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Una familia que venció la adversidad [VIDEO]
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CUADRO FAMILIAR. Se hicieron muchas fotos para el recuerdo. (Renzo Salazar)
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El anhelo de la familia era conocer el mar. Aquí una ola los sorprendió. (Renzo Salazar)
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Igidio Suttaraura, padre de los gemelos, se paseó en un scooter. (Renzo Salazar)
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FELICIDAD PLENA. Fueron, por primera vez, al mar, se pasearon en un scooter y se divirtieron en la Plaza de Armas de la capital. (Renzo Salazar)
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Josué Abraham y Josué Abdías Suttaraura (18) recorrieron diversos lugares de la capital. (Renzo Salazar)
Fecha Actualización
Terminada la conferencia, Josué Abraham –el más risueño de los gemelos– no dudó en transmitirnos el anhelo familiar. “Queremos conocer el mar”.
Josué Abraham tiene 18 años. Vive en la lejana comunidad de Hanaq Chuquibamba, en Cusco. Llegó a Lima junto con su hermano gemelo, Josué Abdías, y sus padres, Igidio Suttaraura y Antonia Tillca.
Ellos fueron traídos por Unicef a la capital para ser los ponentes principales en la presentación del informe denominado Estado Mundial de la Infancia 2019, realizada el 15 de octubre.
Se trata de un caso de éxito, de una familia que con sacrificio y amor venció la adversidad. Todo comenzó en el año 2000. Igidio y Antonia fueron capacitados por Unicef sobre nutrición y la importancia de la educación. Ella ya estaba embarazada de sus gemelos.
Con ese conocimiento, sacaron a sus hijos de la desnutrición. Hoy se han convertido en líderes de su comunidad. Todo lo aprendido lo comparten con sus vecinos de Hanaq Chuquibamba.
PRIMERA PARADA: EL MAR
Aprovechamos el tímido sol que apareció la tarde del 15 de octubre para llevarlos a la playa La Pampilla. Sus rostros reflejaban temor y ansiedad. Igidio y Antonia saltaban con cada ola. A unos metros de ellos, los gemelos se animaron a tomarse los primeros selfies.
Una ola, que les mojó los tobillos, hizo que se rompiera el hielo. Josué Abraham se sacó la camisa y se metió al agua sin que le importara mojarse el pantalón. Josué Abdías, en tanto, permaneció en las piedras, mirando a los surfistas.
Igidio sonreía de oreja a oreja. Y como si se tratara de un ritual, metió ambas manos al mar, las elevó al cielo y dio un sorbo. “¡Qué rico! ¡Es salada como decían!”, exclamó. Antonia, por su parte, recogía algas y cochayuyos para su cocina. Era un momento de éxtasis, de plena felicidad.
La segunda parada fue el parque Kennedy, siempre en Miraflores. Aquí, la atención se centró en los scooters eléctricos. Igido y los gemelos revisaban el aparato, como niños con juguete nuevo. Subieron a él y tropezaron un par de veces. Luego, se convirtió en cómplice de su diversión. Josué Abraham lamentó no poder llevarse uno a casa.
Finalmente, llegamos a la Plaza de Armas. “Ahí está el presidente, ¿verdad? Si estuviera con mi traje típico, le pediría una audiencia”, bromeó Igidio, con su enorme sonrisa.
El lugar les resultó interminable. La carroza con el caballo les arrancó sonrisas. Y Palacio de Gobierno fue motivo de innumerables fotos con celular.
El cielo gris del Centro no pasó desapercibido. “Hay una nube ploma que no te deja ver más allá. Hay contaminación”, dijo Josué Abdías.
Esta familia regresó a Cusco para continuar su labor social. Sienten que sus sueños se han fortalecido. Igidio es un líder en su comunidad y experto en la crianza de animales.
Antonia es artesana. Hace 10 años que elabora prendas con piel de oveja, llama y alpaca. Los gemelos tienen metas ambiciosas. Josué Abdías estudia Electricidad y quiere ser gerente de una empresa. Su hermano, que estudia Informática, dijo: “Algún día seré ministro de Salud”.
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