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Liberan aforos comerciales, ¿y los aforos educativos?
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Por Asociación de Contribuyentes
A pocos días del inicio de clases, el Perú enfrenta aún importantes desafíos para un retorno a clases presenciales, con equipamiento, infraestructura y conectividad adecuados, que permitan mitigar los graves efectos que ha tenido la pandemia en el aprendizaje de nuestros niños y niñas, especialmente en las zonas rurales del país. Aún así, el gobierno de turno ha decidido liberar los aforos al 100% para diversos rubros comerciales y mantener las limitaciones de aforo en instituciones educativas.
La liberación de aforos en establecimientos comerciales no es una mala medida, que no se malentienda. Lo que no es aceptable es que se permita 100% de concurrencia en un local comercial al que asisten personas mucho más vulnerables y en los que hay más riesgo de contagio, y no se permita el 100% de concurrencia a los centros educativos que hoy tienen que atravesar un vía crucis para lograr los permisos correspondientes de los ministerios de Educación y Salud, y que definitivamente generan menores riesgos y externalidades negativas, al contar con espacios más amplios, áreas de recreación abiertas, patios, jardines, entre otros.
¿Es consciente el gobierno de que no puede regular con cinta de seda a las actividades comerciales y con una cadena de hierro al sector más importante en esta coyuntura?
Es imprescindible que los escolares vuelvan a aprender en el colegio, que es un espacio de enriquecimiento intelectual, emocional y social, en el que se construye comunidad y se aprende también a vivir con valores de ciudadanía. Diversos estudios muestran que en la pandemia los alumnos peruanos no llegaron a aprender ni el 30% de los contenidos que debían, según el currículo nacional, por diversas razones, entre ellas, la falta de acceso a internet, de equipamiento tecnológico y en algunos casos por falta de competencias digitales de docentes.
Por ello, el escenario actual nos obliga a un retorno a clases más ‘conectados’ que nunca. Es decir, ya no podremos volver a un modelo de educación tradicional sin herramientas y capacidades digitales. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la mayor parte de los alumnos de la región no cuenta con los recursos para “conectar o utilizar un dispositivo electrónico, existiendo una clara diferencia entre centros educativos en entornos favorecidos y desfavorecidos” .
Esta realidad no es distinta en el Perú. Las brechas de infraestructura para la conectividad y las interrupciones de las clases, por el cierre de las escuelas en unos casos, o por la incapacidad de acceder a la educación virtual, en otros, está impactando directamente en el aumento de la desigualdad, la productividad y, en palabras del citado organismo, incluso se está viendo afectada “la recuperación del empleo perdido por las mujeres, que asumen principalmente la responsabilidad del cuidado de los niños.”
El retorno al 100% de las clases presenciales es posible
La evidencia muestra que los colegios tienen baja probabilidad de ser focos de contagio. Aún así, para reducir al mínimo los riesgos, la OMS recomendó priorizar la ventilación de aulas, grupos escalonados, distanciamiento social y garantizar servicios básicos de agua y desagüe.
La experiencia de países de la región que reabrieron escuelas parcial y progresivamente bajo estas medidas, adaptadas a sus realidades y necesidades, demostró que el retorno a clases presenciales es seguro. Pero los servicios básicos y de infraestructura adecuada de los centros educativos, sobre todo del Estado, es una limitación en Perú. El Minedu tiene un presupuesto de S/5,793 millones para mejorar las condiciones de los colegios. Pero al cierre de septiembre pasado, no se había invertido ni el 50%.
Según el Banco Mundial, dos años de clases solo virtuales podría implicar la pérdida de 2 a 2.5 años de educación, lo cual tendrá un impacto en el futuro laboral de esos alumnos.
El impacto en nuestros niños y niñas
Según la Unesco, a nivel global, más de 1,200 millones de estudiantes de todos los niveles abandonaron las clases presenciales en una escuela en 2020. De ese total, 160 millones eran de Latinoamérica y el Caribe.
Hacia octubre del 2021, mientras la mayoría de los países de la región ya había reabierto sus aulas, en Perú solo 8,887 lo hicieron en la modalidad semipresencial (menos del 10%), pese a que había 96,566 escuelas habilitadas y más del 84% de personal docente ya tenía las dos dosis de la vacuna.
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