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The Fagtory: Una mirada a la escena amatéur del drag peruano

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(Foto: Maria Jose Solf)
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(Foto: Maria Jose Solf)
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(Foto: Maria Jose Solf)
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Gayrard y Sissy Phyllis, organizadorxs de The Fagtory. (Foto: Maria Jose Solf)
Fecha Actualización
Por Antonio Hume

The Fagtory es un espacio que sirve de puerta a quienes les gusta el drag, quieren practicarlo, pero no tienen dónde llevarlo a cabo. Sus artífices, Luciana Queiroz y Rafael Barrios, mejor conocidos como Gayrard y Sissy Phyllis, montan shows mensuales, en los cuales ellas y un grupo talentosísimo de drag queens y kings baila, hace lip sync, se divierte, y le “saca el dedo medio a las normas de género y sexualidad, mientras abraza las partes de ellos mismos, que la sociedad reprime”.

¿Qué es el drag?

Para empezar, una forma de expresión artística, que despliega sobre el escenario histrionismo, extravagancia y humor, para interpretar personajes de géneros usualmente distintos al del protagonista, rompiendo con más de un rol y estereotipo establecidos. No sólo permite exteriorizar quién eres, sino también lo que la sociedad no suele permitirte ser.
Está estrechamente relacionado con la comunidad LGBTIQ+, al igual que la música de Freddy Mercury, abiertamente homosexual en tiempos más que complejos, o la androginia de David Bowie, por ejemplo. Sin embargo, ha enfrentado muchas más barreras sociales y prejuicios que la música pop. Por ello, es comúnmente asociado a escenas y ambientes underground, en los que, las tinieblas favorecen a quienes se atreven a expresarse libremente, mientras la sociedad duerme.
El preconcepto lo alejó del ‘mainstream’, o, por lo menos, lo destinó a las sobras de la cultura pop que se cultivaba aquí en Sudamérica y, en el Perú, por quienes podían pagarse esos gustos, en tiempos previos a las redes sociales.
“Cuando tenía unos 9 años, mientras cambiaba canales por completo aburrimiento, me encontré con la imagen de John Cameron Mitchell y su fabulosa peluca de Farrah Faucett en la película Hedwig and the Angry Inch. Desde que tengo recuerdos ya estaba fascinado con lo femenino, pero esta explosión de glamour irreverente me inundó por completo, y despertó dos lados de mí que aún no conocía: La reina y, por desgracia, el fan del teatro musical”, comenta Sissy Phyllis.
Sin lugar a duda, los espacios en donde conocer el drag son pocos, y muchas veces se llega a ellos fortuitamente. No obstante, a quienes les genera más que intriga, euforia y admiración, quedan enganchados, pues encuentran en este arte “una forma de conocerme y etenderme a mí misma… de expresarme y crear con total libertad”, como dice Luciana Queiroz, el otro espíritu libre detrás de The Fagtory.
Tras conocer este arte en ‘Valetodo’, ella consolidó su pasión con RuPaul’s Drag Race. Es importante explicar que dicho reality no solo es uno de los más exitosos del mundo, sino que también se ha constituido como uno de los medios y espacios de representación más grandes para la comunidad LGBTIQ+. RuPaul, su creador, además de ícono del drag y de la Comunidad, es una de las 100 personas vivas más influyentes del mundo, de acuerdo con la revista Time.

¿Quiénes pueden hacer drag?

Todos, sin importar su identidad sexual o de género; no es relevante qué te gusta, o cómo te percibes, sino que encuentres la forma de expresar quién eres. Celebra la libertad individual, pero, al mismo tiempo, ha servido como espada y escudo de la comunidad LGBTIQ+, tan golpeada y desprotegida ante discriminación y prejuicios. Para Sissy Phillys, las Drag Queens son pilares de la comunidad: heroínas, defensoras y protectoras de nuestra historia. Ser Drag Queen, para mí, es un privilegio y un honor, y es mi responsabilidad tratar de estar a la altura de todas las reinas que vinieron antes, y dejar un mejor camino para todas las que vengan después”.
No obstante, el concepto de una drag queen (o king) no debe ser encasillado en la imagen de un hombre homosexual vestido como mujer. Se trata de algo más grande, de algo para todos; de desafiar los estándares de género y sexualidad impuestos por una sociedad usualmente (y por naturaleza) excluyente. Luciana enfrenta este tipo de ideas preconcebidas incluso dentro del mundo del drag: Para mí, el principal obstáculo es no ser hombre, así de simple. Definitivamente siento un trato diferente hacia mí... Sin embargo, siento que esto, más que un obstáculo, me motiva a esforzarme más y a llevar mi creatividad al extremo, para que mis performances destaquen a pesar de los prejuicios que pueda tener la gente”.
Tal es su pasión, que Luciana hizo su tesis de licenciatura sobre el drag, y tuvo la oportunidad de investigar y conocerlo de más cerca. Y cuando se mudó a Nueva York para hacer su maestría, descubrió el espacio que necesitaba para practicar su arte. Allá existen muchos espacios donde amatéurs pueden inscribirse y hacer shows sin necesidad de ningún requerimiento. Ver a tanta gente diferente (hombres y mujeres cis, trans, personas no binarias) haciendo tantas formas de drag, me confirmó que realmente es para todos, y que no existe ninguna regla para hacerlo, más que tener la valentía de entregarlo todo en el escenario”.

Libertad en escena

Ya había montado un pequeño show junto a Sissy y otros amigos, a modo de despedida, antes de partir a Estados Unidos, pero no fue hasta que regresó a Lima, que notó la falta de lugares para principiantes y entusiastas. Ese fue el momento en el que decidió, con el apoyo de sus amigos y otras personas interesadas en el proyecto, crear The Fagtory: este espacio en el que todos son bienvenidos. Tanto performers como espectadores, expertos y curiosos, están invitados a bailar, cantar, reír, aplaudir, mover el trasero e irradiar libertad, dentro o fuera del escenario.
En este mes del orgullo, llevaron a cabo ‘Heterofobia’, octava edición de sus espectáculos, que, con el tiempo, han ido ganando en producción y convocatoria. Cada uno de estos tiene un concepto, al cual se adaptan las presentaciones, los vestuarios, la música y los mismos protagonistas.
Esta vez, plantearon una suerte de utopía, en la cual la tolerancia y el respeto son la regla, y el odio y la exclusión son la excepción. Durante más de dos horas, con el humor y exuberancia que los caracteriza, destruyeron estereotipos y conceptos machistas y patriarcales, esparcidos en distintos ámbitos de la sociedad y la idiosincrasia del hombre peruano. Se atrevieron a jugar con figuras como la del macho ‘gilero monse’, la princesa de Disney que espera y deja todo por el rescate de un príncipe (con tremenda interpretación de La Sirenita), e incluso con el fútbol, a través de performances impresionantes y excelentemente producidos.
El 9 de julio, presentarán su siguiente show, Peruvian Camp 2.0, en el Bar Efímero de Barranco. En honor a las Fiestas Patrias, “porque lo único que queda hacer cuando eres ‘peruanx’, es reírte de la desgracia”.

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