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¿Por qué fracasó el sistema público de pensiones?
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Las pensiones se han convertido en una piedra angular de las personas y gobiernos a nivel mundial. Significa para muchos la garantía de poder tener una jubilación sin penurias ni apuros económicos. A raíz del retiro de fondos de las AFP aprobado por el Congreso, surge la duda de si el sistema público de pensiones como la Oficina de Normalización Previsional (ONP) es viable.
A lo largo de las últimas décadas, el sistema público de pensiones ha sufrido crisis en casi todos los países que lo tienen. Esto se debe a que su origen fue una buena idea en un momento y con unas condiciones que luego cambiaron.
Para entender ello, se debe remontar a la Alemania de 1880, cuando Otto Von Bismarck era canciller del Imperio Alemán. Aquella era una época de plena industrialización en Europa, donde aumentó el número de trabajadores y que cada vez se unían más a los sindicatos. Estas organizaciones empezaron a ejercer presión sobre las condiciones laborales.
Ante la tensión de las constantes protestas y la influencia de la reciente teoría socialista en la clase trabajadora, el gobierno de Von Bismarck decidió implementar leyes de carácter social para fortalecer el Estado y calmar las tensiones con los sindicatos y contrarrestar la tendencia socialista que pululaba por entonces.
Fue así como en la década de 1880 se implementaron la Ley del Seguro de Enfermedad (1883) y Ley del Seguro de Vejez e Invalidez de (1889). La última estableció una pensión para todos los trabajadores que alcancen los 70 años y sería financiada con aportes de los trabajadores, empleadores y estaría administrada por el Estado.
Fue así como se creó el primer sistema público de pensiones del mundo. Sin embargo, los problemas vinieron después. En la Alemania de finales de 1880, la esperanza de vida se encontraba alrededor de los 40 años. Es decir, quienes vivan 30 años más de lo que vivía un alemán promedio podrían acceder a una pensión. Asimismo, la tasa de natalidad era alrededor de 5 hijos por mujer.
Entonces, así se conformaba la pirámide poblacional donde nació el sistema público de pensiones: Una base (nacimientos y trabajadores) sumamente amplia que financiaban las pensiones de unos pocos (los mayores de 70 años).
Esta idea fue replicada en varios países. La idea era buena mientras se mantuviesen esas diferencias. Sin embargo, tras las innovaciones y la incorporación de la mujer en el sector laboral, la pirámide empezó a cambiar de forma. La esperanza de vida pasó de 40 años en 1890 a 78.1 en el año 2000. Asimismo, la tasa de natalidad pasó de 5 hijos a 1.38 por mujer. A esto se le agrega que la edad de jubilación se redujo de 70 a 65 años.
Se empezó a moldear una pirámide invertida, en la que pocos trabajadores deben financiar a muchos jubilados. Esta tendencia no solo es característica de países europeos, sino de asiáticos y americanos (en menor medida). Sin embargo, el sistema público de pensiones se hace cada vez más inviable en un mundo en el que la esperanza de vida es mayor, pero la edad de jubilación es la misma y cae la tasa de natalidad.
Por ello, diversos países buscaron alternativas al sistema público y establecieron, en reemplazo o de forma paralela, sistemas privados de pensiones con cuentas individuales y, en algunos casos, solidarias.
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