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Premios Summum 2024: Para Celila Canturín, por Mejor Organización de Olla Común [ENTREVISTA]

“Me gusta apoyar a los demás con lo poco que tengo”, dice Celila Canturín en entrevista con Perú21. De su natal Chanchamayo a Manchay, esta es su historia.

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Celila Canturín, premio Summum a la Mejor Organización de Olla Común. (Foto: Javier Zapata).
Celila Canturín, premio Summum a la Mejor Organización de Olla Común. (Foto: Javier Zapata).
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“Todo era matanza”. Así grafica lo que vivía durante la adolescencia en su natal Chanchamayo. “Sin piedad te cortaban el cuello”, dice y agrega que casi se la llevan.

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Solía viajar con su familia a la sierra. Llevaban frutas para cambiarlas por papas. En uno de los viajes, unos 20 terroristas bien armados y encapuchados los intervinieron. Secuestraron a varias personas, entre ellas dirigentes, y en la mira estaba Celila y sus 15 años de edad. Su madre empezó a llorar. “No te lleves a mi hija”, imploró. La familia Canturín pudo continuar con su viaje.

 

 

En aquellos años noventa en Chanchamayo, antes de migrar a Lima, ya cocinaba y vendía platillos. “Siempre me ha gustado, siempre he tenido pasión por la cocina”, me dice Celila Canturín, quien esta noche recibirá el galardón a la Mejor Organización de Olla Común en los Premios Summum 2024, que se realizarán en el Puericultorio Pérez Araníbar.

Es presidenta de la Olla Común Pedregal N.o 2, en Manchay, pero no deja la cocina. “Me gusta cocinar”, subraya y sonríe.

MIRA: Premios Summum 2024: Estos son los nominados a MEJOR cocinas de las regiones del Perú

¿Por qué le gusta cocinar?

Es una pasión. Me gusta que la comida salga bien.

¿Y qué tal es su sazón?

Cuando cocino, la gente está contenta. Me han llamado y me han dicho: “Vecina, ¿quién está cocinando esta semana?”. “Yo”. “Uy, la comida está saliendo bien. Siga cocinando todo el año”. “No sean graciosas, también me canso”, les digo (ríe).

Ahora, esta olla común comenzó por la necesidad en pandemia. ¿Cómo se dio?

Cuando llegó la pandemia, dijeron que se iba a cerrar todo, que no iba a haber trabajo. Entonces, un grupo de mamás nos organizamos. Había mamás solteras, viudas, que se recurseaban yendo a buscar en la ‘cachina’. “De dónde vamos a comer si todo va a cerrar. ¿Qué hacemos? No tenemos ollas, no tenemos cocina, no tenemos nada”. Estábamos en nada. Les dije para hacer una chancha con lo que tengamos y hacer la olla común. En ese momento era sin cobrar.  

Tampoco tenían local. ¿Dónde empezaron?

Arriba había una chozita de la directiva. Toda viejita. Hicimos nuestra bicharra de piedra con ladrillos, buscábamos leña. Básicamente, cocinábamos para nuestras familias. Una semana estuvimos así. Luego, nos apoyaron trayendo más leña. Íbamos a buscar al mercado, salíamos a que nos regalen alguito, papita, picadito, lo que sea para hacer la comida del día.  

 

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Celila Canturín, premio Summum a la Mejor Organización de Olla Común. (Foto: Javier Zapata).

 

¿En qué momento empiezan a cocinar para más gente?

Para abril, mayo de 2020, se incrementó, porque ya nadie salía. La enfermedad estaba ahí, de acá pa allá, uno y otro muriendo.

¿A usted le dio COVID?

No, gracias a Dios. Ni siquiera tengo una vacuna. Nada.

Se arriesgó, Celila.

Creo que Diosito me ha ido cuidando. Mi hijo cayó mal con la neumonía… Y así nos vieron cocinar, y se incrementaron un poco más de mamás y decían: “¿Por qué mejor no venden el menú?”. En ese tiempo estaba S/1.50. Y llegamos a ser un número regular, unas 100 personas.  

 ¿Antes de la pandemia a qué se dedicaba?

Trabajaba en un casino de la Policía. Era ayudante de cocina. Ahí trabajé buenos años, casi 20 años. Pero en la pandemia salimos.

¿No le pasaron la voz para que vuelva?

Sí, me llamaron, pero ya no se puede: tengo mis animales, estoy en el comedor.

Pero ahí ganaba un sueldo.

Sí, pero tampoco voy porque estoy un poco delicada de salud.  

Dejó Chanchamayo por el terrorismo.

En los 90. Me vine primero para trabajar en una casa y de ahí mis papás se vinieron a Lima.

Primero vino sola.

Vine sola con 18 años. Era muy querida por la señora donde trabajaba. No es por halagarme... Las señoras no me querían soltar; eran muy buenas conmigo.

¿Cuál es su virtud?

Me gusta la cocina, me gusta apoyar a los demás con lo poco que tengo. Si veo a una persona que, de repente, está atravesando alguna situación, no importa lo que tengo, aunque sea un kilo de arroz me gusta compartir.

 Con la olla común ahora también venden panes, cachangas. ¿Cómo así?

Vinieron las señoritas de Manka Kusi (de la Asociación Unacem). Nos dijeron que, más que servir cantidad, había que servir calidad. Nos enseñaron las cantidades de arroz, de menestras, con qué combinar, con carne, con verduras, y buscar tener ingresos. ¿Qué hacemos? “Preparen sus cachangas, preparen sus queques, hagan sus panes, generen ingresos y, si no hay, envíen solicitudes a diferentes sitios”, nos decían. Nos incentivaron a generar un ingreso.

 

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Trabajo en equipo en la olla común. (Foto: Javier Zapata).

 

¿Ahora qué quisiera emprender?

Estamos con el pan, pero a veces no podemos calcular bien. Yo creo que nos falta capacitación. Con el queque también.

¿Qué más les falta?

Una batidora, planchas para meter al horno.

¿No quisiera poner su restaurante o panadería?

Me gustaría. Mis hijos ya están jovencitos y quiero emprender con ellos. Tengo cinco hijos. Y tengo que ver por mí también, pues.

¿Su esposo la acompaña?

Sí, está conmigo. Me ayuda.

Ha tenido suerte en el amor.

Ay, digamos que sí (risas). Parece que sí, parece que no (risas).

 

Autoficha:

-“Soy Celila Canturín Ramírez, tengo 48 años. Nací en Chanchamayo. Somos seis hermanos. ¿Mi papá? ¿Dónde estará? No sé dónde estará. Mi mamá sí está. Yo vivía en San Ramón, Chanchamayo. Todavía tengo una casita de campo allá, de madera, siempre vamos”.

-“Terminé el colegio y trabajé. Vendía marcianos, helados, pachamanca, chicharrón. Ahora ya no salgo a la calle porque todo te arranchan los de la municipalidad. Tengo cinco hijos: una estudia Inicial y el otro trabaja tras estudiar Cocina un año. Y tres van al colegio”.

-“Los platos que mejor me salen son los chicharrones, la pachamanca, la pollada. Pero mi fuerte son los chicharrones. Tengo mis chanchitos y puedo vender, por ejemplo, pan con chicharrón, chicharrones con mote. Gracias a usted por escucharme y dejar que le cuente todas mis expectativas”.

 

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