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Anahí de Cárdenas: “Superé el cáncer con ayuda de toda una aldea de gente”
Desde antes de que le diagnosticaran cáncer, Anahí de Cárdenas se había dado cuenta de que quería cambiar algunas cosas de su vida. Le digo que me llama la atención que una actriz exitosa quisiera cambiar su vida. “Sigo siendo una persona normal con mis temas privados y a veces me peleo, otros días estoy muy bien, otras veces me siento sola y, así, como todo el mundo".
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Desde antes de que le diagnosticaran cáncer, Anahí de Cárdenas se había dado cuenta de que quería cambiar algunas cosas de su vida. Empezó a ir a un psicólogo para arrancar ese proceso y luego llegó la enfermedad y potenció el viraje personal que había iniciado. Le digo que me llama la atención que una actriz exitosa quisiera cambiar su vida.
“Sigo siendo una persona normal con mis temas privados y a veces me peleo, otros días estoy muy bien, otras veces me siento sola y, así, como todo el mundo. Si salgo sonriendo en una foto, no significa que todo está bien o que tengo una vida perfecta”, dice. La artista narra con valentía algunos de los pasajes más duros que atravesó durante su tratamiento y cómo convirtió esa fragilidad en una fuerza arrolladora.
Esta semana anunciaste que superaste el cáncer.
¡Ya estoy libre de cáncer! Me siento súper contenta, agradecida, bendecida por este año tan duro que me ha tocado... Sí, escuchas bien, me siento bendecida por el año duro (ríe).
¿Por qué?
Porque me ha convertido en una persona más fuerte, más agradecida, más espiritual. He logrado encaminarme para ser la persona que siempre he querido ser.
¿Quién es esa persona?
Alguien que está feliz constantemente porque está viva y que disfruta de todo lo que hace y reniega poco.
¿Cómo te enteraste que tenías cáncer?
Me estaba duchando, me hice un autochequeo y me noté un bulto. Inmediatamente saqué cita con la ginecóloga. Fue todo muy rápido. Al día siguiente me mandaron a hacer una biopsia y los resultados salieron la semana siguiente. Me confirmaron que tenía cáncer.
¿Es muy difícil recibir una noticia así?
No podría decir que fue difícil porque no me acuerdo muy bien de ese momento. Hay ciertas cosas y eventos que he bloqueado, me imagino que por mi salud mental. El otro día fui con mi mamá a hacerme una resonancia porque me rompí el pie. Estábamos sentadas esperando y me preguntó si recordaba la última vez que estuvimos en ese lugar. Le dije que sí, recordaba muy poco, que estábamos sentados sin hablar, totalmente mudos. Creo que era porque nadie entendía muy bien qué cosa estaba sucediendo y, más que el diagnóstico del cáncer per se, la lucha fue más por tomar control de la enfermedad.
¿Cómo así?
Cuando a una le da cáncer, todo el mundo tiene opiniones. Creo que es más lo que viene de afuera, del estigma que tiene la enfermedad, que lo que yo sentía como algo amenazante. Yo estaba segura de que me iba a curar.
¿Desde que te dieron el diagnóstico?
Desde el inicio, sí. Sabía que era un cáncer que no era complicado, el médico me lo dijo, tenía muy buen pronóstico y sabía que iba a estar bien.
¿No tuviste miedo?
Claro que tuve miedo en momentos muy específicos porque es una enfermedad que constantemente te pone a prueba por el dolor, por el trajín físico y emocional. Pero desde el comienzo sabía que debía tener a mi alrededor ciertas cosas.
¿Cuáles?
Primero, soporte emocional, que era lo más importante; segundo, ayuda psicológica; y tercero, estar con la mejor disposición posible para llevar el tratamiento y hacerles caso a mis médicos. Lo que no sabía tenía que preguntar. Esos fueron los pilares que hicieron que, dentro de lo peor, lo enfrente lo mejor posible.
¿Qué se le puede decir a quienes temen ir al médico por temor a malos resultados?
Es una enfermedad que se puede superar. Es necesario hacerse anualmente una mamografía y un autoexamen mensual que toma cinco minutos, mientras una se lava el pelo. Si sientes un bulto o algo en tu seno que no has notado antes, lo mejor que puedes hacer es ir al médico para chequeártelo. Miedo debería de darles a las personas no saber, la incertidumbre. Hay que tomar al toro por las astas.
¿Cuáles fueron los momentos más complicados del tratamiento?
La quimioterapia es muy dura. Después de mi segunda quimio, dije: “Se acabó, chau, ya no quiero más, ya fue (ríe)”. Pero mi novio, mi mamá me decían: “Anahí, tienes que seguir adelante”. Yo respondía: “Físicamente, el cuerpo no me da. Ya llegué al fondo del dolor, del malestar que he tenido en toda mi vida. No puedo”. Tuve a muchas personas detrás, como mis amigos, mi familia, mis médicos, mi novio, que me decían que sí podía. Fue gracias a ese aliento que logré llevar el proceso. Fue la chamba de una aldea que me alentaba, mucha gente en redes me daba ánimos.
¿Qué tan importante fue el acompañamiento psicológico?
Fue uno de los aciertos más grandes de mi vida. La ayuda psicológica durante un proceso quimioterapéutico o de otra enfermedad es sumamente importante. Un buen profesional puede ayudarte a salir del hoyo, a entender, a acompañarte. Le puedes contar tus miedos más íntimos, es una ayuda profesional.
¿No pusiste en pausa tus proyectos mientras lidiabas con el tratamiento?
Lo que me preguntó el doctor después de dos días de mi operación fue cómo me sentía y le dije que bien. “OK, entonces a levantarse y caminar por la clínica porque la cama mata”, me dijo. Y tenía toda la razón del mundo. Los días que me quedaba en cama eran los que peor la pasaba. Cuando yo estaba trabajando, moviéndome, haciendo cosas, siguiendo mi vida, me sentía muy bien. Intentaba aprovechar al 100% los días que no tenía ningún malestar físico.
Hasta te volviste imagen de un shampoo.
Yo posteé en mi Instagram una foto en la ducha. Estaba probando mi nuevo celular porque se suponía que se podía usar bajo el agua. Entonces, me eché shampoo en la cabeza y me veía muy graciosa, así que la publiqué. Al par de días me llama Pantene y dije: “¡Qué cosa está pasando!”. Me pareció lindo porque no les importó si tenía el pelo largo, el pelo corto o si no tenía pelo.
¿Te sentías distinta sin cabello?
Cuando se empezó a caer, sí me chocó bastante porque fue por partes. No es que un día te levantas y simplemente estás calva. Se empieza a caer por distintos lugares; entonces, te quedas con unos lados con mechones de pelo y otros sin nada. Es bien fuerte la imagen. Ahora viendo las fotos es que me acuerdo. Yo siempre me vi igual, como me veo ahora. Mi reflejo nunca cambió y creo que es lo que expresa mi alma. Con pelo o sin pelo sigo siendo la misma persona. Con cinco kilos menos o cinco kilos más voy a seguir siendo la misma persona. El exterior es solamente como una ropa que nos dieron cuando nacimos y, conforme vamos creciendo, se va desvaneciendo como una flor. Nuestro exterior es como la envoltura de un chocolate, puede ser muy lindo o puede ser muy simple, pero el chocolate siempre será lo más rico, es lo que importa.
AUTOFICHA
- “Soy Anahí de Cárdenas Belmont, mi cumpleaños es el 14 de junio y mi postre favorito es el volcán de chocolate. Tengo una perra, se llama Lima, tiene un año y dos meses, aproximadamente. También tengo cinco gatos: Tita, Chino, Lola, Lila y Olivia”.
- “No puedo decir que esta enfermedad me ha dejado algo malo. Veo mi vida y hago un análisis FODA, identifico mis fortalezas, debilidades, oportunidades y las amenazas. Y yo las debilidades y amenazas las transformo a mi favor. Todo este proceso me ha dejado un aprendizaje”.
- “Me encanta hacer deporte, spinning, correr, caminar, leer y ver series. He empezado a ver una en Netflix que se llama Ratched, está extraordinaria, tiene un corte parecido a American Horror Story. Es sobre un asesino de curas que está internado en un hospital psiquiátrico”.
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