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Manuel Milla, el ingeniero que se convirtió en pescador artesanal [ENTREVISTA]
Representa la paradoja: se formó como ingeniero pesquero, volvió al mar para convertirse en pescador artesanal. Y también es dirigente en su natal Marcona. En el Día del Pescador, Perú21 entrevistó a Manuel Milla.
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“Pidan lo que quieran”, anunció su padre. Manuel pidió una máscara de buceo, un esnórquel y unas aletas. Se sumergió en ríos para ver renacuajos y luego ingresó a las aguas marinas. Tenía apenas 7 años y quizás, sin saberlo, ya ensayaba para ser pescador.
Una mañana abrió las páginas de la revista Selecciones y encontró las aventuras de un pionero de la exploración submarina. Desde entonces, quiso ser como Jacques Cousteau. Tenía apenas 8 años y, tal vez, ahí nació su deseo de estudiar una carrera que lo lleve a las profundidades del mar.
Hoy es un ingeniero pesquero que se convirtió en pescador artesanal. Lo que aparentaba ser una paradoja, en Manuel Milla cobró sentido. Entre otras funciones, es presidente de la Asociación Arca de Noé, que es parte de la Comunidad Pesquera Artesanal de Marcona. Y, precisamente, días atrás fue parte del T’impuy, el encuentro del Basque Culinary Center, que reunió en el Perú a los chefs más influyentes del mundo y a diversos actores alrededor de la gastronomía.
Nos comunicamos por teléfono a la 1 de la tarde. Viene de una faena comunal de extracción de erizo. Jornada que empezó a las 6 de la mañana. Nos da la entrevista y luego de ella, volverá al mar a ponerse el traje de lo que en esencia es, un pescador.
¿Qué están trabajando ahora?
El aprovechamiento del erizo rojo mediante dos modalidades: abastecimiento para restaurantes y abastecimiento para empresas que exportan este recurso. Casi siempre el erizo rojo se ha estado proveyendo al extranjero mediante extracciones desordenadas en diversos lugares del Perú. Aquí nosotros tenemos la extracción y el comercio ordenado para exportaciones. Pero hemos tenido al erizo ausente de la cocina durante casi 15 años. En 2015 logramos recuperarlo tras tres años de una estrategia nuestra. Y a partir de 2016 pudo reingresar al mercado y el recurso se logró revalorar. Pero en 2021 tuvimos dos años de para hasta 2023, porque el Ministerio de la Producción no definió el rol... Ese lapso de tiempo trajo abajo el modelo asociativo y comunitario que veníamos desarrollando, fueron años terribles. Y ahora hemos retomado el espacio perdido, estamos en ese proceso.
Marcona a veces no la asociamos tanto con la pesca.
La zona tradicional de pesca de Marcona tiene una extensión de casi 80 a 100 kilómetros. Nosotros trabajamos en todo ese ámbito. Solo que ahora hemos focalizado la actividad en la zona sur de Marcona.
¿Y el erizo rojo dónde se encuentra?
La bendición que tenemos en San Juan de Marcona es que al ser una zona de sustrato rocoso el erizo se encuentra distribuido a lo largo casi de los 80 kilómetros de borde marino. Y lo encuentras desde donde llega y moja el agua cuando vamos a la playa hasta profundidades de 10 a 15 metros. El sector no embarcado que usa la técnica de buceo a pulmón se sumerge hasta dos, tres metros de profundidad y el buzo de compresor va hasta los 10, 15 e incluso 20 metros. En ambos ámbitos vamos a encontrar buenos erizos. Es una zona de calidad uno en cuanto al sabor. Algunos gastrónomos indican que el sabor del erizo rojo es el mejor del mundo.
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¿El erizo rojo solo está en Marcona?
Lo compartimos desde Chimbote hasta Chiloé, en Chile. Pero aquí tenemos una característica particular por cuanto San Juan de Marcona está ubicado en una de las cinco principales zonas de afloramiento en el mundo, característica oceanográfica que hace que continuamente llegue agua rica en oxígeno, agua superlimpia; Marcona tiene las bahías más profundas del litoral peruano y eso hace que esta zona tenga una particularidad muy especial.
Ahora se entiende la poca visibilidad que ha tenido el erizo rojo en la gastronomía peruana.
Casi desapareció de la mesa entre 2001 y 2015. Y ahora se ha comenzado a posicionar en los restaurantes nacionales. Le agradecemos bastante a Gastón Acurio, Virgilio y Micha, quienes han puesto nuevamente el recurso en mesa y eso ha permitido que se revalore no solo en su comercio interno sino también en el exterior.
¿Por qué se convirtió en pescador?
No soy hijo de pescador. Mi padre trabajaba en la mina. Pero he estado interactuando con el mar desde niño. Mi papá es de Áncash, pero llegó joven acá a buscar alguna oportunidad laboral. Y así comencé a amar el mar y sus recursos. Comencé a hacer buceo y a finales de los 80 al distrito comenzó a migrar mucha gente de la sierra producto del terrorismo, gente con unas ventajas muy interesantes que permitieron que se adecúen al trabajo de mar; la gente de la sierra tiene una capacidad pulmonar innata, es muy resistente al frío y ahí viene la fortaleza que tenemos en el distrito. Y, precisamente, con ese grupo de personas yo me involucro en mis jornadas diarias de buceo. Los comencé a tratar y en algún momento me pidieron que los organice. Comenzaron a aprovechar los recursos que estaban en la orilla del mar, no tuvieron oportunidad de trabajar en el sector minero y en esa época había mucha discriminación en la pesca: el criollo y el serrano no se podían ver; y comenzamos a trabajar de manera organizativa los principales mariscos que proveen a la mesa familiar. Hicimos la primera organización de buzos a pulmón y no embarcados en el Perú, afinaron sus destrezas y se convirtieron en un grupo bastante importante. Y desde un inicio comenzamos a involucrarnos con el erizo rojo porque el distrito de Marcona si bien últimamente se ha posicionado como zona de algas, siempre fue pradera de erizos. Me volví pescador y dirigente pesquero el año 90, 91.
¿Su padre qué pensaba?
Tengo la gloria de que mis padres siempre han sido muy solidarios. Y claro, se preguntaban a dónde estaba yendo (risas). Pero siempre respetaron mi decisión y me apoyaron. Precisamente, esa característica de espíritu comunitario la adquirí con ellos y la comprendí cuando me involucré con este grupo que llegaba de la sierra.
Marcona y el erizo son como tesoros guardados de la pesca y la gastronomía peruanas.
Definitivamente. Nuestro programa de recuperación de ecosistemas en función a la creatividad de nuestra gente es el bastión para recuperar los recursos de la pesca artesanal que son necesarios para asegurar el futuro de la gastronomía peruana. Los recursos potenciales son todos los que escasean: no se encuentran, pero son fáciles de recuperar y para hacerlo la fórmula mágica es preguntarle a los usuarios de este recurso, a los que conviven con el recurso y saben cuál es su biología y ecología. Entonces, la gastronomía peruana solamente es viable, en lo que respecta al uso de recursos de pesca artesanal, si los recuperamos a niveles que permitan asegurar sostenibilidad; de lo contrario, nos vamos a quedar con dos o tres bichos que son los clásicos y la gastronomía va a colapsar. Sí se pueden recuperar los recursos de la pesca artesanal con creatividad y preguntando a los usuarios sobre las estrategias que recomienden. Necesitamos interactuar gastrónomos y proveedores.
AUTOFICHA:
-“Soy Manuel Jesús Milla Hernández. Nací en Marcona. Tengo 57 años. Acabé el colegio y estudié Ingeniería Pesquera en la Villarreal, carrera que estaba muy asociada a la pesca industrial; entonces, no era el camino que estaba buscando”.
-“Al grupo humano que encontré en Marcona le debo mi vida y la pasión que le tengo a la pesca artesanal. Ser pescador artesanal, dirigente e ingeniero fue (y es) una ventaja comparativa y competitiva, me permite mantenerme hasta hoy”.
-“Soy presidente de la Asociación Arca de Noé, una de las 17 que integran la Comunidad Pesquera Artesanal de Marcona. Soy miembro del directorio de los Centros de Innovación Tecnológica Pesquero del Perú representando a la pesca artesanal”.
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