglesia. Naty se escapó. Un hermano del templo la encontró gateando. Una tarde de hace 25 años, volvió a escapar y retornó sobre un triciclo, a toda velocidad. Detrás de ella corrían los empleados de un supermercado.
Naty siguió siendo libre. Fue a votar, pero la mesa estaba cerrada. Preguntaron “quién quiere ser miembro de mesa”. Todos huyeron, menos ella. Tiene DNI y es una ciudadana peruana. “Puede”, dijo la ONPE. Naty estaba feliz y lo hizo público en las redes sociales. Su decisión se viralizó y los canales de televisión la buscaron para entrevistarla. Ella no quería dar declaraciones porque interrumpían su trabajo. Pero las dio.
Naty y Cynthia son hermanas. Trabaja en Empanacombi, la empresa de Cynthia, donde son empleada y jefa. Es una empresa social y su mayor fuerza de trabajo son personas con discapacidad. Empanacombi nació hace ocho años y este mes lo celebra merecidamente. Naty tiene síndrome de Down y no dejará de ser libre, como cuando fue subcampeona mundial de natación.
-¿Cómo ha sido tu experiencia al lado de Naty?
Para mí era muy natural tener una hermana con discapacidad. Recuerdo que estudiábamos gimnasia olímpica. Ella obedecía todo. Cuando el director se enteró que había una persona con síndrome de Down, dijo que no, que ese no era un lugar adecuado, que los profesores no estaban capacitados y la sacaron. La profesora se quedó pasmada porque Naty era aplicada. Nos empezamos a dar cuenta de que estábamos en una sociedad muy exclusiva, que esas prácticas son comunes.
-Empanacombi la creas porque Naty no conseguía trabajo. ¿Cuántas puertas tocó?
En cualquier trabajo que veíamos para ella, requerían que alguien esté con ella a tiempo completo. “No la pueden dejar sola, algo le puede pasar, quién va a ver por ella”, eran las respuestas.
-¿Y tú ya trabajabas?
Cuando yo estaba trabajando la metí a la empresa. Y ahí fueron mis pininos: empezamos a contratar a personas con discapacidad. Naty estaba en el área de almacén. La mandaban a embalar productos en varias cajas y ella tenía su propia metodología. Y demostraba que era una persona necesaria dentro del trabajo. Pero a la jefa del área le costó porque no había tenido contacto con personas con discapacidad; no sabía cómo tratarlas, las veía frágiles, pensaba que no podía llamarles la atención. Ese chip fuimos sacándolo.
-¿Tenemos que educarnos en cómo convivir con personas con discapacidad?
Sí. Lo que he notado es que hay mucho temor. Se cree que no nos van a entender. O dicen: “yo lo corrijo”. Eso he visto en varios jefes. No les das la misma oportunidad y lo que hace es tapar su error. Cuando uno trabaja, debe dignificar tu vida.
-¿Hubo un episodio que motivó que decidas poner tu empresa social?
Yo quería algo propio. Las empresas contratan personas con discapacidad por un tema de responsabilidad social. Pero yo decía no, mi empresa debía nacer como social. Y no digo que las empresas que hacen responsabilidad social estén mal. Pero yo quería tener una empresa diferente y quitarnos el chip de que es una ONG o que contrato niños como si fuera algo menor; son hombres, mujeres, ciudadanos, peruanos con discapacidad que trabajan.
-¿Otro mito sería que una empresa social no es rentable?
Sí. La sostenibilidad social de la empresa se basa en los ingresos, en la rentabilidad. Nadie nos da donaciones. Nosotros mismos usamos las herramientas empresariales para ser rentables.
-¿Un mito más sería que una empresa con personas con discapacidad puede caer en muchos errores?
Es muy cierto. Al inicio cometimos ese error. Pero mi socio, y ahora esposo, y yo hicimos una reingeniería. Hubo renuncias porque teníamos mamás que decían: “hay una fiesta familiar, hoy no la mando”. También teníamos mamás que decían: “nació el sobrino, mejor que renuncie para que cuide al bebé”. Un joven con retardo me llamaba para pedirme, por favor, que hable con su mamá, porque él quería trabajar, pero le habían dicho que debía cuidar al bebé.
-Una empresa como Empanacombi tiene un viaje muy largo y puede llegar muy lejos. ¿Por dónde quieres que vaya esa combi?
Hemos crecido 30% anual y este 2020 iba a ser nuestro año, porque ya teníamos eventos cerrados. Íbamos a contratar a más personas con discapacidad. Teníamos ‘los negocios feeling’ para clientes corporativos y ahora nos tuvimos que adaptar. Producto de la pandemia, vimos la forma de generar ingresos. Así nacieron ‘las empanadas del futuro’: comprabas ahora y recibías luego de que pasara todo. Se viralizó, la gente nos compró y pudimos pagar sueldos. Empezamos a desarrollar panes. Se creó una página web como tienda virtual. Y ahora estamos sacando los panetones artesanales con semillas andinas.
-¿Por qué no perdernos un producto de Empanacombi?
Buscamos insumos de mucha calidad. Antes de que sepan que los productos son hechos por jóvenes con discapacidad, queremos que prueben el producto y vean que es rico, nutritivo, de calidad.
-La rentabilidad de Empanacombi no solo es monetaria. Ustedes tal vez ya son millonarios del alma.
(Ríe). Tenemos dos personas sordas y un joven con retardo en la cocina, un psicólogo sordo y una persona con síndrome de Down. Y algo que hemos aprendido mucho es ser empáticos. Cuando hicimos el rediseño de la cocina, era ponerse en los zapatos de un cocinero sordo. Ahí viene la innovación tecnológica y estamos creando algo con la PUCP: dispositivos tecnológicos para trabajar dentro de una cocina. Todo esto nos ayuda a ser más creativos.
-¿Qué te ha enseñado Naty?
Veo en ella mucha humildad, ganas de hacer las cosas. Ella quiere mejorar.
AUTOFICHA:
- “Nací en Lima. Tengo 37 años. Estudié Ingeniería Industrial e hice una maestría en Operaciones y logística. Y luego hice Empanacombi, que ya tiene ocho años de formada. Estamos en el C.C. Open Plaza de San Miguel. Tenemos otro punto de venta en la Av. Bolivia 1130, en Breña”.
- “También estamos en las estaciones de servicio Repsol, en 77 puntos. Y, además, tenemos la tienda virtual www.empanacombi.com. Ahora estamos con los panetones para las empresas, que nos encantaría difundirlo por la temporada navideña”.
- “La visión que tenemos con Carlos (socio) es tener una escuela, un instituto para personas con discapacidad, donde se pueda formar a futuros cocineros. Así como la gastronomía ha reivindicado a cocineros y agricultores, la gastronomía puede ayudarnos a la inclusión laboral de personas con discapacidad”.
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