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La esencia familiar de Dolce Capriccio que perdura en el negocio por más de dos décadas
Desde sus primeros años, la pastelería y cafetería limeña se ha destacado por su calidad y variedad de postres, sabiendo encontrar el ingrediente para destacar y ser del agrado del refinado paladar capitalino.
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Dolce Capriccio es una de las pastelerías más queridas por los limeños en los últimos 22 años. Este negocio nació, gracias a la iniciativa de su fundadora, Pía Castañeda. Fue a partir del año 2000 que la pastelería abrió las puertas de su primer local de 80m2, ubicado en el distrito de Miraflores.
A partir de entonces, Pía emprendió el negocio familiar sobre sólidos valores y principios, en donde la calidad es el pilar más importante; y son con los que vienen creciendo desde sus inicios. Ello les ha permitido posicionarse en el corazón de sus clientes, así como en sus más de 140 colaboradores.
En la actualidad, la marca está apostando por la profesionalización de su equipo, la digitalización del negocio y la optimización de procesos. En los últimos 10 años el negocio ha crecido 10 veces en tamaño.
Una cultura familiar
Son aproximadamente 140 colaboradores que conforman el negocio, distribuidos en los 5 puntos de venta: Miraflores, San Isidro, Surco, La Molina y Magdalena. Cabe resaltar que, los dos últimos locales se implementaron bajo la modalidad Dark Kitchen, la cual permitió expandir el alcance del servicio de delivery mediante aplicativos móviles en los distritos de Magdalena y La Molina.
“Siempre he sido muy servicial en todo el sentido de la palabra, y ese espíritu lo comparto con mi familia y con todo el equipo. Buscamos generar lazos de unión y familiaridad con nuestros colaboradores”, sostiene la empresaria fundadora, quien además confiesa que el principal pilar del negocio es el ambiente laboral y desarrollo personal de cada integrante.
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Por su parte, Patricia Muñoz-Najar, su hija, quien actualmente viene liderando con su madre el rumbo del negocio; comenta que, gracias al compromiso laboral, y a la implementación de nuevas herramientas innovadoras y tecnológicas, la familia Dolce Capriccio pudo perfeccionar sus procesos y mejorar de manera continua su oferta. “Somos una empresa familiar, ya que compartimos el mismo propósito de transmitir herencia y tradición”, agrega.
Hoy en día, la marca cuenta con un centro de producción de 1,000m2 equipado con tecnología especializada. “Estamos siempre a la vanguardia en equipamiento e insumos sin perder nuestra esencia de corte artesanal”, finaliza Pía.
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