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La historia de la institutriz de Isabel II que traicionó a la familia real británica
Era una de las confidentes más confiables de la familia real, pero Marion Crawford terminó contando las intimidades de los Windsor.
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Las niñeras de la realeza inglesa son las encargadas de cuidar a los pequeños de la familia real británica que serán futuros reyes o príncipes, por lo cual su trabajo es de suma importancia y requiere de todos los cuidados posibles. Su responsabilidad es mayor y requiere guardar bajo siete llaves el secreto profesional. Algo que la protagonista de la siguientes historia no tuvo.
Marion Crawford, la polémica niñera de la reina Isabel II
Con tan solo 22 años, Marion Crawford llegó a la residencia de la familia real británica. Esta joven escocesa fue contratada por la duquesa de York, futura reina Madre. Su puesto oficial era institutriz para las princesas Isabel y Margarita, ingresando en los años cuando Eduardo VIII ocupaba el trono y ocupándose exclusivamente a la educación de las niñas, quienes le decían de cariño ‘Crawfie’.
El destino de la realeza británica dio un giro inesperado cuando Eduardo abdicó para casarse para casarse con la plebeya y socialité Wallis Simpson. Entonces el padre de las niñas, Alberto, se volvió rey Jorge VI. Esto cambió para siempre la vida de Isabel, convirtiéndola en heredera directa de la corona.
Crawford se mudó junto con la familia real británica al palacio de Buckingham y ayudó con sus nuevos roles, procurando darles una buena dosis de “vida normal” a las pequeñas. Solían salir del palacio de Buckingham para ir de excursión, a comprar en las tiendas o a almorzar como cualquier jovencita.
Marion trabajó para la casa real durante 17 años porque tras casarse decidió que era hora de formar su propia familia y, en señal de agradecimiento, sus jefes le cedieron Nottingham Cottage, una pequeña propiedad ubicada en los jardines del palacio de Kensington que posteriormente fue el hogar de los príncipes Guillermo y Enrique.
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La niñera que publicó los secretos de la realeza británica
Todo iba bien tras el fin de su relación con la realeza hasta que la revista estadounidense Ladies’ Home Journal la contactó en 1949 para que contara las intimidades de la familia real británica en varias entregas a cambio de US$6.500, aunque otros historiadores afirman que fueron US$85.000.
Ante tal disyuntiva, la exinstitutriz se puso en contacto con Isabel, la reina consorte de Jorge VI, para contarle lo ocurrido. La respuesta no se hizo esperar por carta: “Definitivamente siento que no debe escribir y firmar artículos sobre las niñas ya que la gente en posiciones de confianza con nosotros debe guardar silencio”. Al final, la reina consideró que podía colaborar siempre y cuando su nombre no apareciera.
Sin embargo, como el esposo de Crawford era un banquero avaricioso le incitó a que escribiera lo que sabía. En 1950 se atrevió a publicar el libro The Little Princesses: The Intimate Story of HRH Princess Elizabeth and HRH Princess Margaret by Their Governess, donde contaba intimidades de las princesas.
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Las revelaciones de Crawford
Entre las intimidades más destacables figuran que ambas princesas tenían la manía de morderse las uñas y, en particular, Isabel estaba tan obsesionada con el orden que por las noches se levantaba para inspeccionar de que la ropa y los zapatos estuvieran perfectamente colocados; era tan traviesa que en una oportunidad derramó el contenido de un tintero de plata sobre la cabeza de su niñera.
Una de las historias que más disgustó a la familia real británica fue la revelación de la supuesta desilusión de Jorge VI e Isabel por no haber tenido un hijo varón. Con respecto a los palacios, Crawford explicó que “la vida en su interior se parece más a acampar en un museo. Estos lugares históricos son tan antiguos, tan ligados a la tradición, que en su mayoría se están cayendo a pedazos”.
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