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Muerte de George Floyd: Minneapolis y sus “heridas ocultas”
Tras la muerte de George Floyd y en medio de violentas protestas, la metrópoli del norte de Estados Unidos se ve confrontada a la dura realidad de sus profundas desigualdades raciales.
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Minneapolis. [AFP]. A Minneapolis se la menciona a menudo como “la pequeña manzana” porque, como Nueva York, es diversa, viva y moderna. Pero con la muerte de George Floyd, la metrópoli del norte de Estados Unidos se ve confrontada a la dura realidad de sus profundas desigualdades raciales.
“Es muy triste que haya sucedido en Minneapolis porque es hermosa”, dijo Rick Curran, un septuagenario blanco que allí reside desde hace más de treinta años.
A la ciudad del cantante Prince, ubicada en el estado de Minnesota, le gusta presumir de su dinámica escena musical, sus ciclovías, su buena acogida a los extranjeros y su progresismo: de sus trece concejales municipales, doce son demócratas, incluidos dos personas transgénero y negras, y uno ambientalista.
“Tenemos los lagos, la gente parece estar abierta...”, dice Curran, un excamarero trotamundos. Pero, continúa tras un silencio, “tenemos heridas ocultas”.
Esas heridas se hicieron evidentes a ojos del mundo el lunes 25 de mayo, cuando una joven filmó y transmitió en vivo por internet la muerte de George Floyd, un afroestadounidense de 46 años, asfixiado por un oficial de policía.
En 2015, la ciudad de 430.000 habitantes, el 20% de los cuales son negros, ya había sido escenario de manifestaciones tras la muerte de Jamar Clark, un joven afroestadounidense asesinado a tiros durante su arresto.
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“En la superficie”
Para muchos, estos eventos no son casos aislados sino que provienen de la cultura “racista” impregnada en las fuerzas policiales de la ciudad.
“Es un sistema que funciona exactamente como se lo pensó. Desafortunadamente, eso significa (que se lo ideó) para excluir a algunos”, dijo el martes el gobernador de Minnesota, Tim Walz, al anunciar una investigación sobre las prácticas policiales en Minneapolis en los últimos diez años.
La policía no es la única acusada.
“En la superficie, parecemos muy progresistas, pero hay mucho racismo y opresión institucional, por ejemplo en las políticas de vivienda”, dijo Teyler Geisen, un trabajador social de 28 años.
Leyes aprobadas a principios del siglo XX prohibieron a los negros comprar tierras en ciertas áreas de la ciudad.
Los bancos y los agentes inmobiliarios perpetuaron esta discriminación, según el proyecto “Mapping prejudice”, que estudió las cláusulas de miles de contratos.
El municipio adoptó una reforma en 2018 para ayudar a los residentes afroamericanos a acceder a propiedades en los barrios más blancos, pero la situación aún no ha cambiado.
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“Todos ayudan”
“Minnesota es uno de los estados con mayor nivel de segregación en Estados Unidos, algo que la gente del exterior no conoce porque está en el norte y vota por los demócratas”, dijo Alexandra Artavia, de 28 años, aludiendo a la división entre estados partidarios de la esclavitud (los del sur) y abolicionistas (los del norte) durante la guerra civil.
Al igual que en otras partes del país, la población afroamericana también es más pobre: el 28% de los hogares negros del estado vive por debajo del umbral de pobreza, frente al 7,2% de los hogares blancos, según el Departamento de Salud de Minnesota.
El domingo, Alexandra Artavia donó alimentos a una iglesia negra para ayudar a las familias pobres y a las pequeñas empresas a hacer frente a la crisis combinada de la pandemia de COVID-19 y las noches de disturbios.
Al igual que ella, miles de residentes de Minneapolis se movilizaron participando en colectas en estacionamientos, frente a iglesias, cerca de centros comunitarios o a través de sitios web.
Y en las manifestaciones, blancos y negros se unieron para reclamar el fin de la violencia policial y las desigualdades.
Esta solidaridad llegó directamente al corazón de Jimmy Blanco, un hombre afroamericano de 32 años que desde hace una semana duerme en la escena del drama, transformado en un sitio de contemplación y homenajes a George Floyd.
“Todos ayudan a todos, nadie queda fuera”, dijo. Paradójicamente, “nunca me he sentido mejor en Estados Unidos”.
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