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¿Por qué Lima no piensa en una arquitectura inclusiva para las personas con discapacidades?
Lima es una ciudad sumamente caótica que, así como creció, ha ido dejando al margen a los ciudadanos con algún tipo de discapacidad. “Es un usuario invisible y pensamos que si no lo vemos, no existe”, reflexiona la arquitecta Adriana Cassinelli.
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Lima es una ciudad sumamente caótica que, así como creció, ha ido dejando al margen a los ciudadanos con algún tipo de discapacidad. “Es un usuario invisible y pensamos que si no lo vemos, no existe”, reflexiona la arquitecta Adriana Cassinelli.
La profesora de Toulouse Lautrec desarrolla un proyecto de arquitectura inclusiva en el que ha identificado los problemas de los espacios públicos para quienes padecen una discapacidad.
“Hay rampas demasiado inclinadas, rampas hechas con materiales que pueden resbalar. Cuando una persona tiene alguna discapacidad —al igual que quien no la tiene— quiere hacer una vida independiente”, señala Cassinelli.
Según su análisis, otra de las grandes dificultades es que ahora se pretende aprovechar hasta el último centímetro de los espacios, con esa lógica no se construyen pasillos que tengan por los menos un metro veinte de ancho para que alguien en sillas de ruedas pueda movilizarse.
“En las tiendas no existen probadores para personas con movilidad reducida. Todavía hay supermercados que tienen solo una escalera eléctrica que sube, pero no hay cómo bajar. No existe en los supermercados la lectura automática, que es un simple aparatito para que lea los precios a las personas no videntes. No existe etiquetado en braille”, puntualiza.
La arquitecta reconoce que su gremio no ha desarrollado proyectos con características para las personas con discapacidad, por eso, desde su trabajo como maestra ha planteado diferentes propuestas para tener espacios públicos realmente inclusivos. “Desde la enseñanza con creatividad, innovación y calidad, organizo experiencias en primera persona con mis alumnos para que experimenten las dificultades que tiene un usuario con alguna de las cinco discapacidades”, detalla.
A partir de ese trabajo han creado distintos tipos de texturas, pisos, colores que no estresen a ninguna persona, acústicas que no incomode a gente con autismo y espacios amplios.
“Si alguien quiere sentarse en un restaurante no tiene que ocupar siempre la última mesa. O en los cines... ¿por qué los espacios para las sillas de ruedas están siempre en las primeras filas donde nadie se quiere sentar?”, cuestiona la profesional.
Cassinelli cree que los inversionistas pueden pensar que es un gasto que no va a traer ganancias, pero considera que es un error porque va a generar una relación de la marca con un aporte social. Además, señala que poco a poco hay más solidaridad y se está tomando más conciencia para incluir a todos los tipos de persona en una sola ciudad.
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